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«Bastante bien está usted para los años que tiene». A José Manuel Ribera Casado (Valladolid, 84 años), académico de Geriatría y Gerontología de la ... Real Academia de Medicina (Ranme) y primer catedrático de Geriatría en España (1999), no le gusta que le suelten esta frase, ni tampoco escuchar que se la digan a otros mayores. Y como médico tampoco le hace ni pizca de gracia que determinados colegas interpreten como «achaques de la edad» problemas de salud cuya causa desconocen, «muchas veces incluso sin haberse tomado la molestia de indagar su origen», afirma el profesor.
«Discriminamos y ofendemos cuando damos por buenas esas frases de uso habitual», apunta el catedrático emérito de la Complutense que, precisamente, ha recurrido a una de esas desafortunadas expresiones para el título de su libro 'A su edad, ¿qué querrá?' (Grupo Senda), que ha presentado en un acto con presencia de la ministra de Sanidad, Mónica García.
Desde las páginas de 'A su edad, ¿qué querrá?', el académico alza la voz contra el edadismo (la discriminación por edad) y contra aquellos que encasillan a las personas mayores como «vulnerables» o «frágiles» sin tener en cuenta nada más que la fecha de nacimiento que pone en su DNI. «La edad es simplemente un número y no expresa en sí misma la entrada al reino de la vejez. Poner un corte sólo vale para la jubilación o los estudios epidemiológicos, pero el envejecimiento es un proceso dinámico con una gran variabilidad individual», aclara el geriatra.
En un tono «informal y protestón», el libro pretende motivar y animar al lector, «sobre todo si pertenece a una generación próxima a la mía», a seguir participando activamente en la sociedad y en la vida comunitaria, al tiempo que supone una crítica directa al edadismo. «A los mayores se les escucha poco y se decide por ellos, pero los mayores existimos, tenemos cosas que decir y aspiramos a ser escuchados», afirma rotundo Ribera Casado, que fue el responsable de poner en marcha en 1984 el primer servicio español de Geriatría en un hospital terciario, concretamente el Hospital Clínico San Carlos de Madrid, que dirigió hasta su jubilación.
A la pregunta de ¿cómo se combate el edadismo?, el profesor responde que la lucha más importante debe plantearse en términos de denuncia, y recuerda que «alcanzar una cierta edad, por muy elevada que sea, no debería conllevar necesariamente la etiqueta y el estigma de 'anciano frágil'. No todos los viejos, ni los muy viejos, son frágiles, ni tampoco la fragilidad es exclusiva de este segmento de la población. Extender la idea de que los ancianos son frágiles favorece la discriminación por edad, contribuye a generalizar una visión pesimista de la vejez y dificulta las posibilidades de llevar a cabo un envejecimiento activo a nivel individual y colectivo», puntualiza.
Tampoco quiere pasar por alto la importancia de seguir humanizando la sanidad. «La famosa humanización va más allá de dar facilidades a los familiares para que puedan permanecer en el hospital con los pacientes todo el tiempo que haga falta y que haya un máximo de respeto a los profesionales de la salud. Esto es sentido común», aclaró. «Humanizar es reducir y facilitar los trámites administrativos a nivel tecnológico, ya que, para las personas mayores, sobre todo aquellas con un nivel cultural muy bajo, aisladas o con limitaciones sensoriales o cognitivas, estos trámites pueden ser obstáculos muy grandes. Humanizar es reducir las listas de espera porque es deshumanizante el sufrimiento causado por no saber cuándo le va a llegar a uno el turno, ni si va a ser informado a tiempo y adecuadamente. Humanizar es, también, superar otras barreras como el desprecio al jubilado porque no tiene otra cosa que hacer y le sobra el tiempo», apostilla el profesor.
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