Por cuestiones de alergias, por simple curiosidad o por cuidar nuestra alimentación. Los motivos por los que suelen leerse el etiquetado de los alimentos pueden ser muy variados, pero pese a su importancia no siempre resulta fácil. Esto se debe a una cuestión muy básica: ... el tipo de letra en ocasiones es tan pequeño que en algunos casos supone un auténtico esfuerzo para ciertas personas.
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La OCU ha realizado una encuesta a casi mil personas (concretamente, a 921) de 18 a 79 años y los resultados muestran que el 44% de los consumidores suele prestar mucha atención a la etiqueta cuando compra un producto por primera vez, otro 47% asegura que la mira «por encima» y el 9% no la lee «nunca». Entre los que sí se fijan, casi la mitad –principalmente personas mayores– se queja de que le resulta «difícil» comprender la información nutricional que viene en el envase.
Entre los que apenas miran la etiqueta, tres de cada 10 nos dicen que les lleva demasiado tiempo, o no tienen el hábito de mirarla, o les resulta difícil de entender. Pero el motivo principal es el tamaño de la letra, demasiado pequeño para la mitad de ellos; esta dificultad se acrecienta con la edad, ya que la destaca el 70% de los mayores de 60 años.
Hay un tamaño de letra mínimo de letra establecido de 1,2 mm; en caso de envases muy pequeños se reduce a 0,9 mm (Reglamento 1169/2011 sobre el etiquetado de los alimentos). Estos tamaños son demasiado pequeños cuando van impresos en un material plástico, con brillos o con poco contraste entre la fuente y el fondo. Por este motivo, desde la OCU solicita a la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (Aesan) que trabaje con las autoridades europeas para aumentar el tamaño de la letra del etiquetado de los alimentos, de los actuales 1,2 milímetros a los 3,0 (tal y como solicitó hace ya trece años esta entidad, según destacan).
Instan también a la autoridaes sanitarias a utilizar una letra más legible: con un tamaño más grande, no apelotonada para hacer sitio a varios idiomas, con contraste suficiente con el color del fondo y tipo de material. Y consideran que se debe mostrar la información esencial en un lugar destacado: la denominación del producto, la fecha de caducidad, la lista de ingredientes y el sistema Nutriscore deberían estar bien visibles, sin que tuvieran que competir en espacio con mensajes publicitarios. Al mismo tiempo, OCU solicita al Ministerio de Consumo la realización de una campaña que distinga el significado de la fecha de caducidad de la de consumo preferente, ya que el 41% de los encuestados aún no lo tiene claro.
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La edad también influye de forma decisiva en la comprensión. Además de tener más problemas que la media con el tamaño de la letra, las personas mayores de 60 años reconocen que tienen más dificultad para entender bien la información de la tabla nutricional y les resulta menos útil que a los jóvenes. Confunden más que la media los conceptos de fecha de caducidad y consumo preferente y además les resulta más difícil encontrar la fecha en el envase.
Según el estudio de la OCU, cuando compra un alimento por primera vez, el 82% de los consumidores suele revisar la fecha de caducidad o consumo preferente. Los siguientes aspectos más consultados son la lista de ingredientes (69%) y la tabla de información nutricional (51%). Sin embargo, no todos tenemos las mismas preferencias, ya que los jóvenes menores de 40 años suelen mirar más la tabla nutricional y los reclamos sobre beneficios nutricionales, así como las promociones. A partir de los 40 años interesan más las instrucciones de cocinado, la conservación del alimento y los beneficios para la salud. Las personas mayores de 60 años miran mucho más que los de otras edades la fecha de caducidad y el origen del producto.
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En general, las mujeres miran más que los hombres la información nutricional, las instrucciones de cocinado, las promociones, los logos relacionados con la sostenibilidad y la información sobre cómo reciclar el envase. Lo más consultado es el contenido de azúcares, en particular por los consumidores mayores, seguido del número de calorías, sobre todo por personas jóvenes y mujeres. De hecho, a 7 de cada 10 encuestados los beneficios nutricionales les influye en su decisión de comprar el producto, algo menos a las personas mayores y algo más a las mujeres que a los hombres. Los lemas 'bajo en grasas«, »bajo en sal«, »light«, »alto contenido en fibra«, y otros supuestos sobre la salud, como »ayuda a reducir el nivel de colesterol« son determinantes en algunos casos.
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