Borrar
«I have a dream». La estrella televisiva Oprah Winfrey pronuncia un discurso en el Memorial Lincoln, en Washington, con motivo del 50.º aniversario de la Marcha de Martin Luther King Kevin Lamarque
Mujeres en la brecha

Mujeres en la brecha

Han hecho añicos techos de cristal y tabúes. Son comunicadoras, políticas, científicas, intelectuales y activistas fuera de serie. Algunas podrían gobernar el mundo. Otras ya lo están cambiando

icíar ochoa de olano

Martes, 16 de enero 2018, 01:11

La idea de que las mujeres pudieran cogobernar el mundo era, hasta hace cuatro días, un desvarío febril que se prestaba más a chanzas que a debates serios. El género femenino carecía de la capacidad intelectual y de bloqueo emocional necesarios para tomar las decisiones difíciles que exige el liderazgo, desde una extendida perspectiva masculina. En décadas recientes, las mujeres han abandonado su ostracismo impuesto para acreditar que pueden ser eficaces, determinadas, valientes, inclusivas, colaborativas, inspiradoras y, sobre todo, extraordinariamente resilientes. Que manden desde cargos públicos de relevancia o que estén cambiando el mundo desde las trincheras del activismo, ya no es ciencia ficción. Pero, por el momento, el número de mujeres en la brecha no da más que para un cortometraje. El rollo de cinta es todavía muy corto. Un dato. Si bien las mujeres que ejercen de líderes en todo el mundo–excluidas las monarcas– se ha duplicado desde 2000, apenas suman una veintena las jefas de gobierno o de Estado, lo que representa sobre el 10% de los 193 países miembros de la ONU.

«Solo habrá más mujeres en cargos de poder si seguimos en la lucha. Si lo damos por hecho, retrocederemos»

La incorporación de las mujeres a puestos de responsabilidad y a las élites del pensamiento crítico parecía haberse ralentizado en los últimos tiempos hasta que, este pasado otoño, Hollywood brindó un insospechado revulsivo. La brava denuncia de violencia sexual formulada por varias actrices contra el omnipotente productor Harvey Weinstein y contra una industria consentidora de los abusos, destapaba la cultura de acoso imperante en las altas cotas de poder público y privado, dominadas por hombres. La movilización social desatada a continuación a través de movimientos como #MeToo (Yo también) continúa hoy engrosando la lista de caídos con actores, cineastas, periodistas, fotógrafos, presentadores, escritores y muchos políticos. De aquel lado del Atlántico y de este.

Las consecuencias finales de este ‘tsunami’, un áspero despertar para muchas mujeres y también para muchos hombres decentes, no son aún medibles. La ola sigue erecta y en movimiento. Pero, por de pronto, ha sacudido conciencias. Entre ellas, la de la influyente comunicadora y empresaria Oprah Winfrey, a quien la onda expansiva del ‘caso Weinstein’ le ha puesto a meditar si pasa a la acción y se postula como candidata demócrata en las próximas presidenciales de los Estados Unidos (2020) con el doble objetivo de tumbar a Trump y, con él, el machismo recalcitrante y retrógrado que encarna.

Los casos de Carmena y Colau

Aunque ya manda y mucho, no es la única mujer con posibles, en todos los sentidos, para poner una pica –o dos– en este mundo de hombres. Cada vez son más y todo apunta a que su hora, la de cogobernar el planeta, está cerca. La pregunta inevitable se la formulamos a Maria Subirats, catedrática emérita de Sociología en la Universitat Autònoma de Barcelona y exdirectora del Instituto de la Mujer en la última etapa de gobierno de Felipe González:

¿El planeta será un lugar más amable y menos bélico con más mujeres a los mandos?

– Esta es una cuestión compleja. Hasta ahora, esto no está siendo así. ¿Por qué? La política es androcéntrica y cuando una mujer accede a un puesto de cierto poder, como son contextos tan masculinos, no les queda otro remedio que mimetizarse. Hasta el punto de que masculinizan sus estilismos y sus formas para sobrevivir y que no les tomen el pelo. La duda está en qué pasará cuando el número de mujeres en los cargos de toma de decisiones aumente de manera considerable. ¿Introduciremos otra manera de hacer las cosas o el proceso de masculinización será ya irreversible?

¿Es optimista?

– Empieza a haber algunos ejemplos que muestran que las mujeres actúan de otra manera. Los casos de Manuela Carmena y de Ada Colau son muy significativos. Yo conozco más este último y aprecio, por primera vez, una política feminista coherente, una forma de actuar más de equipo que autoritaria y la priorización de los asuntos de la vida y de las necesidades sobre los pecuniarios. Hay más. En las primeras municipales de Cataluña, muchas mujeres accedieron a las alcaldías. Fueron una especie de madres de sus pueblos. Habían mirado quiénes tenían problemas y cómo podían arreglarlos. Al cabo de un tiempo, renunciaron para dejar paso a otros, algo que jamás hacen los hombres. Por educación, la tendencia femenina es la de solucionar, no la de perpetuarse en el poder.

«Los hombres están ejerciendo mucha resistencia porque están perdiendo privilegios»

Marina Subirats Catedrática de Sociología

Comprobar cómo será ese nuevo escenario con mayor presencia femenina en los despachos no es, a juicio de Subirats, cuestión de sentarse a esperar a que llegue. La socióloga advierte de que la ley no es suficiente para garantizar la paridad en el poder. «Este asunto no está resuelto. Siempre hay fuerzas que van en contra. Los hombres están ejerciendo mucha resistencia en este momento porque están perdiendo privilegios. No ven el acceso de mujeres a cargos de responsabilidad como un compartir. Lo ven como que les quitamos algo». «Por tanto», enfatiza, «únicamente acabará imponiéndose una mayor igualdad si las mujeres siguen en la brecha. Si creen que esto ya está hecho, habrá un retroceso seguro», alerta.

Oprah Winfrey, Joanna Rowling, Nawal el Saadawi, Fabiola Gianotti, Malala Yousafzai, Rose McGowan, Federica Mogherini, Melinda Gates, Jacinda Andern y Arundhati Roy están en la brecha, decididas a seguir ahí. Son solo diez, pero imprescindibles para aspirar a un mundo más equitativo, paritario y justo. Les contamos por qué.

Oprah Winfrey comunicadora y actriz 

La Mesías negra que salió del fango

Handout

Con una fortuna de 3.500 millones de euros, un canal de televisión y una autoridad carismática capaz de cohesionar un país de 325 millones de habitantes, todo apunta a que si Oprah Winfrey concurre a las elecciones presidenciales de los Estados Unidos de 2020 podría desbancar a Donald Trump y, en ese viaje, propiciar un avance decisivo en la desigualdad de género y contra la cultura del acoso. «Time’s up» (el tiempo se ha acabado), anunció en los Globos de Oro durante un discurso que sembró la esperanza en muchos ciudadanos de que ella pilote el gran cambio.

La estrella televisiva de 63 años, a la que Barack Obama debe en buena medida su histórico desembarco en el Despacho Oval, solo tiene que recomendar un libro para que en cuestión de horas se venda un millón de ejemplares o asomarse a un atril para que toda la nación calle. No es únicamente una cuestión de un magnetismo personal de otro planeta. La mujer más influyente y poderosa del mundo hace gala de una empatía y de una franqueza poco comunes en su estirpe de ganadores. A diferencia de la mayoría, no ha despegado los pies del suelo, ni enterrado su origen, ni ocultado las atrocidades que tuvo que superar antes de convertirse en una de las mujeres más admiradas de su país.

Nació en la miseria rural de Misisipi. Su madre, soltera y adolescente, trabajaba limpiando casas. Hasta los seis años vivió con su abuela en un entorno tan pobre que acudía a la escuela con vestidos hechos de telas de sacos. «Un primo me violó a los nueve años, luego fue otro miembro de la familia, luego otro...», reveló en 1986, en su propio programa. Como resultado de aquella violencia sexual, a los catorce se quedó embarazada. Su hijo, prematuro, murió al poco de nacer.

Pese a tanto horror, la joven Oprah floreció en la escuela. Destacó en expresión oral y en teatro. Aún estaba allí cuando una radio local la contrató para leer las noticias a tiempo parcial. Cogía así pista para su excepcional vuelo hacia el éxito. Ahora puede que con escala en el número 1.600 de la Avenida Pennsylvania, en Washington.

Nawal El Saadawi Psiquiatra y escritora

El faro moral delas mujeres árabes

Andreu Dalmau

Su padre, licenciado universitario, quería que abandonara sus estudios de Medicina para ayudar a sacar adelante una casa con nueve hijos. Su madre se ocupó de que siguiera adelante y se hiciera cirujana y, después, psiquiatra. Aquello la hizo imparable. Con 86 años a sus espaldas, la egipcia Nawal el Saadawi ha pasado por la mutilación genital, la cárcel y el exilio, pero nada de eso ha podido frenarla en su excepcional lucha «humanista».

En 1972 se jugó su puesto de directora general de Salud Pública del Ministerio de Salud de Egipto y lo perdió al publicar el libro ‘La mujer y el sexo’, en el que denunciaba la extirpación del clítoris. En 1981, Anwar el Sadat la encarcelaba por criticar su gobierno y publicar artículos contra los abusos a mujeres, y en defensa de los derechos políticos y sexuales de las mujeres egipcias. Pero en prisión tampoco calló. Se dedicó a escribir sus memorias sobre un rollo de papel higiénico con un lápiz de contrabando. Una década más tarde las amenazas de muerte de los islamistas le obligaban a exiliarse. Aquello le permitió ejercer de profesora en la Universidad de Washington.

Contra el hijab y las religiones

Exconsejera de la ONU para el programa sobre la Mujer en África y Oriente Medio, ha recogido sus intensas vivencias en sesenta libros que se han traducido a cuarenta idiomas y que todavía hoy siguen sufriendo la censura y la persecución. Eterna aspirante al Nobel de Literatura, abomina del hijab, del que dice es un «símbolo político de opresión», y de todas las religiones «porque todas someten a las mujeres».

Acusada de apostasía –y declarada inocente–, en 2005 se presentó como candidata a la presidencia para «desafiar el sistema» de Hosni Mubarak (en el poder desde 1981) y prender el debate. Icono del feminismo árabe –tras cuarenta años de batalla logró que Egipto penalizara la ablación–, regresó a las orillas del Nilo de su destierro por considerar que allí sería más útil. En 2011 muchos ciudadanos coreaban sus ideas en la plaza Tahrir de El Cairo durante el estallido de la llamada ‘primavera árabe’. Ella también estaba allí.

Joanne K. Rowling Escritora

La maga de las letras que paga sus «deudas»

Carlo Allegri

«Estoy en deuda con el estado de bienestar. Cuando mi vida tocó fondo, esa red de seguridad estaba allí para frenar mi caída». La británica Joanne Rowling explica así por qué paga religiosamente todos sus impuestos en el Reino Unido y sin rechistar. No hablamos de calderilla. Hace ya una década se erigió en la primera persona de la historia en amasar 1.000 millones de dólares mediante la literatura.

Otro rasero

Machismo laboral

En España trabajan 1.642.000 mujeres menos que hombres. Además, cobran menos, sufren mayor inestabilidad laboral y encuentran más dificultades para progresar en sus empleos.

20% menos cobran las mujeres en España que los hombres, una diferencia ligeramente inferior a la media mundial, donde las mujeres ganan el 77% de lo que perciben los hombres. Al ritmo actual de equiparación, harán falta 70 años para salvar esta brecha.

Techo de cristal

El término hace referencia a las barreras invisibles que imposibilitan la progresión de las mujeres en sus carreras profesionales.

54% es la tasa de actividad de las mujeres en España, 13 puntos por debajo de los hombres, pese a que ellas están mejor formadas. El 43% de las mujeres en el mercado laboral cuentan con estudios superiores, por solo el 36% de los hombres. Un mayor porcentaje de mujeres están sobrecualificadas para el puesto que ocupan.

40% del profesorado de las universidades españolas son mujeres, pero solamente son el 21% de los catedráticos y únicamente el 8% de los rectores.

Trabajo en casa

Las mujeres dedican dos horas y media diarias más a las tareas del hogar y el cuidado de los niños que los hombres, que pueden dedicar hora y media más a su empleo, lo que les da mayores oportunidades para destacar profesionalmente. Ellos también dedican más tiempo al ocio y el descanso.

19,38% de los directivos en los consejos de administración de las empresas del Ibex 35 son mujeres. En las empresas españolas, apenas uno de cada diez ejecutivos de máximo nivel es mujer y solo el 3% son consejeras delegadas.

Siempre soñó con escribir. Su primer trabajo como secretaria en Amnistía Internacional le brindó el acceso a un ordenador en el que alumbró sus primeras historias. Aquello duró poco. A los 25 años perdió a su madre, enferma de esclerosis múltiple, y decidió buscar nuevos aires en Oporto como profesora de inglés. Allí conoció a un periodista con el que se casó y con el que tuvo a Jessica. Víctima de las agresiones sistemáticas de su marido, le abandonó llevándose a su bebé y una maleta que contenía los primeros tres capítulos de ‘Harry Potter y la piedra filosofal’, el libro que cambiaría su vida y haría más excitante la de miles de niños.

Instalada en Edimburgo sin recursos, se vio obligada a pedir ayuda a la Seguridad Social para mantener a su hija. Las penurias y la angustia le sumirían en una depresión severa. Pensó en el suicidio. Tenía 30 años. «Nunca me avergoncé de haber estado deprimida. Superé una etapa muy dura y estoy orgullosa de haberlo logrado», contaría en una charla con estudiantes.

Doce editoriales rechazaron sus manuscritos antes de que la número trece accediera a publicarlos. Eso sí, siempre y cuando ocultara su género tras las iniciales J. K. Su serie de siete capítulos lleva hoy vendidos más de 450 millones de ejemplares en todo el mundo. Autora y productora de cine, esta mujer de 52 años sostiene una fundación destinada a combatir la pobreza y la desigualdad social, y financia varios proyectos de ayuda a los niños, a familias monoparentales y a la investigación de la esclerosis múltiple. «Cuando se te ha dado más de lo que necesitas, tienes la responsabilidad moral de actuar de manera sabia y de dar de forma inteligente», defiende.

Fabiola Gianotti Física

La jefa de los aceleradores de partículas

G. Yetchmeniza

Su inclinación natural por la filosofía y las grandes preguntas que plantea, y su admiración por Marie Curie, le acercaron al mundo de la Física. La adolescente Fabiola Gianotti pensó que ahí encontraría buena parte de las respuestas, así que en 1989 se doctoró en la materia en la Universidad de Milán. Cinco años después, una beca le abría las puertas de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN, por sus siglas en inglés), el templo mundial de la física y de los aceleradores de partículas. La joven investigadora pensó que su estancia allí se prolongaría durante un par de años. Se equivocaba. Tanto es así que, a sus 57 años, continúa allí.

Su trayectoria experimentó un impulso definitivo en 2009 al ser nombrada líder y portavoz del experimento ATLAS, un macroproyecto de investigación que implicaba a unos 3.000 científicos e ingenieros de 175 instituciones pertenecientes a 38 países diferentes. Y en calidad de tal, anunciaba al mundo, en julio de 2014, el histórico descubrimiento, después de medio siglo de búsqueda, del bosón de Higgs, una partícula subatómica clave en la formación de estrellas, planetas y eventualmente de vida, tras el Big Bang de hace 13.700 millones de años.

«Cooperación científica»

Gianotti, una mujer entregada a la literatura, a Schubert y a su piano durante su tiempo de ocio, presentaba los resultados en tipografía Comic Sans, lo que le granjeó amargas crítica de algunos sectores por considerar la fuente inadecuada para mostrar unos datos de semejante importancia. El hallazgo merecía el año siguiente el Nobel de Física.

Pese a su imperdonable frivolidad tipográfica, sus profundos conocimientos y su eficaz gestión le han catapultado a la dirección general del CERN. La persona número dieciséis que la ocupa desde que doce países europeos lo echaron a andar en 1954. Ella es la primera mujer. «Este centro es cuna de tecnología e innovación, así como un brillante ejemplo de paz y cooperación científica mundial. Aquí se hacen mejores científicos y también mejores personas», destaca Gianotti, quien sigue escribiendo en Comic Sans, su tipografía favorita.

Malala Yousafzai Activista y Nobel de la Paz

Una quinceañera contra los talibanes y por la educación

Safin Hamed

Con solo dos décadas de vida, esta estudiante universitaria pakistaní es una admirable adalid del acceso de la mujer a la educación, algo que en su país es a menudo un veto que, de incumplirse, puede acarrear la muerte. Malala Yousafzai empezó a cobrar cierta notoriedad internacinal cuando escribía en un blog de la BBC bajo el pseudónimo de Gul Makai. En esa tribuna denunció una por una las atrocidades que perpetraban los talibanes paquistaníes: valles asolados, pueblos exterminados, escuelas destruidas y la prohibición tajante de las niñas en las aulas.

El 9 de octubre de 2012, cuando tenía quince años, fue víctima de un atentado en Mingora, su ciudad natal. Un fundamentalista islámico subió al autobús escolar en el que se encontraba Malala y abrió fuego contra ella. La hirió en la cabeza y en el cuello, pero logró sobrevivir. Los médicos del hospital de Rawalpindi pudieron extraerle la bala que tenía alojada junto a la médula espinal.

El entonces portavoz del grupo terrorista, Ehsanullah Ehsan, reivindicó el atentado en un comunicado en el que pregonaba que la ley islámica, la ‘sharia’, es contraria a cualquier modelo educativo laico, y anunció que volverían a intentar matar a la joven rebelde. Ya en Gran Bretaña, pasó por el quirófano varias veces pasa someterse a intervenciones de cirugía reconstructiva. Le implantaron una placa de titanio en el cráneo y un dispositivo auditivo en el oído izquierdo.

Futura licenciada en Oxford

Lejos de disuadirla, las balas de la sinrazón le han reforzado en su decisión de regresar a los estudios y de hacer apología de ello frente a quienes quieren en su país reducirlas a meras propiedades de sus maridos.

En la actualidad, acude a la universidad británica de Oxford, donde aspira a licenciarse en Filosofía, Política y Económicas. Yousafzai es la persona más joven que ha obtenido el merecido Nobel de la Paz. Tenía diecisiete años cuando lo recogió.

Federica Mogherini Política

Una diplomática frente al eurodesencanto

Abir Abdullah

Es la mujer que tiene que lidiar con Vladímir Putin, el ‘Brexit’, la eurofobia, los problemas migratorios y otras tribulaciones de la UE. Por añadidura, es una de las pocas mujeres mediterráneas que ejerce un cargo prominente en unas instituciones comunitarias mayoritariamente gobernadas por hombres del norte. La Alta Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Federica Moguerini, rompió el techo de cristal cuando su mentor, Matteo Renzi, se empeñó en que su ministra fuera la jefa de la diplomacia europea. Sus enemigos aducían que le faltaba experiencia, aunque ya había desempeñado el cargo de jefa de la diplomacia transalpina. Es cierto, eso sí, que sólo llevaba seis meses en el puesto que antes había ocupado Emma Bonino cuando la reclamó Bruselas.

Hija del director y escenógrafo Flavio Mogherini, comenzó su carrera política en 1996, cuando se afilió a la Izquierda Juvenil italiana. Cinco años después, ingresaba en la ejecutiva de la entonces formación Demócratas de Izquierdas y, en 2008, en el parlamento como diputada del PD, un escaño que renovaría en las siguientes elecciones.

El mundo del islam

Casada con Matteo Rebesani, exconsejero de la alcaldía de Roma, y madre de dos hijas, se define como una trotamundos que ama viajar «a cualquier lugar, en cualquier momento y de cualquier modo». En noviembre de 2014, cuando fue elegida como responsable de Exteriores de la UE, se convirtió en la representante más joven del Ejecutivo comunitario. Su elección fue acogida con muchas suspicacias por los países del Este, que la veían demasiado prorrusa.

Tiene 44 años y habla inglés, francés y algo de español. De convicciones socialdemócratas, se licenció en Ciencias Políticas por la Universidad de La Sapienza de Roma. Es autora de una tesis sobre la relación entre religión y política en el islam que alumbró mientras disfrutaba de una beca Erasmus en Francia.

Jacinda Ardern Premier de Nueva Zelanda

La gobernante más joven de la historia del país

Shirley Kwok

La ‘Jacindamanía’ ha llegado a Nueva Zelanda con la designación, en agosto, de Jacinda Ardern como cara visible del Partido Laborista para encarar las elecciones. Camisetas, bolsas con su rostro, el lema ‘Hagamos esto’ y memes en las redes sociales... El más famoso colocaba su cabeza en el cuerpo enfundado en el mono amarillo de Uma Thurman en ‘Kill Bill’, katana en mano, claro. También vestida como la princesa Leia de ‘Star Wars’. Y, bang! ganó. Hija de un policía y una mormona, en septiembre se convirtió, a sus 37 años, en la primera ministra más joven de su país, Nueva Zelanda, tras acabar con diez años de poder de la derecha gracias a una alianza con Verdes y nacionalistas. El país de Oceanía ha tenido otras dos ‘premiers’ mujeres antes que Andern, quien también fue la más precoz en llegar al Parlamento. A los 28.

Contundente con el sexismo

Viviendo en pareja y sin hijos, la polémica saltó en la presentación de su candidatura, cuando un periodista le planteó si pensaba tener descendencia, dando a entender que ello la obligaría a tomarse un permiso de maternidad. El sexismo intrínseco de la pregunta obtuvo una respuesta ejemplarizante: «Es totalmente inaceptable en 2017 pretender que las mujeres tengan que responder a esa pregunta en su lugar de trabajo. La decisión de una mujer sobre cuándo quiere tener hijos no debería predeterminar si se les ofrece o no un empleo». Su pareja, el presentador de televisión Clarke Gayford, la apoyó y tachó de «surrealista» que se discutiera «públicamente sus habilidades reproductivas».

A los jóvenes los conquistó con la promesa de pagarles tres años de universidad y legalizar la marihuana. El día de las elecciones se dejó ver pintando la valla de su casa con camisa de cuadros. En su currículo incluye la faceta de DJ en discotecas y bodas. La ‘Jacindamanía’ se materializó en más de 400.000 euros en donaciones en apenas una semana y en 3.500 voluntarios dispuestos a hacerle la campaña. Y en la presidencia del país, claro.

Rose McGowan Actriz y modelo

La avanzadilla contra la cultura del acoso sexual

Frederick M. Brown

Nacida en Florencia y criada en las comunas de culto religioso Niños de Dios, del que su padre era misionero, Rose McGowan ha aireado su intimidad violada para mostrar el repugnante sótano de Hollywood y de su abominable gurú, el productor Harvey Weinstein. La actriz, modelo y directora de cine independiente salió a la luz pública para contar que cuando tenía 23 años el todopoderoso empresario la forzó y que su ‘modus operandi’ era un secreto a veces precintado por la cultura de complicidad y de silencio de la industria del espectáculo.

«¿Habéis visto alguna vez una película en la que una persona destruye todo un sistema poderoso y corrupto sin ninguna ayuda? No es una película, es Rose McGowan», tuiteó el actor y productor Scott Weinberg en reacción a las valerosas declaraciones de la italiana afincada en Estados Unidos.

Sin casa para pagar abogados

Desde que el pasado octubre un explosivo artículo de ‘The New York Times’ reveló el comportamiento de depredador sexual de Weinstein, la intérprete de ‘Death Proof’ y ‘Scream’ se ha convertido en la avanzadilla de la lucha contra el acoso. El reportaje desveló que McGowan se encuentra entre las actrices que aceptaron un pago compensatorio a cambio de retirar una denuncia contra el productor. La artista, que felicitó a los periodistas, habría recibido 100.000 dólares en 1997, después de que Weinstein la violara durante el festival de Sundance de aquel año.

Desde que estalló el escándalo, McGowan no ha dudado en señalar con nombre y apellidos a los cómplices de silencio del acoso sistémico a mujeres en el mundo del espectáculo. La lista no para de crecer desde entonces. Mientras vende su casa para pagar las cuitas legales derivadas de su litigio con Weinstein, acaba de presentar su documental ‘Citizen Rose’, donde habla sin filtros de todos los contratiempos que ha padecido como consecuencia del trato vejatorio al que le sometió el productor. «Quiero frenar a todos los violadores, acosadores y pedófilos», se ha conjurado.

Melinda Gates Filántropa

La católica que clama por el control de la natalidad

Fabrizio Bensch

Su papel trasciende al de mera esposa de uno de los hombres más ricos del mundo. Es el corazón que mueve al cofundador de Microsoft, la voz de los sin voz en la élite económica mundial y el alma de la fundación, que impulsó en el año 2000 para combatir el hambre, luchar contra la mortalidad infantil y reconocer los derechos de la mujer. Siendo todavía una niña, durante una cena de Nochebuena, se prometió a sí misma que ayudaría «con todos sus medios y fuerzas» a los desheradados. El tiempo le dio los recursos para cumplir aquel conjuro y materializar aquellas aspiraciones altruistas con la Fundación Bill y Melinda Gates. Ambos comparten una fortuna estimada en más de 90.000 millones de dólares y ella está considerada una de las mujeres más influyentes gracias a la labor filantrópica que efectúa desde su presidencia en esta organización. A día de hoy, lleva más de 40.000 millones de dólares invertidos en programas contra el hambre, la educación y la salud, con especial atención a las campañas de vacunación y anticoncepción.

Olfato para los negocios

Nacida el 15 de agosto de 1964, Melinda Ann French es la segunda de cuatro hermanos. Con ellos, creció en Dallas, donde se graduó en Informática y Economía por la Universidad de Duke y obtuvo un MBA en la Duke’s Fuqua School of Business en solo cinco años. Tras graduarse logró enrolarse en Microsoft –llegó a ser gerente de productos– donde demostró su fino olfato para los negocios. Su determinación y su sensibilidad conquistaron a Bill Gates, con quien se casó en 1994 y ha tenido tres hijos. 

Admiradora confesa del Papa Francisco, tiene a la Madre Teresa como una de sus grandes inspiraciones. Sin embargo, su condición de católica no le ha impedido emprender una cruzada particular contra el Vaticano por extender el uso de anticonceptivos en el Tercer Mundo. «Los hombres y las mujeres tienen el derecho de decidir si quieren tener o no hijos y cuándo», defiende la filántropa.

Arundhati Roy Arquitecta y autora

La diosa de los grandes asuntos de la India

Giorgio Onorati

La arquitecta Arundhati Roy escribió ‘El dios de las pequeñas cosas’ y triunfó en todo el mundo con 35 años. Por esta novela de tintes autobiográficos ganó el premio Booker en 1997 y vendió ocho millones de ejemplares en 47 idiomas diferentes. Incluso se hizo una película. El gobierno de su país pensó enseguida en apropiarse de ella y de su éxito. Sería una propaganda perfecta de cara al exterior. Pero entonces, publicó ‘El final de la imaginación’, un ensayo reportaje donde condenaba el nacionalismo exaltado de la India, azuzado a golpe de pruebas nucleares con las que demostrar su poderío. En 2003 volvía a la carga con un nuevo ensayo donde se posicionaba en contra de la construcción de más y más presas para alimentar centrales hidroeléctricas desalojando para ello a las poblaciones autóctonas. Lejos de convertirse en el títere que los gobernantes esperaban, se encontraron con una intelectual firme en su cuadruple condición de ecologista, feminista, anticapitalista y atea, que les fustigaba poniendo el dedo sobre las llagas con su pluma y con su palabra donde más les duele: el inmisericorde sistema de castas de su país, el fanatismo religioso, la defensa de la minoría musulmana en la atenazada Cachemira...

Perseguida

Así relataba recientemente la persecución que afronta en su país: «Pocas semanas antes de la publicación de mi segunda novela (‘El ministerio de la felicidad’, Anagrama, 2017), el ejército cogió a un civil, lo ató a un jeep y circuló cinco horas con él como carga, arrastrándolo. Al soldado que lo hizo, se le premió. Al poco, un actor de Bollywood, que es miembro del Parlamento, dijo que no deberían haberlo hecho con un civil, que deberían haberlo hecho conmigo», cuenta con sus habituales maneras suaves y voz dulce. Pese a todo, el azote del ‘establishment’ hindú, no se amilana. Seguirá trabajando desde la trinchera. «En un partido político me convertiría en una persona sin voz». «Y cuando callejeo por India noto que la gente me quiere», añade. Y lo que molesta es que el resto del mundo la escucha.

Publicidad

Premios Goya

La quiniela de los premios Goya 2025

Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariosur Mujeres en la brecha