El milagro australiano: así vive una malagueña en el país que ha recuperado la normalidad tras poner a raya el Covid

Eva Ramírez, una administrativa de 45 años, repasa la receta de éxito del modelo de las antípodas: «Aquí la gente cumple escrupulosamente las normas e impera el sentido común. Vamos sin mascarillas, nos abrazamos y ya no hay distancia de seguridad», concluye. Hay pues, esperanza

Lunes, 15 de febrero 2021, 00:54

El 7 de marzo de 2020, justo en plena antesala del confinamiento en España, Eva Ramírez Mon se embarcó en la que hasta ahora había sido su gran aventura pendiente: vivir un año en Australia. Atrás quedaban meses de recopilar un sinfín de certificados y ... rellenar más impresos de los que jamás había imaginado para lograr el ansiado visado. En su caso de estudiante, para formarse en Business. «Entrar en Australia es más complicado que hacerlo en la NASA. Es un proceso largo en el que hay que superar una criba muy estricta» bromea. Pero lo consiguió. Y en mitad de un clima internacional marcado por el miedo a un virus del que apenas se sabía aún mucho, esta administrativa malagueña de 45 años puso rumbo a las Antípodas, a las que llegó tras dos días de viaje dispuesta a cumplir un sueño personal.

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Lo que no esperaba es que aquel sueño no sería tan idílico como había imaginado. Y es que apenas dos semanas después, el 20 de marzo, Australia cerró a cal y canto sus fronteras. Lo hicieron sin medias tintas. Como el que a la desesperada busca erradicar un problema de raíz. «En 24 horas, sin avisar, aquí cesó toda actividad: comercios, restaurantes, oficinas... No les tembló el pulso» rememora. Desde entonces y hasta hoy, la isla más grande del planeta se ha convertido por derecho propio en una alumna aventajada en gestión de Covid. En ese modelo de éxito que el resto del mundo mira ahora con admiración, incredulidad y cierta envidia. Sus calles parecen una máquina del tiempo, congeladas en ese 2019 al que tanto se echa de menos. Sin mascarillas. Sin abrazos contenidos. Sin distancia social. Con gradas repletas de espectadores animando un partido de tenis mientras el resto del planeta se pregunta cómo lo han conseguido. Toda una ventana abierta a la esperanza.

La receta del éxito

¿La receta? El control de la pandemia en Australia ha sido elogiado por su efectividad y reacciones rápidas, que han permitido que un gigantesco territorio de 25 millones de habitantes acumule poco más de 900 muertes y menos de 29.000 casos de Covid-19. En la semana en la que el país se ha convertido en epicentro mundial del tenis con la celebración del Abierto de Australia(tras llevar a cabo un aislamiento masivo de 600 personas tras un positivo por coronavirus en el hotel de hospedaje) la pregunta es ¿dónde reside la clave? Aunque su geografía ayude -al ser una una nación insular que puede aislarse más- hay más ingredientes: aislamiento estricto en zonas que presentaban un alto índice de casos, cierre estricto de fronteras, especialmente las internacionales, test gratuitos y accesibles para toda la población, confinamientos severos al más mínimo caso y una fuerte acción gubernamental respaldada sin titubeos ni críticas por la mayoría de los ciudadanos.

«Aquí cuando hay restricciones se asumen y no se cuestionan. Impera el sentido común elevado a la máxima potencia»

A juicio de Eva, ahí reside la clave: «en el respeto». «Aquí cuando hay restricciones se asumen y no se cuestionan. Impera el sentido común elevado a la máxima potencia. Si salta un solo caso de Covid se decreta un confinamiento de 3 días estrictos y la población lo lleva a rajatabla. Su mentalidad no tiene nada que ver con la nuestra. Es un país muy inteligente que además económicamente saldrá antes de todo esto porque se conceden muchas ayudas», explica esta malagueña desde su casa, ubicada en Nueva Gales del Sur. Su pueblo, Byron Bay, es un pequeño municipio costero del sureste famoso por sus playas o sus lugares para practicar surf y submarinismo. Allí viven Elsa Pataky y su marido Chris Hemsworth. «Alguna vez los he visto de lejos», confiesa.

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A día de hoy Ramírez -administrativa de formación y con una excedencia de un año concedida en un colegio inglés- trabaja como autónoma prestando servicios de limpieza en centros de trabajo y domicilios particulares. Su jornada no es sencilla. Se levanta a las 3.30 de la madrugada cada día y al volver a casa -después de más de 10 horas- compagina el empleo con su formación allí, en Business. Su visado era de un año, pero ha logrado que le autoricen una prórroga de tres meses por lo que regresará a Málaga el próximo mes de junio. «Con el Covid se me ha pasado el año sin darme cuenta y ahora es cuando más asentada estoy con estabilidad económica y empezando a disfrutar de la experiencia», indica.

Este mes de febrero allí están en pleno verano y desde el pasado junio la economía local empezó a recuperar el pulso. «Aquí hacemos vida prácticamente normal. Eso sí, cuando accedemos a alguna tienda o restaurante tenemos que pasar un código QR que llevamos en el móvil para que nos localicen si salta un caso y llevar un control. Grandes festivales aún no hay pero sí conciertos en salas pequeñas con aforos limitados», relata.

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«Cuando accedemos a una tienda o restaurante pasamos un código QR para registrarnos en caso de que salte un caso tenernos controlados»

En Australia aún no ha empezado la vacunación, aunque la campaña está previsto que arranque a finales de este mes de febrero. «Primero llegarán unos 10 millones de dosis y creo que en junio están previstos otros 10 millones más. Aunque yo como extranjera tenga que pagarla me gustaría volver a España ya vacunada dado que tendré que hacer un viaje largo de vuelta», asegura Eva, quien prefiere no pensar en su regreso. «No me hago a la idea de llevar mascarilla tantas horas. Eso me va a costar», admite.

Pese a lo complicado que fue estar cuatro meses allí sin trabajar, tirando de ahorros con mil dudas e incertidumbre, y los baches encontrados en su aventura australiana, Eva insiste en que aunque la experiencia ha sido «bastante dura» ha merecido la pena. «Este país es impresionante. Para los amantes de la naturaleza es increíble y tiene una energía especial. A nivel personal me ha permitido crecer y ponerme a prueba ante adversidades» concluye.

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Nos despedimos. En España son las 12 del mediodía. Allí las 10 de la noche. Antes de cerrar la breve conversación mantenida previamente en Whatsapp cautiva su foto de perfil. Eva posa de espaldas con un sombrero de ala ancha contemplando un lago turquesa desde un frondoso bosque de Tasmania, al que viajó recientemente. Porque sí, allí ya se viaja. La imagen, a más de 17.000 kilómetros, transmite paz en mitad de la tormenta que aún se libra en España. Un soplo de aire fresco... y de esperanza.

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