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Captura de pantalla de parte del contenido del escrito publicado en sus redes sociales. SUR
El mensaje de un médico malagueño contra las teorías de la conspiración sobre la pandemia se hace viral

El mensaje de un médico malagueño contra las teorías de la conspiración sobre la pandemia se hace viral

En su 'carta abierta a los imbéciles', el doctor Juan Manuel Jiménez Muñoz arremete contra colectivos como 'Médicos por la verdad'

Lunes, 17 de agosto 2020, 13:56

La pandemia del coronavirus provocada por la Covid-19 sigue generando profundos debates en las redes sociales y en la calle. Los conspiranoicos, liderados por figuras como el cantante Miguel Bosé, siguen dando pábulo a teorías de todo tipo, desde el 5G a Bill Gates, pasando por George Soros. Hay incluso un colectivo autodenominado 'Médicos por la verdad'. Pero también son muchas las voces críticas contra este tipo de mensajes, que alertan de su peligrosidad. Uno de los textos que más repercusión está teniendo en estos últimos días ha sido publico en su muro de Facebook por el médico malagueño Juan Manuel Jiménez Muñoz.

Natural de Canillas de Aceituno, es médico de familia y ejerce en capital. El pasado miércoles, en su perfil público de Facebook, publicó una 'carta abierta a los imbéciles', que en apenas una semana está teniendo gran repercusión en dicha red social, donde ha sido aplaudida por miles de internautas que han compartido sus palabras en sus muros y le han dejado mensajes de apoyo en el suyo. Así, suma ya más de 46.000 me gusta o me encanta, 13.000 comentarios y ha sido compartido 59.000 veces. La misiva, con un titular muy directo, está dirigida a todos esos médicos y biológos que, como los llamado Médicos por la verdad, difunden teorías como negar la pandemia.

Tras presentarse y dar sus datos personales, incluido el numero de colegiado por si alguien le quiere denunciar o poner una querella, este médico de Málaga con 35 años de experiencia dedica un extenso texto a todos aquellos que parecen renegar, en tiempos de pandemia y con miles de muertos en las cifras oficiales, de los avances científicos y médicos dando pábulo a teorías de la conspiración y sin fundamento científico.

El doctor Jiménez comienza su carta recordando a quienes parecen haberlo olvidado que «el método científico, desde Galileo Galilei, nos ha sacado de las sombras. La electricidad, la radio, la televisión, los GPS, los teléfonos, los viajes espaciales, los antibióticos, las vacunas, los telescopios, la anestesia general, el saneamiento de las ciudades, la depuración del agua, las radiografías, las resonancias, los rascacielos, los aviones, los trenes, el cine, las fotografías, los ordenadores, y nuestra vida al completo, dependen de una ocurrencia de Galileo».

Resume el método de Galileo en tres puntos: «establecer una hipótesis plausible sobre un problema concreto; realizar experimentos para comprobar la veracidad o la falsedad de esa hipótesis; publicar los experimentos para que cualquier otro los pueda reproducir, afirmar o refutar». Y, como él mismo añade, por eso «la sociedad de 2020 es completamente distinta a la de 1700». Al método científico, continua, »le debe la humanidad el contar con herramientas para erradicar una pandemia, o para hacerla soportable: la del coronavirus, por ejemplo».

A quienes lo obvian les recuerda que gracias a ella hay enfermedades que son ya parte del recuerdo o con casos muy contados y que otras han encontrado tratamiento «que las hacen menos mortales». Dicho todo esto, a modo de introducción, comienza su desahogo y crítica sin paliativos, porque «que después de 300 años de éxitos tenga uno que soportar lo insoportable, resulta estremecedor: la caída del modelo y la sustitución por la farsa, por la charlatanería, por la incultura, por el pensamiento mágico, por la vulgaridad, por el despropósito y por la democracia aplicada a la ciencia, donde el analfabeto opina sobre el coronavirus en igualdad de altavoces que el más docto catedrático de virología, y donde los tratamientos y las medidas de contención de una epidemia son a la carta».

«Añorar la Alta Edad Media»

Ahí, en ese grupo, mete a todos esos grupos que «parecen añorar la Alta Edad Media» y en el que se mezclan «terraplanistas, antivacunas, conspiranoicos, sectas satánicas, neonazis, adoradores de ovnis, hedonistas ácratas, cazadores de masones, fetichistas de los porros, delirantes con el 5G, ecologistas que no han visto jamás una gallina e imbéciles con pedigrí, pululan en todas las redes sociales instaurando una nueva religión que, mucho me temo, está calando más de lo que imaginaba en una población carente de cultura y liderazgo».

Todo eso, que siempre ha estado ahí, «no es nuevo». Lo que realmente le hace enfadar, como médico, es que haya compañeros de profesión «liderando imbéciles acientíficos y abjurando de la ciencia para adquirir una fama pasajera». Algo que asegura que nunca creyó que verían sus ojos, como tampoco que «los Colegios de Médicos, o de Biólogos, giraran la cabeza hacia otra parte y no alzaran su voz contra el medievalismo».

Llegados a este punto de su aplaudida carta, señala directamente a ese grupo de 200 médicos que se han autodenominado 'Médicos Por la Verdad'. Un título que considera «una ofensa gravísima para el resto de los médicos que ejercemos en España, que somos 160.000. Porque quiere decir, ni más ni menos, que los 159.800 médicos restantes que no estamos en la secta somos 'Médicos Por la Mentira'».

A este médico de Canillas de Aceituno, con más de 30 años de experiencia a sus espaldas le indigna el eco que sus afirmaciones están teniendo, que den conferencias, publiquen libros y defiendan teorías sin prueba científica alguna como válidas «cuando la ciencia, precisamente, ha demostrado lo contrario». «Resultaría risible si no fuese mortal de necesidad, y si quienes defienden esas barbaridades fuesen mariscadores gallegos, aceituneros andaluces o pescadores cántabros, y no licenciados o doctorados por una Universidad», se lamenta.

«No es época de división, ni de actuar cada uno a su bola. Por desgracia, nadie lidera la crisis. Es evidente. Digo ningún político. El Gobierno Central ha dimitido de sus responsabilidades. Incluso tiene que sobornar a los autonómicos para que acudan a las reuniones. 17 Reinos de Taifas, 17 desastres organizativos. A cuál peor. Ni una puñetera norma en común. Ni un solo registro compatible. Y además de eso, por si fuese poco, una sarta de embusteros con el título de licenciado envenenan a la sociedad en lugar de aconsejarla, de guiarla, de cuidarla, prestándose a decir lo que muchos quieren escuchar, lo que ahora vende: que el coronavirus es un invento de las superpotencias para disminuir la población mundial, para enriquecer a las farmacias y para cargarse a los ancianos, pero que, sin embargo (y mira tú que curiosa paradoja), la tal pandemia no existe« , asegura Jiménez.

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