Las firmas de moda han encontrado en el temor al contagio un filón al que sacar provecho sumando un complemento más a sus creaciones: la mascarilla. Antes de la era Covid, fue un accesorio de moda urbana y también un símbolo de protesta por el cambio climático, que encontró en la popular cantante Billie Eilish una de sus grandes impulsoras. Hace un año ya mostraba en su perfil de Instagram una fotografía con una mascarilla-joya adornada con cientos de cristales. La moda es reflejo de lo que acontece en cada momento y en tiempos de pandemia se impone este producto. En la búsqueda por la diferenciación y la necesidad de personalización, las mascarillas han dejado de ser únicamente un elemento totalmente necesario y práctico para comulgar a su vez con las tendencias o firmas del momento.
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Ahora Gucci, Fendi y Louis Vuitton agotan existencias pese a sus precios, que van de 80 a los 200 euros por unidad. Ante una demanda que no deja de crecer (la búsqueda de mascarillas de diseño se incrementó un 496% en los tres últimos meses), el mercado no-sanitario se ha puesto manos a la obra para abastecer las necesidades y, de paso, aprovechar el filón. Las hay con narices y bocas sonrientes, como el modelo N95 Resting Risk Face, creado por la diseñadora Danielle Baskin; con logos de la propia marca, como Off White e, incluso, con la emblemática lengua roja de los Rolling Stones, que vende la firma Urban Outfitters. Una moda a la que se han sumado modelos como Bella Hadid o las actrices Gwyneth Paltrow o Kate Hudson.
Pero antes de que la pandemia aterrizara en España, la relación de la moda con la mascarilla comenzó en la Semana de la Moda de París, donde con el brote italiano sobrevolando el ambiente, los diseñadores Paco Rabanne y Dreis Van Noten fueron los primeros en adoptar medidas regalando mascarillas a la entrada de los desfiles. «Allí se vieron a las primeras 'street styler' asistir a los desfiles de Channel o Yves Saint Laurent con mascarillas puestas y a la diseñadora francesa Marine Serre subirlas a la pasarela con diseños a juego con sus propuestas para la próxima temporada», apunta la estilista Rocío Linares. Para esta asesora de imagen malagueña no hay duda de que la mascarilla, además de necesaria para la protección frente al virus, es ya un complemento de moda más. «No solo lo hemos visto en los desfiles. En la portada del último número de Vogue Portugal, que es la biblia de la moda, aparecían dos personas besándose con mascarillas».
Y, según esta experta, pronto dejarán de verse solo en catálogos y web de moda para saltar de forma generalizada a la calle. «Va a ser el nuevo bolso para las mujeres, una forma de distinción, de imprimir personalidad y, sobre todo, de disipar dramatismo a la dura situación que vivimos», declara Linares. El mismo diseñador malagueño Rafael Urquizar muestra ya en sus escaparates a maniquíes con mascarillas a juego con los trajes que presenta. Toda una declaración de intenciones.
También, la firma malagueña Pepa Loves muestra en su web dos modelos de mascarillas con vivos estampados. Vinculados al movimiento animalista, sus responsables quisieron echarle una mano produciendo un lote de mascarillas para este colectivo. Con el tejido sobrante hicieron unas muestras y las subieron a sus redes sociales. «La gente se ha vuelto loca, les ha encantado, pero nuestra idea no es ganar dinero con ellas, sino obsequiar a nuestros clientes a partir de un determinado número de pedidos que hagan», explica Alex Solís, director de Pepa Loves, firma heredera de Pepa Karnero, que fundaron sus padres. Ahora, estudian si seguir adelante con el diseño de mascarillas. «De hacerlo, nos gustaría que los filtros de protección estuvieran homologados para que el cliente nunca tuviera una falsa sensación de seguridad», recalca.
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Además de diferenciar entre higiénicas, quirúrgicas y de alta protección, la variedad de diseños de tela que están lanzando las firmas de moda no deja de crecer. Algunas sirven como cobertura estética de las sanitarias, otras tienen la misma eficacia que las quirúrgicas (evitan contagiar, pero no protegen a su portador) e incluso hay modelos que incluyen un filtro desechable.
En este sentido, la estilista Rocío Linares insiste en que no todo debería valer, «no podemos arriesgar la salud por moda». Asegura que a día de hoy las más seguras, las que ofrecen una alta protección son las que están vendiendo las firmas de alta costura y en España no ha encontrado ninguna que ofrezca ese nivel de seguridad. «Ya que voy a invertir en una mascarilla de diseño apostaría por una que me diera protección, que pudiera cambiarle el filtro interior que llevan de FFP3 y así poder seguir usándola. Nunca utilizaría unas de tela sin más por muy bonitas que fueran. Para eso, o uso las quirúrgicas con motivos desenfadados, aunque sean desechables, o unas de protección intermedia».
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Algunos diseñadores que empezaron a hacerlas en las primeras semanas de la pandemia para donarlas a centros hospitalarios, han sacado ahora a la venta algunas colecciones de diseño, como las realizadas por el español Juan Carlos Pajares a un precio a partir de 12 euros, que pueden utilizarse como funda para las sanitarias o por sí solas, incluyendo un filtro en su interior.
En los últimos meses, las mascarillas han ido acaparando protagonismo en las secciones de moda. Las hay para todos los gustos: lisas, florales, con cuadros, con lunares o con el incombustible y siempre controvertido 'animal print'. Algunas tienen un regusto retro, otras son de aire gótico, otras deportivas y algunas ostentosas con pedrería. La marca Cherubina, que copó titulares tras vestir a la reina Letizia, ya ha lanzado mascarillas para invitadas. Esta marca ha diseñado unos accesorios con diferentes tipos de estampados que tienen un filtro de TNT (textil no tejido) entre las diferentes capas. Como señala en su web, por cada mascarilla comprada se donará otra para personal sanitario de los diferentes hospitales. El pack de tres tiene un precio de 29 euros.
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Según Rocío Linares, solo es cuestión de tiempo que Inditex saque al mercado mascarillas con alta protección FFP3 a juego con la ropa y a un coste asequible, «que podría ser 19,95 euros, que es muy precio muy de esta firma». «En una semana o dos podemos estar viéndolas ya en tiendas. Queda mucho tiempo de usar mascarillas y seguro que las firmas 'low cost' van a apostar por su venta conjugando estética y seguridad», asegura Linares, quien defiende que estamos solo en la «fase 0» de las mascarillas de moda. «Se va a llevar a juego con el bolso, con la ropa y, como cualquier otra moda, tendrá su caducidad, que en este caso vendrá condicionada por el descubrimiento de la vacuna contra el Covid-19».
Y mientras llega, no solo las grandes firmas de moda apuestan por diseñar mascarillas. Entidades privadas de Málaga también se han lanzado a personalizar este complemento, que en el caso de la Peña Malaguista Benamiel es sin ánimo de lucro. La idea partió de su presidente, que es diseñador gráfico. «Un día me puse a hacer unos bocetos para matar tiempo en estas semanas de confinamiento y los colgué en redes sociales. Se incendiaron; fue un auténtico bombazo», recuerda aún asombrado Miguel Infante. Asegura que nunca fue su intención sacar una línea de mascarillas, pero viendo la repercusión que ha tenido y las numerosas peticiones que han recibido, están estudiando la viabilidad comercial de sus cuatro propuestas. «Oficialmente no podemos hacerlo por ser una marca registrada, así que de llevarlo a cabo solo sería algo interno y, por supuesto, sin ánimo de lucro. Ya estamos en conversaciones con una empresa española para que, si seguimos adelante, el dinero se quede en España», apostilla Infante.
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También de una forma casual surgió el proyecto de hacer mascarillas con el nombre y el escudo de la Cofradía de la Piedad de Málaga, que tras vender en apenas dos días las 300 primeras realizaron un segundo pedido, que prácticamente está agotado. «Un hermano nos comentó que en la empresa textil donde trabaja iban a imprimir el logo en las mascarillas. A partir de ahí dejamos volar la imaginación y a pensar cómo quedarían con el nombre de nuestra cofradía. Una cosa llevó a la otra y en horas estábamos estudiando ideas y la viabilidad del proyecto», recuerda el teniente hermano mayor Juan Miguel Fernández. Decidieron que llevaría el nombre y el escudo, y buscaron cómo sufragar el primer lote, a partir del cual todo lo que se recaudaría fuera destinado a la obra social de la hermandad. Con la ayuda de varios hermanos, se pagaron las primeras 300 mascarillas. Todas están fabricadas con tejido TST (tejido sin tejer) de 80 gramos, que es un material filtrante apto para mascarillas higiénicas y del tipo I y II de protección. Una mascarilla cuesta 6 euros; dos valen 10 euros y se pueden adquirir a través de su página web. Gracias al dinero recaudado con las mascarillas hasta la fecha y con la venta de una fotografía de la Virgen de la Piedad, esta cofradía, que colabora con la Fundación Corinto y Cáritas Parroquial, ha podido ayudar a cerca de 30 familias vulnerables con lotes de alimentos. Nunca las mascarillas fueron tan necesarias.
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