En manos de una milenial: así es la primera ministra más joven del mundo

La finlandesa Sanna Marin, de 34 años, se ha convertido, a sus 34 años, en la mandataria más precoz: «Soy hija de familia arcoiris», advierte

Fernando miñana

Miércoles, 11 de diciembre 2019, 00:13

Sanna Marin (Helsinki, 1985) era una adolescente como otra cualquiera. Una joven escéptica con la política que no se sentía representada por las personas que se sentaban en el Parlamento de Finlandia. «Sentía que la política y los políticos son completamente diferentes a mi mundo. ... Con 20 años me di cuenta de que las cosas no mejorarían por sí mismas. Necesitas cambiarlas. Y no has nacido líder, pero creces». Y allá que fue. Primero entró en el Ayuntamiento de su ciudad, en Tampere; luego se hizo con la alcaldía; después le dieron el Ministerio de Transporte; y, tras reemplazar a Antti Rinne, se ha convertido en la primera ministra de Finlandia. Y no es solo la tercera mujer y la más joven de cuantas han dirigido su país, sino que se ha convertido, a sus 34 años, en la mandataria más precoz del mundo, por delante de Oleksiy Honcharuk (Ucrania) y Kim Jong-un (Corea del Norte), ambos con 35.

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La primera ministra preside el Gabinete después de alcanzar un acuerdo con otros cuatro partidos políticos también liderados por mujeres y treintañeras, excepto una de ellas (Anna-Maja Henriksson, de 55 años). Marin se ha dado prisa en sacudirse lo anecdótico, el género y la edad, para poner en valor lo crucial: «Pienso más en las razones por las que me metí en política y aquellas cosas por las que nos hemos ganado la confianza del electorado».

Aunque lo cierto es que su vida ya había tenido poco de convencional. Su madre pasó la infancia en un orfanato. Se quedó embarazada a los 23 años y poco después de alumbrar a Sanna, su padre, que era alcohólico, las abandonó. La mujer, con escasos recursos, consiguió sacarle adelante ella sola, aunque a veces tuvo que pedir ayuda a la Seguridad Social. Más adelante, emparejó con otra mujer, y juntas educaron a la pequeña, quien siempre dice que es «hija de familia arcoiris». Una familia y unas circunstancias que le dejaron huella. «No tuve un modelo de éxito en mi casa, pero aprendí a enfrentar las dificultades. No tuvimos una vida fácil en muchos aspectos», explicó a la revista 'Anna'.

Crecer en una casa donde no abunda el dinero marca. Marin nació en Helsinki, pasó los años de Primaria en Espoo, los de Secundaria en Pirkalaa y estudió Administración local y regional en la Universidad de Tampere. Allí, en la segunda ciudad de Finlandia, reside en el distrito de Kaleva, un barrio residencial con casas de los años cincuenta. Alos 15 años comenzó a buscarse un trabajo para aprovechar los veranos y el primero de todos fue en una panadería. Después hubo otros, incluido un tiempo en Amnistía Internacional. Tardó diez años en acabar la carrera –fue la primera de su familia en pisar la universidad– y un máster en Ciencias Administrativas, pero compaginó los estudios con el trabajo y la política.

Marin supo que estaba embarazada un domingo de mayo de 2017. Era el Día de la Madre y se emocionó mucho porque tiene algo de cabalística: le gustan las fechas concretas y los números redondos. Por eso decidió casarse con su novio de toda la vida, Markus Raikkonen, cuando cumplían quince años juntos. La primera ministra milenial del país es una feminista coherente con su discurso. En enero de 2018 trajo al mundo a Emma. Ella se encargó del bebé en primavera y verano; en otoño, cuando acabó su permiso por maternidad, le llegó el turno a su pareja. «Los techos de cristal no se rompen si las mujeres ceden o se rinden», sostiene. Y sobre la maternidad, su mensaje es igual de conciso: «Soy una mujer moderna y no tengo intención de dejar el trabajo ni la política», aseguró Marin durante los meses de su embarazo.

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A los 15 años tuvo su primer trabajo, como empleada en una panadería

Su vida sería inviable sin el apoyo de su marido –reconoce que Markus la tranquiliza en los éxitos, recordándole que está en casa para ayudarla, y la consuela en los fracasos– y los abuelos. Entre todos se reparten el cuidado de Emma mientras la madre, que pasa seis días a la semana en Helsinki y tiene que dormir en la capital dos o tres noches, intenta hacer todo lo posible por llegar a tiempo a su hogar para abrazar a la niña. «Emma solo va a ser pequeña una vez», dice. Por eso intenta imponerse dos normas: no se enciende el ordenador hasta que la pequeña se ha dormido y, al menos hasta ahora, los domingos son sagrados. Es el día para disfrutar de las actividades al aire libre en medio de la naturaleza en la región de Pirkanmaa.

Marin tiene una página web donde escribió su último 'post' en febrero y donde informa, entre otras cosas, de que habla finés, sueco e inglés, además de chapurrear el alemán. O remarca cuáles son sus tres pilares: libertad, igualdad y solidaridad. Siempre ha sido una mujer firme y ella pensaba que también sería una madre inflexible. Hasta que tuvo a un bebé regordete y balbuceante entre sus brazos. «El nacimiento de mi hija me ha ablandado y me ha hecho ver las cosas desde una nueva perspectiva; antes pensaba que sería rígida criándola y ahora la mimo demasiado».

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El exprimer ministro Alexander Stubb la ha recibido con elegancia desde Twitter: «Mi partido no está en el Gobierno, pero me alegro de que las líderes de los cinco partidos que gobiernan sean mujeres». Finland is different.

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