La librería a cielo abierto más grande del mundo
'Bouquinistes' de París ·
Los libreros que desde hace 450 años abren sus puestos a orillas del Sena ganan la batalla por mantener su actividad durante los Juegos OlímpicosSecciones
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'Bouquinistes' de París ·
Los libreros que desde hace 450 años abren sus puestos a orillas del Sena ganan la batalla por mantener su actividad durante los Juegos OlímpicosSon un emblema del París histórico. Hace 450 años que forman parte de su paisaje y así seguirán durante los próximos Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2024. Los 'bouquinistes', los vendedores de libros antiguos y de ocasión a orillas del Sena, podrán seguir ofreciendo este ... verano sus libros, postales, láminas y souvenirs tras ganar el pulso que mantenían con el prefecto de Policía de la capital y el ministerio francés del Interior.
Inicialmente, el responsable policial pretendía quitar de su emplazamiento actual 428 de las 932 también llamadas 'cajas verdes' a fin de garantizar la seguridad en la ceremonia de apertura de las Olimpiadas y permitir que más espectadores pudieran ver de cerca el desfile fluvial de los atletas olímpicos. Según los 'bouquinistes', les querían quitar del medio porque «estropeamos la vista». «Somos un símbolo importante de París, como la Torre Eiffel y Notre Dame. Un símbolo no se toca, no se esconde», explica Jérôme Callais, presidente de la Asociación Cultural de Bouquinistes de París.
Los libreros temían tener que cerrar sus puestos todo el verano. Desmontar y volver a montar sus cajas es una operación de envergadura. Se necesitan tres horas para desmantelar sólo una. Y surgía otro problema: el del almacenamiento de las cajas y de millares de libros. Además, el Gobierno no preveía indemnizaciones para los libreros, todos trabajadores autónomos, pese a su intención de dejarles varios meses sin ingresos, cuando muchos contaban con hacer el agosto este verano por los 15 millones de visitantes previstos con motivo de los Juegos.
Los libreros del Sena se negaron a moverse. Que les quitaran los tenderetes del muro donde están colocados era, en palabras del 'bouquiniste' Michel Bouetard, «como si nos arrancaran los dientes». Temían que sus viejas cajas de libros se rompieran durante el traslado y fueran sustituidas por otras sin encanto. Ahora no hay dos iguales. Muchas de ellas no se han movido nunca de su emplazamiento. Las más viejas tienen 150 años.
La suerte de estos vendedores despertó la solidaridad de muchos parisinos y amantes de los libros de todo el mundo, y se recogieron 184.000 firmas contra su traslado. Al final, la falta de una solución que contentara a todos llevó al presidente Macron a autorizarles que se quedaran en sus puestos durante las Olimpiadas, al considerarlos «un patrimonio vivo de la capital». Una decisión que ha obligado a rebajar a 320.000 el número de espectadores de la ceremonia de apertura de los Juegos, casi la mitad de los 600.000 previstos en un principio. «Ha sido un gran alivio tras siete meses de insomnio, de preocupaciones, porque no sabíamos qué iba a pasar», admite el portavoz del colectivo. «Tendremos cierres puntuales, por ejemplo, el día de la apertura, el del maratón o la carrera ciclista. Algunas pruebas van a impactar un poco en nuestra actividad, pero en general podremos abrir», celebra Callais cerca del Pont Neuf, uno de los puentes más famosos de París.
Presentes de manera casi ininterrumpida desde el siglo XVI a orillas del Sena, los 'bouquinistes' -el nombre viene de la palabra bouquin, libro en francés- presumen de regentar la mayor librería al aire libre del mundo con un recorrido de más de tres kilómetros entre volúmenes. Herederos de los vendedores ambulantes de libros y panfletos que se apostaban junto al río, desde 1891 tienen permiso para dejar por la noche su mercancía en sus puestos.
París suma en la actualidad unos 240 'bouquinistes', con cerca de un millar de cajas verdes que contienen unos 300.000 libros de todo tipo de géneros y para todos los bolsillos. En la 'rive gauche' (orilla izquierda), sus puestos están situados entre la rue du Bac y el Instituto del Mundo Árabe. En la orilla derecha, están instalados entre el Museo del Louvre y el puente Marie. Propietarios de sus cajas. no pagan alquiler, aunque sí impuestos, están obligados a abrir una media de cuatro días a la semana y a respetar un estricto reglamento.
«Somos 'bouquinistes' ante todo y sobre todo por la libertad de abrir o de no abrir, por la pasión y las conversaciones con la gente que encontramos. Eso es lo primordial. Y tratamos de ganarnos la vida porque necesitamos alimentarnos», explica el presidente de la asociación cultural que aglutina a este colectivo en París. «La gran diferencia entre un 'bouquiniste' y un librero es la libertad», subraya. «Aquí no hay una puerta que empujar, no hay un obstáculo. Tengo amigos que tienen tiendas y hay días en los que ni un solo cliente empuja la puerta. Aquí tenemos decenas de miles de personas que pasan a diario. Y eso es fantástico. Es la librería más democrática que hay. Es de libre acceso para todos y la más popular», presume Callais.
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