Cuentan que hubo un tiempo en el que la pequeña localidad oscense de Sabiñánigo, de apenas 9.000 habitantes, destacaba porque cuando los varones hacían la mili tenía los mozos más altos de España. Ahora otro vecino de altura ha puesto a este municipio, conocido ... popularmente como la Puerta de los Pirineos, en boca de todo el mundo. Es Javier Oliván, el hijo de Florián, un empresario, y de María Pilar, una profesora ya jubilada del instituto Biello Aragón, que se ha convertido en el 'número dos' de Meta Platforms, la matriz de Facebook.
Más de quince años después de que empezara a trabajar en lo que entonces era una startup californiana en plena expansión, este ingeniero de 45 años, casado con la alemana Veronika Rehinhold y padre de dos hijos, ha regresado a su país de origen para seguir ejerciendo en remoto como responsable global de operaciones (COO por sus siglas en inglés) del holding propietario de Whatsapp o Instagram. Cobrará un salario fijo de casi un millón de euros, y bonus variables, ingresos por los que tributará en Hacienda bajo la condición de 'nómada digital'.
Celoso de su intimidad, poco se sabe de la vida privada del que fuera uno de los primeros empleados no norteamericanos en trabajar para Mark Zuckerberg, que sólo tiene una cuenta operativa en Facebook y mantiene otra privada en Instagram con menos de una veintena de seguidores. Las únicas pistas las dan vecinos de su familia, de clase media, que le recuerdan como un chico «tímido y muy listo», que tocaba el piano y al que le gustaban los videojuegos. También algunos de sus profesores, entre ellos Ángel Rubio, docente de Tecnun, la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Navarra en San Sebastián en la que Oliván se graduó 'cum laude' como ingeniero en Automática y Electrónica Industrial e Ingeniería Industrial.
«Un tipo muy rápido»
Siete años pasó en las aulas del centro guipuzcoano el que hoy es la mano derecha de Mark Zuckerberg, pero quienes coincidieron con él se percataron de que apuntaba maneras desde el principio. Llegó a Euskadi sabiendo inglés y francés. A su vuelta de Alemania, a donde viajó de Erasmus, ya dominaba la lengua de aquel país, y no tardó mucho en hacer lo propio con el japonés. «Era un tío muy rápido, de esos que las coge al vuelo», recuerda Rubio, su profesor de Robótica, con el que también compartió espacio en el Colegio Mayor de Ayete.
«Afable y muy trabajador» llegó incluso a formar parte de la tuna de Tecnun. «Tenía vida social y muchísimos amigos. Claro, ¡por eso está en Facebook!», bromea su maestro, que no tiene para olvidar su reencuentro con Oliván en la Universidad de Stanford, en California. «Fue en 2016. Estuve un año trabajando allí, así que le invité a una tertulia en una residencia de estudiantes de Palo Alto. Hablé mucho con su secretaria para intentar cuadrar una cita. Después de darle muchas vueltas recuerdo un comentario suyo que me hizo gracia: 'Javier me ha dicho que para esto tengo que encontrar hueco como sea'. Era la persona amable de siempre». «Entonces -continúa- le propuse una hora. No le iba bien, debía ser antes o después, porque tenía que acostar a sus hijas. Me gustó ese aspecto suyo tan humano».
Oliván ha vuelto a sus orígenes, y se ha instalado cerca de Sabiñánigo con su mujer alemana y sus dos hijos
La vida del ingeniero oscense cambió precisamente en aquella prestigiosa universidad, a la que llegó becado para estudiar un máster de administración de empresas. Allí supo de una red social para universitarios que había creado en Harvard un tal Zuckerberg, y se propuso hacer lo mismo con dos de sus compañeros para el público español. Pero el proyecto no cuajó, porque entonces era Tuenti la que reinaba en la península.
No fue la única experiencia que Oliván vivió en Standford porque, según algunos de sus allegados, fue en los pasillos del centro donde tuvo lugar su primer encuentro con el fundador y CEO de Facebook. Cuentan que no hizo falta más que una pequeña charla entre ambos para que el programador y empresario estadounidense viera de manera clara la necesidad de traducir la plataforma a todos los idiomas. Así, en apenas unas semanas, el de Sabiñánigo, que había empezado su carrera como ingeniero en la alemana Siemens y después en la japonesa NTT Data, se convertía en el responsable de crecimiento internacional de Meta.
Solamente 'Javi'
Con el tiempo, el hijo de la profesora María Pilar fue escalando posiciones en la compañía centrado en el crecimiento de sus distintas plataformas, acumulando miles de acciones que le permitieron convertirse en millonario en 2012. Y sin hacer ruido se consolidó como uno de los principales miembros de la guardia pretoriana de Zuckerberg junto a Chris Cox, Naomi Gleit o Adam Mosseri, hasta su nombramiento como 'número 2' tras la salida de Sheryl Sandberg.
Con todo, la relación entre los dos hombres fuertes de la multinacional va más allá de lo meramente profesional. El de Palo Alto no sólo ha encontrado en 'Javi', como acostumbra a llamarle, a su subcomandante, su hombre de confianza, que le profesa una lealtad sin fisuras. También al amigo y compañero con el que disfruta de una de sus grandes pasiones el surf, deporte del que Oliván se habría enamorado en una piscina de olas artificiales en Munich.
Dicen conocidos de la familia que su hijo más internacional ha vuelto a poner un pie en su tierra, concretamente en Arguisal, uno de los 53 núcleos de Sabiñánigo de donde procedían sus abuelos, para construirse una casa. Allí, a dos pasos del valle del Tena, podrá prácticar otra de sus aficiones favoritas, el parapente, y quien sabe si operar para su empresa con nueve horas de diferencia respecto a EE UU. Porque él, fiel a su estilo, prefiere mantenerse alejado del foco.
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