Lunes, 13 de septiembre 2021, 10:37
El de Sierra Bermeja, un incendio completamente extraordinario de sexta generación y de categoría E, el máximo nivel en la clasificación del Infoca, se estudiará en los manuales de los servicios de extinción e incluso en los de meteorología. «Es probablemente el incendio más complejo que hemos conocido en los últimos años en España», afirmó ayer el director del dispositivo que trata de apagarlo, Juan Sánchez.
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Una de las claves que explica su comportamiento y también su recorrido es el viento. Si los dos primeros días bajó desde Genalguacil –donde se originó en dos focos diferentes, lo que induce a pensar que fue intencionado– hasta Estepona empujado por el terral, en los dos siguientes ha vuelto a subir espoleado por el levante, que empezó siendo una brisa, pero que ayer domingo sopló con cierta intensidad. Además, fue de componente variable, lo que añadió un extra de dificultad –por si fueran ya pocos– a los servicios de extinción. Literalmente, se dio la vuelta: la cabeza se convirtió en cola y después volvió a ser la cabeza del incendio.
Pero lo más sorprendente es que, a falta de viento, tiene su propia dinámica interna para propagarse. «Este incendio tiene vida propia», comentaba ayer un integrante del Infoca. Esa capacidad de autopropulsarse surge de su alto poder de convección. Cuando pasa por zonas de barrancos o vaguadas, ese movimiento vertical del aire se acentúa y forma columnas de humo capaces de atravesar la troposfera, que es la capa de la atmósfera más cercana a la superficie terrestre.
Ahí radica otra de sus peculiaridades. En los cuatro días que lleva arrasando Sierra Bermeja, ha formado al menos tres pirocúmulos (el último ayer), que no son otra cosa que embolsamientos de todo ese humo y ceniza procedente del incendio y alimentado por la columna. Cuando se separa de ésta, puede provocar una lluvia de material incandescente sobre la zona afectada, lo que, además de poner en peligro a la población, le permitiría extenderse.
Ayer dio muestra una vez más de su carácter extraordinario, cuando una pavesa procedente del mismo fue capaz de saltar los cortafuegos y generar un nuevo incendio, al que absorbió al succionarse sus frentes más próximos, pero que ahora le hace crecer en dos direcciones: hacia el norte y hacia el oeste. El motivo es que, además, es un incendio con una «muy alta probabilidad de retorno» por la vegetación que encuentra a su paso, que tiene un estrés hídrico importante por el verano y las altas temperaturas. «Digamos que tiene una enorme predisposición a arder», apostillan en el Infoca.
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