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«Los novios de hoy día no quieren meras bodas, buscan organizar auténticos festivales para animar y sorprender a sus invitados desde que ponen un pie en el convite». Patricia Navarro, wedding planner fundadora de Arteboda, resume así el hilo conductor que según advierte está marcando los enlaces celebrados en la provincia. Las parejas -remarca- quieren ante todo pasárselo en grande. Y para lograrlo no escatiman. Desde cañones de humo a proyecciones láser en la pista de baile, jeringuillas con chupitos en la bautizada como 'hora loca', botellas de licores a modo de centros de mesa, disfraces, zancudos o plataformas giratorias 360 para retratarse. Los profesionales del sector nupcial coinciden en que el principal objetivo es no aburrir con protocolos anticuados. De ahí que se quiten platos del menú o se eviten las fotos de grupos de pose. ¿Lo más 'in'? Llevarse de recuerdo un tatuaje. Repasamos las tendencias (y excentricidades) que arrasan en los 'sí quiero' malagueños. Pasen y lean.
Sencillos, con menos hoja verde y de colores más subidos. Para la florista malagueña Susana Sánchez estos son los ingredientes que marcan la tendencia en ramos de novia esta temporada. «Los diseños más silvestres están dejando paso a ramos de una sola flor de tonalidades más llamativas, no tan ñoñas. A mí me están pidiendo fucsias, azules, naranjas... Muchas novias buscan con ello diferenciarse y ser originales», advierte. También hay novedades en la forma: el bouquet cerrado redondo ha dado paso a ligeras caídas. «Se llevan un poco desestructurados, con ramas de jazmín, yedra... », agrega Sánchez, que lleva más de una década ideando ramos de novia.
La decoración floral en las iglesias cada vez adquiere una mayor importancia, como apunta la florista Susana Sánchez. Así, si hace años se limitaba a detalles en el pasillo o el altar, ahora lo más 'in' es sorprender a los invitados con grandes columnas o arcos en la misma puerta de la capilla recreando «pequeños bosques». Ello permite además realzar las tradicionales fotos de la salida, en las que el arroz (y los pétalos) están empezando a perder la partida. En su lugar, cada vez más parejas optan por la alternativa del confeti. «Se llevan especialmente en tonos metalizados o coordinados con la paleta de colores de la boda. Los cañones de mariposas blancas también son tendencia. Son muy vistosas», señala la wedding planner Patricia Navarro, fundadora de Arteboda.
La elección del vestido es una de las decisiones más importantes a las que se enfrentan las novias. Y como todo en el sector nupcial, las modas se reinventan cada temporada. ¿Cuál es la silueta preferida a día de hoy? Jesús Segado, diseñador malagueño de alta costura, lo tiene claro: este año en su atelier triunfan los cortes rectos -tipo columna-con forma evasé y el tejido crepe con mucha caída con gasas y tules. Además, las colas se transforman: «Si antes solían salir de la cadera o la cintura, ahora asoman de los hombros o de mitad de la espalda. Las novias arriesgan más», indica. Sobre su longitud, el modisto advierte que se mantienen los canones más clásicos: «Yo las estoy haciendo de 3 metros mínimo hasta los 4,5-5 siempre que el enlace sea en una gran iglesia o catedral. Para ceremonias civiles no aconsejo ni cola ni velo», puntualiza.
Lo de llevar el mismo traje desde la ceremonia hasta la pista de baile es ya cosa del pasado. Ahora lo habitual es lucir dos vestidos diferentes. No todas las novias pueden permitirse el desembolso, así que una fórmula intermedia que triunfa en Málaga es la de optar por un modelo 'transformer'. Esto es, con posibilidad de ir quitándole piezas para que luzca diferente y a su vez quien lo lleva gane en comodidad y movilidad. «Nos piden vestidos que se reconviertan. Que por ejemplo lleven una cola de quita y pon para la iglesia de la que luego se prescinde en el convite. Camisas sobre vestidos de tirantes más ajustados que en la fiesta se lucen a cuerpo... El objetivo es sorprender continuamente«, subraya el diseñador Jesús Segado. Coincide con esta tendencia la wedding planner Patricia Navarro. «Algunas ya llevan hasta tres vestidos. Para la barra libre se busca un diseño más actual, más sexy, más corto, con algo de brillo, espaldas al aire... Igual que también se cambia el estilismo. Cada vez más novias se modifican el maquillaje, se sueltan el pelo o se hacen una coleta alta», destaca.
Atrás quedaron las frías mesas presidenciales. Esas en las que los novios comparten la comida junto a sus padres y suegros. También las encorsetadas redondas, en las que los comensales quedan limitados a estar con un reducido número de parejas hasta el inicio de la barra libre. En su lugar, hoy se imponen los diseños imperiales. Mesas largas menos rígidas que además ofrecen muchas más posibilidades a la hora de decorarlas. «Es una fórmula para compartir con más invitados y que los recién casados estén más relajados cerca de sus amigos», indica Navarro. Para Sira Antequera, wedding planner al frente de 'Sí quiero', en su montaje es fundamental conectar con los gustos de los novios. «A una pareja no le gustaban las flores y les ofrecí una solución: usamos limones y el resultado fue espectacular. Quedó una decoración muy fresca y elegante adaptada a su estilo. Buscar esa coherencia vital para mi es fundamental», recalca.
Como en un cuento de hadas. En los escenarios diseñados por wedding planners triunfan las atmósferas cálidas y románticas, con la iluminación -con permiso de los arreglos florales- como una de las grandes protagonistas. En los últimos años, las guirnaldas y estructuras que recrean cielos estrellados se han vuelto un 'must'. Ese halo de magia sigue pisando muy fuerte en las bodas de 2023.
Una de las grandes premisas de los enlaces de hoy día es el dinamismo. Ante todo, los novios quieren que sus invitados se diviertan sin cansarles. Sin tiempos muertos ni protolocos estrictos que impidan disfrutar al máximo del evento. De ahí que la tendencia apunte a minimizar el rato que pasan sentados. ¿Cómo? Además de evitando el paseíllo para entregar regalos (esto hace ya que se superó) se está reduciendo el menú más formal, como explica Asta Durán, directora comercial ESCA Catering. «Para 2024 estimamos que en el 60% de las bodas ya se ofrecerá un único plato en mesa. Se busca no aburrir y acortar este momento. En su lugar, se compensa con un cóctel largo con más canapés y picoteo o puestos de comida que además de ser más económicos lucen más a nivel decorativo». Coincide Patricia Navarro, de Arteboda. «Por suerte, esas comidas eternas y aburridas quedaron atrás. Ahora son más ágiles y muchas ya se amenizan con animación musical, como traer a un saxofonista que toque entre platos», advierte.
Al hilo de lo anterior, las estaciones de comida siguen ganando peso en las bodas malagueñas. Entre las temáticas más pedidas, desde ESCA afirman que, como no podía ser de otra forma, en la Costa del Sol triunfan los cartuchos de fritura malagueña:«Nunca fallan». También los puestos de quesos o aquellos que conectan con el origen de las parejas: «Nos piden desde rincones asturianos a cordobeses con tapas típicas de sus zonas. Para un novio vasco incluso montamos una barra de pintxos». En el capítulo postres, se lleva poner dos diferentes alternos para compartir entre los comensales. «Arrasan las tartas de queso y los sabores más clásicos pero en un formato mas innovador como puede ser una milhoja de tocino de cielo», indica su directora comercial. Aunque también hay quienes van más allá con peticiones que acaban en auténticas creaciones artísticas comestibles. «Hace poco hicimos un jardín dulce en el que todo -desde las macetas a las mariposas o la arena- se comía e impactó muchísimo», apunta Sira Antequera.
Las ganas de fiesta, como no dejan de reiterar los profesionales del sector que han participado en este reportaje, es el gran hilo conductor de las bodas actuales. Siempre las ha habido, pero las parejas de hoy la elevan a la máxima potencia. Y se palpa en detalles que se han puesto de moda, como el colocar botellas de licores a modo de centros de mesas para tomar incluso antes de que lleguen los platos. «Nada más sentarse los invitados se las encuentran bien fresquitas, es una clara tendencia que nos piden mucho», revela Asta Durán, de ESCA Catering
En la era de las redes sociales, con la inmediatez por bandera, la mayoría de los novios quieren presumir de su boda en escaparates como Instagram. Una realidad que está obligando a los fotógrafos a adaptarse y reinventarse. Las parejas quieren las mejores instantáneas. Los ángulos más originales y las tomas más naturales sin formalismos. Los posados (salvo excepciones) pasaron a la historia. «Piden espontaneidad, fotos más periodísticas que capten emociones sin que ellos sean casi conscientes de que se las hacemos», precisa el fotógrafo malagueño LM Gómez Pozo. Así, en el plano audiovisual son tendencia los drones Avata, las plataformas 360 o los photocall con atrezzo para retratar la faceta más divertida de los invitados en la barra libre. Los vídeos se convierten ahora en trailers o videoclips -de no más de 15 minutos- donde se resume de forma amena el evento con canciones de fondo elegidas en muchos casos por los propios novios. Y todo ello, minimizando los plazos de entrega. «El mismo día o al siguiente ya quieren tener un par de fotos para subirlas a Instagram y cuando vuelven del viaje les doy el pen. El álbum ya no se lleva», concluye Gómez Pozo.
Entre los elementos que se imponen en decoración (con permiso de las grandes letras de luces que siguen muy presentes) en el último año han ganado peso las zonas de sillones, butacas, pufs y alfombras. Estos espacios tipo 'chill out' se lucen especialmente durante el cóctel y a posteriori en la barra libre. «Los novios quieren planteamientos muy de club con áreas de descanso con gran capacidad para que todos sus invitados tengan acceso a sentarse cómodamente. A mi juicio tienen un gran valor y contribuye a que no se quieran ir», destaca la wedding planner Sira Antequera.
En el sector es un término totalmente asentado: hora loca. De hecho, la mayoría de profesionales del sector entrevistados para la redacción de este reportaje se refieren a él abiertamente. A la segunda hora de barra libre llega «el despiporre». «Muchos novios salen disfrazados a la pista de baile a repartir jeringas con licores como tequila de fresa que ahora se lleva mucho. De las bodas que hemos hecho recientemente, diría que la mitad lo ha hecho, pese a que a muchos padres más tradicionales no les guste», bromea Asta Durán, directora comercial de ESCA Catering. Patricia Navarro, de Arteboda, coincide en que se trata de una clara tendencia. «Viene de Latinoamérica y pasa por darle un gran protagonismo a la fiesta para animar a los invitados con todo tipo de extras: desde disfraces a coronas, caretas, collares, flotadores... Las parejas salen a ritmo de un musicón y llega la revolución total», explica.
Para animar la llamada 'hora loca', los novios cada vez apuestan por un mayor repertorio de sorpresas para sus invitados. «Ahora estamos recurriendo mucho a fuegos fríos, máquinas de humo, proyecciones... las parejas quieren una gran zona de fiesta», comenta Sira Antequera. En este capítulo también cotizan al alza los bailarines, zancudos y si el presupuesto lo permite, tirar de algún famoso para un concierto privado. «Yo he llegado a pedir a Maluma en una celebración rusa aquí, aunque finalmente no salió. Hay artistas muy solicitados en bodas en la Costa del Sol como Juan Magan, King África, Siempre Así, Cosita Wena o Moisés Losada. Su precio puede ir de los 8.000-9.000 euros hasta cerca de 30.000», revela Patricia Navarro.
Pero si hay una tendencia que esté calando a día de hoy -Instagram da fe- esa es la de los puestos de tatuajes o los llamados 'glitter bar'. Se trata de espacios junto a la barra libre en los que los invitados pueden desde hacerse un tatuaje a ponerse un maquillaje de fiesta a base de purpurina, brillos o piedrecitas de strass. Los profesionales consultados confirman que se trata de una moda que ha llegado a Málaga. «Si antes al invitado se le obsequiaba con un llavero o un abanico ahora se lleva de recuerdo del evento un pequeño tatuaje (de unos 2 centímetros, algo discreto) con algún motivo que refleje los gustos de los novios. Puede ser una tabla de surf, un sol, una ola... ¡Pero de tinta! Diría que el 80% de las bodas que he organizado este año ha contratado este rincón», sentencia Navarro.
Nueva vida... y nuevo look. En el capítulo de excentricidades nupciales en boga hay una que apunta maneras: la de que los novios (principalmente la novia) se corte el pelo en mitad de la barra libre. «Tras el baile muchos se cambian de look a uno más atrevido. Y hay quien va más allá y también decide estrenar peinado. En su versión más 'light' se contrata a una estilista que ofrece a los invitados un retoque de maquillaje y un peinado diferente, más festivo, pero hay quienes van más allá», incide Navarro. Parece que el 'candy bar', las cámaras de fotos desechables, las bengalas y las recenas de hamburguesas ya no son suficiente. Y en esa búsqueda del «algo diferente» las parejas de la generaciones Z o millennial apuestan por un golpe de efecto con más impacto. Eso sí, tanto invento se paga. Según Patricia Navarro los enlaces de hoy en día -con tantos extras- implican una «gran inversión» en muchos casos superior a los 60.000 euros (y tirando por lo bajo).
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