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Hace ya un montón de años que la campeona del mundo más joven de la historia del deporte –ganó su primera corona con solo diez años– no concibe la vida lejos del mar. Gisela Pulido (Barcelona, 1994) está a punto de hacer las maletas y ... volar en busca de olas grandes. Este año se ha tomado un respiro, ha aparcado el ‘freestyle’ y la competición después de una década de victorias encadenadas y va detrás de un nuevo sueño. Escuchándola, uno tiene la sensación de que lo conseguirá.
– ¿Dónde irá ahora la reina del kitesurf mundial?
– Ahora busco olas y viento en lugar de agua plana. Antes, con el ‘freestyle’, buscaba Brasil, República Dominicana, Kenia..., sitios de ese tipo. Ahora busco olas, así que voy a Portugal, Isla Mauricio, Madagascar... Desde luego que me encanta Tarifa, pero en verano hay mucha gente y es mejor entrenar fuera.
– Seguro que hay mucho esfuerzo detrás de diez campeonatos del mundo, pero la verdad es que suena increíble...
– Hombre, la realidad es que no es lo mismo entrenar en un gimnasio, o en un centro de alto rendimiento, que en una playa. Tengo muchísima suerte con eso, con poder estar en el mar, que es donde me siento más cómoda. Es un privilegio, aunque también hay muchas horas de gimnasio ,porque hay que estar muy en forma para competir a alto nivel. Además, ahora que estoy con el proyecto de las olas grandes, tengo que entrenar bien para no ahogarme (jajaja).
– ¿Cómo surge lo de aparcar la competición?
– Porque en 2015, al acabar el mundial, mi equipo y yo decidimos tomarnos un tiempo, darnos un descanso. No habíamos parado desde que tenía diez años y a mí siempre me ha gustado surfear; siempre he estado obsesionada con las olas y entendí que era el momento de afrontar nuevos retos, de enfrentarme a algo distinto. A eso se añade que mundial estaba pasando por muchos problemas y líos entre federaciones y no me gustaba; de repente, no había un circuito mundial que me motivara.
Situado a 180 km. de Río de Janeiro, Cabo Frío es uno de esos lugares sembrados de playas de agua azul turquesa en donde, como si fuera cosa de magia, su arena nunca se calienta. Allí pasó Gisela dos meses y medio cuando tenía trece años. Un verano completo que todavía hoy recuerda como el verano de su vida. Curioso para alguien que, por otro lado, siempre vive en verano. «Estuve entrenando y conviviendo con la gente de allí todo ese tiempo; con los niños del pueblo que no tenían ni qué comer y, sin embargo, eran felices y difrutaban del mar como pocos. Nunca olvidaré aquellos meses».
– ¿Y qué necesita para afrontar este nuevo reto?
– Mucha preparación mental, física, técnica... ¡A muerte!
– Alguna vez ha dicho que en una vida anterior fue un pez. Sabe cuál, porque algo así debe de ayudar mucho...
– (Jajaja) Hace poco tuve la oportunidad de bucear con tiburones ballena. Fue algo increíble. Me parece un animal súper honesto, súper manso, muy grande pero muy dulce, así que estaría guay. También amo a los defines, a los leones marinos.. Pero sí, muchas veces sueño que puedo respirar debajo del agua, ¡y es una pasada!
– Pero, de verdad, ¿no echa de menos haber tenido una infancia como la de la mayoría?
– Es verdad que empecé muy pequeñita, pero es que siempre supe que era lo que quería hacer. No tengo sentimiento de haberme perdido nada. Además, hasta los 16 fui al colegio y al instituto. Ha sido después, en la universidad, cuando he comenzado a estudiar a distancia. Así que no ha sido un problema, más allá de que a la hora de salir, o tener tiempo libre, yo prefería dedicarlo a entrenar. Nada de lo que he hecho ha sido obligada. A veces, cuando terminábamos un entrenamiento y tocaba dejarlo, yo no me quería ir. ¡Mi padre se enfadaba conmigo!
– ¿No me diga que aún le queda tiempo para hacer una carrera?
– Estoy en la Universidad Católica de Murcia (UCAM), en donde hay un montón de deportistas más, cursando Marketing y Relaciones Públicas. La verdad es que poquito a poquito, porque tengo además dos empresas que atender con mis padres: dos escuelas de kite.
– Acaba de presentar en Cádiz las nuevas gafas de una multinacional óptica. ¿Se puede vivir de su deporte?
– No vivo de las escuelas de kite. Están ahí porque me apasiona este deporte y lo conozco muy bien. No las hemos creado para ganar dinero sino para enseñar, que me encanta. Por lo demás, aunque esto no se puede comparar con el fútbol o el tenis, sí vivo de este deporte, de mi imagen, de colaboraciones y patrocinios... ¡Hasta me he comprado una casa en Tarifa!
– Con 23 años y ya ha hecho tantas cosas... ¿Lo tiene todo pensado?
– A nivel personal me dejo llevar, me gusta que las cosas fluyan, nada de planificar. Pero a nivel profesional soy todo lo contrario. Este paréntesis está perfectamente pensado. Hasta que haya un circuito mundial que me motive, las olas grandes son el gran reto.
– Tendrá una playa favorita...
– Además de Tarifa, Brasil para ‘freestyle’ y Mauricio para olas grandes. ¡Son larguísimas!
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