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Alba Martín Campos
Menos frescos y más platos preparados: ¿cómo ha cambiado la cesta de la compra?

Menos frescos y más platos preparados: ¿cómo ha cambiado la cesta de la compra?

Ahorramos comiendo menos carne y pescado, pero pagamos lo que haga falta por un aguacate o una ensalada lista para comer. Las modas gastronómicas, la obsesión por lo saludable y la falta de tiempo para cocinar influyen tanto como la inflación en cómo llenamos el carro del supermercado

Domingo, 14 de enero 2024, 09:37

Hay dos perfiles opuestos de comprador de supermercado. Se pueden distinguir fácilmente observando su comportamiento. Están los que se ciñen a su lista de la compra y siguen un recorrido fijo, sin curiosear por las estanterías. Son consumidores racionales; no se dejan tentar por novedades ni caprichos, hacen la compra con periodicidad fija y saben exactamente cuánto cuesta cada producto. Luego están los compradores por impulso: esos que van al súper porque se les ha acabado el papel higiénico y vuelven con 50 euros menos en el bolsillo y una bolsa llena de productos que no necesitaban. Ellos prueban antes que nadie las novedades; y para ellos están diseñadas las cabeceras de los lineales en los supermercados, donde las marcas pagan por situar sus nuevos lanzamientos.

Cada consumidor se puede situar más cerca de uno u otro extremo. Pero por muy inamovibles que considere sus hábitos de consumo, la realidad es que la cesta de la compra ha cambiado, y mucho, en la última década. SUR lo ha comprobado comparando las ediciones de 2013 y 2023 del Panel de Consumo Alimentario en Hogares, un estudio del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación que tiene por objeto conocer la demanda directa de alimentos en los hogares españoles basándose en el seguimiento continuo de las compras realizadas por una muestra de 12.500 familias.

¿Qué revela esta comparación? Para empezar, que hoy pagamos más al pasar por caja pero las bolsas que nos llevamos pesan menos. En el mes de septiembre de 2023 (última oleada disponible del Panel), el gasto per cápita en alimentación en Andalucía fue de 124,29 euros, frente a los 104,13 del mismo mes de 2013: un 19,3% más. Sin embargo, el consumo per cápita ha bajado de 53 a 45 kilos/litros: un 15% menos. En pocas palabras: compramos menos comida y sale más cara.

La inflación es la explicación más evidente para esta ecuación, pero no la única. Porque al comparar la lista de la compra de hace diez años con la de ahora se observan otros cambios que redundan en ese encarecimiento: pierden peso los alimentos frescos en favor de los procesados; disminuye el tamaño medio de los productos y ganan protagonismo determinados artículos que tienen un coste elevado, como el aguacate, las leches, zumos y yogures enriquecidos, el salmón o el cerdo ibérico.

Un consumidor preocupado por el bolsillo

Ahorro

Un consumidor preocupado por el bolsillo

El peso que ocupan la carne, el pescado, las hortalizas y la fruta en la cesta de la compra ha bajado en porcentajes importantes. En los últimos diez años, los andaluces han pasado de consumir 1,1 kilos de pescado per cápita al mes a menos de 800 gramos (un 34% de caída). Además, el porcentaje de consumidores que incluye algo de pescado en su consumo mensual ha bajado del 83% al 71%; y si hablamos específicamente de pescado fresco, la tasa de penetración baja al 56%. En el caso de la carne, la caída del consumo per cápita es del 20%; y se eleva al 25% en el caso de las hortalizas frescas y a un 22% en el de las frutas.

Los motivos que llevan a consumir menos productos frescos son varios. Influye la subida de precios, «sobre todo en el caso del pescado», apunta el propietario de la cadena de supermercados Maskom, Sergio Cuberos. El consumo de especies concretas como el lenguado o la merluza se ha desplomado (con caídas superiores al 65%) porque su coste se ha vuelto prohibitivo. Pero éste no es el único motivo por el que los andaluces meten menos productos frescos en su carrito: influyen otras tendencias, como la de comer en la oficina o la reducción del tiempo que se dedica a cocinar.

Tendencias relacionadas con el ahorro

  • Menos consumo de carne (-20%). La que más cae es la de vacuno, que es la más cara.

  • Menos consumo de pescado y marisco. Los pescados que más caen en consumo son algunos de los más caros, como la merluza (el consumo per cápita ha caído un 73%) o el lenguado (-65%).

  • Se dispara la venta de aceite de orujo, la variedad más barata (y de peor calidad) del aceite de oliva. El consumo per cápita se ha multiplicado por seis.

  • Cae el consumo de jamón y paleta. Curiosamente a la vez aumenta la penetración: eso quiere decir que hay más gente que compra jamón, pero se reduce la cantidad media que se consume por persona.

Un consumidor que quiere ahorrar tiempo

Listo para comer

Un consumidor que quiere ahorrar tiempo

Paralelamente, los productos procesados y listos para comer han hecho un desembarco masivo en las cocinas de los andaluces. El consumo per cápita de platos preparados ha subido un 52% en diez años y en el caso de categorías concretas como las tortillas refrigeradas, los platos de pasta y los de arroz, el incremento es superior al 130%. Las hortalizas y frutas de cuarta gama (las que se presentan ya lavadas, cortadas y envasadas) registran aumentos cercanos al 70%. Son artículos que salen más caros que sus ingredientes frescos, pero el consumidor tiene sus razones para apostar por ellos: el ahorro de tiempo, su ideoneidad de consumo fuera de casa o la voluntad de no desperdiciar alimentos perecederos en hogares con pocos miembros.

Sergio Cuberos explica que el principal cambio que perciben en estos últimos diez años es «la reducción de volúmenes». «Se compran menos cantidades y envases más pequeños porque los hogares son cada vez más pequeños: hay muy pocas familias numerosas y cada vez más gente que vive sola o en pareja sin hijos. Además, se come mucho menos en casa y, aunque se haga, no se tiene tiempo o ganas de cocinar. Por eso se ha disparado la venta de platos cocinados y precocinados», argumenta. Y ello, añade, pese a que estos alimentos son más caros. «Para una persona que vive sola, al final le sale más barato comprar una ración de lentejas o una tortilla que los ingredientes para cocinarlo porque además esos ingredientes se le acaban echando a perder», apunta.

Tendencias relacionadas con la rapidez

  • Cae el consumo de jamón en pieza entera y sube el de loncheados.

  • Se dispara la venta de platos preparados: tortillas, gazpacho y salmorejo, platos de pasta y arroz.

  • Sube el consumo per cápita de la cuarta gama de verduras y frutas.

  • Baja la venta de pollo entero y sube la de pollo en filetes.

  • Baja la venta de legumbres secas y sube la de legumbres cocidas.

Un consumidor con inquietud por cuidarse

Salud

Un consumidor con inquietud por cuidarse

Además del ahorro de dinero y de tiempo, hay otras tendencias sociales que han provocado cambios en la cesta de la compra. Una de ellas es claramente la salud. La proliferación de alergias e intolerancias alimentarias, el auge de los productos ecológicos y de los alimentos funcionales, la concienciación sobre los efectos dañinos de ingredientes como el azúcar o las grasas saturadas y la sucesión de modas protagonizadas por 'superalimentos' y pautas dietéticas se reflejan en los hábitos de compra de los andaluces.

Hay alimentos cuyo consumo se ha disparado, como el aguacate (un 285%), el brócoli (un 400% en su versión congelada) o las galletas dietéticas (un 478%). Y han irrumpido en el Panel de Consumo Alimentario nuevas familias de productos como la 'bio', la 'sin gluten' y la 'sin lactosa'.

Tendencias relacionadas con la salud

  • El aguacate es la fruta que más ha aumentado el consumo per cápita (+285%), pese a ser también una de las más caras.

  • Salmón: se le atribuyen propiedades saludables que han disparado su consumo frente a otros pescados más modestos que comparten perfil nutricional, como la sardina.

  • Cae el consumo de azúcar y sube el de edulcorantes artificiales.

  • Sube el consumo de frutos secos que también se encuadran en la moda de los 'superalimentos', como las nueces o los pistachos.

  • Cae el consumo de hortalizas en general, pero hay 'superalimentos' como el brócoli cuyo consumo se ha multilplicado casi por cinco).

  • Los productos 'enriquecidos' (zumo, leche o yogures a los que se añaden vitaminas, calcio, bifidus, etc.) son una categoría que era prácticamente inexistente y que está creciendo pese a su precio.

  • Se ha conformado toda una gama de productos «sin» (sin lactosa, sin gluten, sin azúcar) para satisfacer la demanda de consumidores afectados por intolerancias o alergias alimentarias y diabetes.

  • Crece un 478% el consumo de galletas dietéticas.

Un consumidor sensible a las modas gastronómicas

Gourmet

Un consumidor sensible a las modas gastronómicas

Las tendencias gastronómicas también se perciben en la nueva composición de los carros de la compra. Así, el culto al AOVE (aceite de oliva virgen extra) ha calado entre los consumidores que, pese al extremo encarecimiento que alcanza este producto, han incrementado en un 53% el volumen de este producto que incluyen en su cesta. Esta tendencia convive con la opuesta: se ha multiplicado por seis el consumo del aceite de la calidad más baja, el de orujo de oliva. La gama de calidades medias (vírgenes no extra y refinados) es la que paga el pato de la subida de precio, pues concentra toda la caída de consumo (que llega al 14%).

En estos diez años, los lineales del súper han sido colonizados por nuevas familias de productos cuyo auge comenzó a fraguarse en los restaurantes, como las cervezas 'premium' y artesanales, el 'sushi' y otros productos japoneses, los alimentos veganos o los ecológicos. Además, hay productos de toda la vida que viven una segunda juventud, como la ginebra (cuyo consumo per cápita se ha duplicado en los hogares) o el vermut.

Tendencias que vienen del mundo 'gourmet

  • El consumo de aceite de oliva en total ha caído, pero a la vez ha aumentado más de un 50% el consumo de su variedad virgen extra.

  • El consumo de carne de cerdo ha caído en total un 6%, pero el de carne de cerdo ibérico se ha disparado casi un 550%.

  • El vermut ha vuelto a ponerse de moda; de ahí su inclusión en el Panel de Consumo Alimentario en Hogares.

  • Cerveza artesanal: es una nueva categoría que se ha incluido en el panel, reflejando el boom que ha experimentado en los últimos años.

  • El café en cápsulas se ha instalado en la cesta de la compra del 20% de los consumidores.

  • Ginebras 'premium': su consumo per cápita se ha multiplicado por dos.

  • Sushi y algas: la moda de la gastronomía japonesa también ha llegado a los supermercados.

  • La lubina es una variedad de pescado que antes no era habitual y ahora es una de las más consumidas. La proliferación de piscifactorías explica esta popularización de este pescado, que antes se reservaba para restaurantes y grandes ocasiones.

Un consumidor que deja atrás los productos 'viejunos

Modernidad

Un consumidor que deja atrás los productos 'viejunos

Frente al aumento de ventas de productos de moda, están los alimentos y bebidas 'viejunos' que han quedado sepultados en el olvido de los consumidores. Es el caso de la casquería, la morcilla, la carne de conejo, el anís, el café torrefacto o la leche en polvo.

Productos que caen en desgracia

  • La venta de despojos cárnicos ha caído un 51% en una década y ya menos del 10% de los consumidores los incluyen en su cesta de la compra.

  • Otros derivados cárnicos tradicionales, como la morcilla, también pierden pie en los lineales. Si hace diez años la morcilla estaba presente en un 10% de compras, ahora sólo en un 1%.

  • En cuanto a variedades de carne, la de conejo es la que más ha caído en ventas: un 71%, mucho más que la media en que cae la carne en general.

  • Licores tradicionales como el anís se han desplomado en ventas mientras suben bebidas de moda como la ginebra, el vermú o los vinos espumosos.

  • El consumo per cápita de leche en polvo se ha desplomado un 92%.

  • El consumo de la clásica menestra congelada es un 41% inferior a hace una década.

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