Secciones
Servicios
Destacamos
Pocos amantes de los coches sabrán que una de las versiones más recientes y populares del Mini; así como el Fiat 500 (sucesor del mítico 600) y el BMW X-5 tienen raíces malagueñas. Además de ser hijo de una malagueña y ... haber pasado parte de su juventud en la ciudad, Frank Stephenson, el autor de todos ellos, debe mucho a sus orígenes. Tanto, como la «pasión» que hay en sus diseños, según confiesa. De su padre, ingeniero aeronáutico norteamericano, toma el gusto por la precisión. De su madre –«latina»– la emoción.
Fruto de esa combinación, así como de su formación en una de las mejores escuelas del mundo y de su talento, han nacido además varios modelos de superdeportivos de Ferrari, McLaren y Maserati, entre otros. «Es difícil decir de qué diseño estoy más orgulloso; es como decir cuál de tus hijos es el favorito». Y ha sido prolijo: tiene 13 ‘vástagos’, porque así considera a cada una de sus creaciones.
Stephenson vive actualmente en Londres, pero estuvo recientemente en Málaga, invitado por Bultaco a la presentación de su último modelo, la Albero, una ‘motobike’ eléctrica. Durante esta breve escapada habló con SUR. Están preparando su biografía, y aprovecha la visita para ver a familiares y recopilar fotos de su juventud. Nació en Casablanca, pero desde pequeño mantuvo una estrecha relación con la ciudad, donde reside la mayor parte de su familia. «Veníamos todos los veranos, en Navidad y Semana Santa». Su madre sigue viviendo en el Centro, concretamente, en la calle Esperanto.
Frank Stephenson
Toda su vida ha estado rodeado de coches, en los concesionarios de su padre y de sus tíos. La familia se trasladó una época a Estambul y Madrid, hasta que recaló en la capital costasoleña, donde su padre construyó una casa en El Atabal. En esos seis años aprendió sobre el mundo de los motores, en el concesionario que era el negocio familiar, en Martínez Maldonado. «Autoconfort, frente a la gasolinera de Las Chapas», aclara. Distribuían las marcas Seat, Saab, Rover y Mini. Paradójicamente, varias décadas después sería el responsable de rediseñar aquel popular modelo. La chapa y la pintura la hacían en el Arroyo de los Ángeles. «Los veranos, en vez de hacer cosas de niños, mi padre me llevaba al taller. Me encantaba trabajar con las manos y aprendí el oficio». Tenía diez años. También le encantaba dibujar, y a esa misma edad comenzó a copiar los coches de la tienda, como afición. «Ya sabía que podía ser una profesión, que aquellos diseños eran obra de personas».
Terminó el bachillerato en 1977 y se metió en el mundo de las carreras de motos todo terreno, siempre con una Bultaco MK9. Y ganó varios campeonatos. Pero al final se convenció de que aquello no podía durar para siempre y a los 23 años dio el salto a la escuela de diseño de Los Ángeles (Estados Unidos). La casa Ford le becó los dos últimos cursos y se marchó al centro de diseño de la marca en Colonia (Alemania), donde dio forma a su primera creación, el Ford Escort Cosworth, la variante más potente del mítico modelo. Era el inicio de su carrera profesional.
Poco después, se marchó a BMW, en Munich. Hizo la primera versión del todocamino X-5 y luego la modernización del Mini, en el 2000, que fue un gran éxito de ventas. «Cuando lo terminé el teléfono no paraba de sonar». Hasta que llegó una invitación que le llamó la atención: la reunión se iba a celebrar en Turín (Italia). Se acababa de convertir en el director de diseño de Ferrari y Maserati. «Se me cayó la baba, si el Papa te llama a Roma, no dices que no».
Entre sus obras de esta etapa están el Ferrari 430 y el F XX; así como el Maserati MC12 y el GT. Un día de 2006, el presidente de la compañía le llamó para decirle que se iba a Fiat. Al llegar allí le marcaron un reto: la marca necesitaba un coche de éxito en diez meses. Así nació el nuevo Fiat 500, el sucesor del histórico 600, que ha sido un superéxito y que ha permitido la recuperación de la marca italiana. «Era fácil, la filosofía de diseño era casi igual a la del Mini: coger un coche que marcó una época y hacerlo al estilo moderno».
Su siguiente destino fue McLaren, donde Ron Dennis le encargó hacer una línea de superdeportivos de carretera, a partir de los fundamentos de la compañía en la Fórmula 1. «Aquello fue como empezar con un papel en blanco y hacer casi lo que me diera la gana, era un sueño. Todo el mundo quiere dibujar un Ferrari, pero tiene que parecerse a un Ferrari», explica. «Eran unos ingenieros increíbles, cualquier cosa era posible, mientras que en una compañía normal te dicen que no se ha hecho jamás, que cuesta demasiado o es inseguro».
Así nacieron el P1, el emblema de la escudería; así como el 570 y el 720. «Me encanta ensuciarme las manos, no puedo estar detrás de una mesa, es muy aburrido. Aunque la gente piensa que todo se hace por ordenador, en el estudio de diseño lo hacemos a mano, para que tenga el toque humano, la sensualidad y el romanticismo. Los McLaren tienen un lenguaje natural, no es diseño por el diseño».
Frank Stephenson lleva 30 años dibujando automóviles y acaba de dejar McLaren, para iniciar una nueva etapa. Ha montado un estudio con su propio sello, para diseñar toda clase de complementos para marcas de lujo: zapatos, relojes, gafas, etc. Ante todo, quiere seguir siendo fiel a uno de sus principios: mantener el espíritu innovador.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.