Magdalena Piñeyro ha publicado dos libros sobre la gordofobia. Violeta Gil Quintana

«No es fácil ser gordo en una sociedad que odia la gordura»

Magdalena Piñeyro cofundó hace siete años la plataforma Stop Gordofobia (tiene 90.000 seguidores en Facebook) para criticar los cánones de belleza establecidos y denunciar las discriminaciones por razones de peso

Domingo, 14 de junio 2020, 00:06

Ni curvy, ni gruesa, ni rellenita, ni entrada en carnes, Magdalena Piñeyro no tiene miedo a la palabra gorda. «Siempre lo he sido», admite sin reparos esta uruguaya afincada en las islas Canarias. Pero sí es combativa con la gordofobia, que es la discriminación que ... sufren estas personas por tener sobrepeso. Recientemente, publicó su segundo libro '10 gritos contra la gordofobia' (edit. Vergara) para reivindicar su derecho a ser felices. Ahora, aplaude a aquellos personajes públicos que se atreven a condenar públicamente las actitudes de odio hacia este colectivo, como lo hizo recientemente el alcalde de Cádiz, José María González, 'Kichi', cuando se mofaron de él en las redes sociales por su aspecto físico o la presentadora Tania Llasera.

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-¿Hacen falta muchos mensajes contra la gordofobia como el lanzado en las últimas semanas por el alcalde de Cádiz para tomar conciencia?

-Llevamos siete años de activismo en redes sociales y siempre que hay una figura pública que sale a denunciar la gordofobia y a intentar generar conciencia sobre este tema nos alegramos mucho. De hecho, el mensaje que lanzó este alcalde sobre que la gordofobia tiene consecuencias y componentes de odio lo compartimos en nuestras redes sociales. Es importante que lo denunciemos todos, pero si es una persona pública su impacto es mucho mayor.

-¿Qué hay detrás del odio a las curvas?

-Vivimos en una sociedad que está obsesionada con estar delgada y con demostrar que tiene un buen estado físico y de salud. Tengo publicados dos libros sobre gordofobia y el primero de ellos fue una investigación en el marco del estudio de género y ahí planteaba la teoría de que detrás de la gordofobia hay tres cuestiones: estética, que relaciona el cuerpo gordo con lo feo, lo rechazable, incluso con lo asqueroso; de salud, que lo asocia con un cuerpo enfermo cuando no tiene por qué serlo, y moral, que vincula a la persona gorda con aquella que no es disciplinada, que no obedece a la moral de la delgadez y de la disciplina corporal del ejercicio físico. Son tres modelos, que la sociedad cree que están interrelacionados, por ejemplo, cuando piensa que una persona está sana por estar flaca y no siempre tiene por qué ser así. Todos estos prejuicios generan un odio profundo hacia las personas gordas, porque creen en nosotras elegimos ser así, algo que para ellos está mal. Se cree que hay cierta voluntariedad detrás del cuerpo gordo y no es así. El cuerpo gordo es fruto de complejas interrelaciones sociales: económicas, sociales, culturales, educación…

-Dice que no hay voluntariedad en estar gordo...

Hay muchos motivos por los que una persona gorda puede engordar o adelgazar. Hay quien lo hace cuando tiene problemas de salud mental, por una depresión, por ansiedad; hay otras veces que está relacionado con cuestiones hormonales o tratamientos médicos, como la quimioterapia. Incluso el confinamiento es un claro ejemplo de que hay circunstancias externas que pueden modificar tu cuerpo y uno no puede elegirlo. Son factores sociales, políticos y culturales los que configuran los cuerpos, incluso, la genética o el propio paso del tiempo. Cuando dicen que estar gordo es malo para la salud siempre digo que también es malo el acoso y la discriminación y nadie parece estar preocupado por esto último. Por eso, la gordofobia también es mala para la salud.

-¿Por qué nace Stop Gordofobia?

-Pensamos que había que empezar a hablar del cuerpo gordo. Otro amigo y yo compartimos lo que nos pasaba por ser personas gordas y vimos en Internet que a otras muchas les pasaba lo mismo: nos discriminaban en el cole, en las consultas médicas, nos costaba encontrar trabajo, nos insultaban por la calle… Hay una discriminación real y al ver que estaba pasando fue cuando montamos la página de Facebook en 2013.

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-Hay personas con sobrepeso que lo asumen y son felices, pero hay otras muchas que nunca acaban de aceptarse como son, ¿cómo se les ayuda?

-Vivimos en una sociedad en donde todos los días nos lanzan mensajes de odio. Yo los recibo a diario y me tengo que levantar contra esa discriminación, pero no es fácil. Hay días que te pilla bien y otros que no. No conozco a nadie que viva bajo opresión que pueda ser feliz. La relajación llega cuando situamos la culpa fuera de nosotros y soy capaz de decirme a mí misma, que he sufrido gordofobia siempre y que me he odiado toda la vida por ser gorda (aún hay días que no lo llevo bien y que me cuesta quererme), que la culpa no es mía, sino que es de una sociedad que me discrimina, me rechaza y me inculcó odio por mi cuerpo. Por eso, cuando identificas al enemigo fuera es cuando te relajas, pero hay personas que no han hecho ese 'click' y siguen sufriendo. Es complicado vivir así. Lo importante es empezar a reconciliarnos con quienes somos y lo que somos. El primer acto de cuidado debe ser el amor propio. Cuando estamos en el marco del odio al cuerpo, solo tomamos malas decisiones.

-¿Ha sufrido rechazo por su peso?

-He sido gorda toda mi vida, desde que era pequeñita. Mi madre siempre me cuenta que ya me puse a dieta antes de nacer porque ella había engordado mucho y la obligaron a reducir peso. Oficialmente, hice mi primera dieta a los 16 años y a partir de ahí entré en bucles de engordar y adelgazar, engordar y adelgazar, que al final con tanta dieta acabé con 15 kilos de más. Nunca llegué a adelgazar del todo. Como todas las personas gordas del mundo creo que en algún momento hemos intentado adelgazar, porque no es fácil ser gordo en una sociedad que odia la gordura. A mí me han insultado por la calle por ser gorda, he tenido parejas que me decían que adelgazara si realmente los quería; en una ocasión tuve una torcedura mientras hacía senderismo y, en urgencias, la doctora que me atendió me dijo: a ver si dejamos de comer hamburguesas. Esto es habitual.

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«He tenido parejas que me decían que adelgazara si realmente los quería»

-¿Le resulta placentero comer?

-Sí, a mí me gusta comer, pero yo soy vegana. Yo controlo la alimentación de otra forma, no es tanto la cantidad de lo que como sino su calidad. Disfruto comiendo ahora, pero durante muchos años me costó y nos cuesta a veces a algunas personas gordas disfrutar de la comida porque nos hace relacionarlo con la culpa, tiene una carga de emociones negativas: soy gorda y comer está mal. Hay muchos factores de riesgo para la salud y siempre se hace mucho hincapié en la gordura. Solo mirando un cuerpo no se puede saber nada de él.

-Hay quien puede ver contradictorio defender la gordura cuando en muchos casos lleva aparejado un problema de salud…

-La gordofobia y sufrir discriminación y rechazo genera ya un problema de salud. No conozco a ninguna persona gorda que no haya sufrido depresión, ansiedad, agorafobia y todo esto es un problema para la salud, pero la gente prefiere centrarse en el factor de riesgo que supone el sobrepeso. Las personas gordas estamos dispuestas a hacernos cargo de nuestro cuerpo, pero que la sociedad se haga cargo de la gordofobia y la agorafobia, que me provoca un problema de salud real por el miedo que me genera salir a la calle. Hay que ampliar el concepto de lo que es salud, porque no es solo tener o no tener colesterol, que yo nunca lo he tenido por cierto, es tener una vivienda digna, un trabajo, salir a la calle sin que te insulten, o sin riesgo de que te acosen… Cuando la gente nos pregunta por nuestra salud, siempre contestamos lo mismo: si no me discriminan, mucho mejor. La gente se preocupa mucho por los factores de riesgo de las personas gordas, pero no por los que consumen alcohol, por ejemplo. Solo queremos el derecho a vivir en paz, a que no se nos discrimine y que el cuidado de la salud sea responsabilidad de cada uno.

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-El modelo 'curvi' ¿es una forma de dulcificar la obesidad o puede funcionar para que la sociedad empatice con las personas que tienen sobrepeso?

-Es un modelo más de belleza en el que muchas no entramos, pero tiene un lado positivo y otro negativo. Si yo ahora que tengo 33 años me hubiera encontrado cuando era más joven con una modelo curvi, quizá me hubiera hecho bien, al pensar que mi cuerpo también podía estar en una pasarela o en una revista. Además, gracias a ellas tenemos más variedad de ropa. Sin embargo, puede ser también peligroso, porque promueve un modelo de belleza en el que muchas mujeres siguen sin poder entrar. Suelen ser modelos jóvenes, con piel firme, un cuerpo proporcionado, sin miedo a comprarse ropa bonita, pero no es la realidad que viven la mayoría de las españolas y también éstas tienen derecho a no odiar su cuerpo.

«Curvi es un modelo más de belleza en el que muchas no entramos»

-¿Cree que la sociedad ahora puede ser más cruel de lo que tradicionalmente ha sido con este colectivo, quizá por el anonimato que proporcionan las redes sociales?

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La mofa y la discriminación hacia la persona gorda siempre ha existido, pero sí es cierto que la gordofobia ha ido a más. El anonimato en las redes ayuda al acoso, al 'ciberbullyng'. Nosotros recibimos muchísimos insultos en nuestras redes sociales diariamente. Además, el discurso sanitario tampoco ayuda cuando insta a acabar con la obesidad; como si los gordos fuéramos entes abstractos. Somos personas que encarnamos ese concepto y está pidiendo acabar con nosotros y ahí hay también un discurso muy peligroso. Por tanto, tantos las redes sociales como la herramienta de la salud, porque la ciencia se ha convertido en la nueva religión, son usadas por muchas personas para esconderse y para poder insultarnos.

-¿Cree que sería necesaria una regulación para que estos insultos fueran considerados delitos de odio?

-Precisamente, desde la plataforma estamos estudiando llevar a cabo una iniciativa de este tipo para que la gordofobia se considere delito de odio y motivo de discriminación laboral. Hay estudios que relacionan el alto índice de desempleo y las personas gordas. Yo misma, de jovencita, intentaba trabajar donde todo el mundo para sacarme un dinero: o de camarera o en tiendas de ropa, pero en franquicias que todos conocemos nadie te va a contratar si no te entra su ropa. Ejemplos hay muchos y a nosotros nos llegan muchas denuncias. En ocasiones, directamente los descartan por gordos y en otras lo hacen de forma más diplomática. Yo nunca sufrí esa discriminación laboral porque me dediqué a estudiar bastante. Era yo misma la que se autodiscriminaba y no iba a buscar trabajo donde sabía que nunca me contratarían. Buscaba otros espacios y ahora trabajo en una ONG, donde por suerte nunca me han discriminado. Por todo eso, es necesario que la sociedad tome conciencia de las graves consecuencias que tiene la gordofobia, pero también de lo importante que es que se reconozca en el marco legal.

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