Una investigación del Imperial College de Londres ha demostrado que la primera proteína de espiga del SARS-CoV-2 con la que se encuentra una persona, ya sea por vacunación o por infección, determina su posterior respuesta inmunitaria contra las variantes actuales y futuras.
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Es decir, según sus hallazgos, que se han publicado en la revista 'Science' este primer contacto proporciona diferentes propiedades que repercuten en la capacidad del sistema inmunitario para proteger contra las variantes, y también afecta a la tasa de disminución de la protección.
Estos científicos han constatado que los niveles de anticuerpos disminuyen con el tiempo tras la infección o la vacunación, pero esta nueva investigación muestra que las respuestas inmunitarias protectoras de un individuo también se ven afectadas por la cepa o la combinación de cepas a las que se ha expuesto.
Más de dos años después del inicio de la pandemia, cada individuo presenta patrones de inmunidad muy diferentes frente al SARS-CoV-2, en función de su exposición. A nivel mundial, las personas han estado expuestas a la cepa original y/o a las variantes Alfa, Beta, Gamma, Delta y ahora Ómicron. Además, las personas pueden no estar vacunadas o haber recibido de una a tres dosis de vacunas (que se programan con el pico de la cepa original).
Cada variante del SARS-CoV-2 tiene diferentes mutaciones en la proteína de la espiga, y los investigadores descubrieron que éstas conforman las respuestas posteriores de anticuerpos y células T (el repertorio inmunitario).
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Así, las personas que contrajeron el coronavirus en la primera ola no obtienen un refuerzo en su respuesta inmune si posteriormente se infectan con Ómicron, tal y como recoge el estudio que ha contado con personas vacunadas con las tres dosis.
Los expertos aseguran que si bien las tres dosis ayudan a proteger frente a los síntomas graves, en caso de que contraigan ahora Ómicron, las infecciones previas pueden afectar su respuesta inmunológica directa e indirectamente. «Si se infectó durante la primera ola de la pandemia, entonces no puede aumentar su respuesta inmunológica si tiene una infección por Ómicron», asegura la viróloga y coatora del estudio, Rosemary Boyton.
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Por otra parte, el estudio también ha constatado que una infección por Ómicron ofrecía poca protección adicional contra la posibilidad de volver a contraer la variante. De esta forma, Boyton explica: «Cuando Ómicron comenzó a extenderse por todo el país, la gente seguía diciendo que estaba bien, que eso mejoraría la inmunidad de las personas».
Según el equipo, los hallazgos no solo pueden ayudar a explicar por qué las reinfecciones con Ómicron han sido tan frecuentes en un periodo tan corto, sino también para el desarrollo de las vacunas.
Durante el estudio se ha hecho un seguimiento de las experiencias de vacunación e infección de 731 sanitarios vacunados con tres dosis en Reino Unido entre marzo de 2020 y enero de 2022.
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Posteriormente, el equipo usó sus muestras de sangre recogidas en las semanas siguientes a su tercera dosis de vacuna para determinar sus respuestas de anticuerpos y células T hacia la variante Ómicron.
Los resultados demostraron que, independientemente del historial previo de los participantes, pocas semanas después de su tercera vacuna, los niveles de anticuerpos contra las proteínas Ómicron eran más bajos que contra otras variantes.
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