Lucía Alonso | Librera
«Se me ocurren mil cosas antes que mutilar un libro»Lucía Alonso | Librera
«Se me ocurren mil cosas antes que mutilar un libro»Victor M. Vela
Miércoles, 21 de agosto 2024, 00:14
Lucía Alonso es la sexta generación familiar al frente de Hijos de Santiago Rodríguez, la librería de Burgos que puede presumir de ser la más antigua de España.
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– La escuela redime y civiliza.
– Fue el lema que eligió mi tatarabuelo, Santiago Rodríguez, allá ... por el año 1850, para su editorial y su librería. En aquel momento, en España había un 80% de población analfabeta. Y él creía que para que el país creciera era imprescindible la labor educativa.
– ¿Quién era Santiago Rodríguez?
– Un hombre que, pese a tener la vida solucionada, decidió complicársela.
– ¿Cómo?
– Su madre le dio la parte de la herencia que le correspondía y él montó una empresa. Había visitado la Exposición Universal de Londres. Se quedó maravillado con las máquinas que se presentaron allí (la primera Offset, la Minerva). Era un hombre liberal, muy preocupado por la educación... Al volver a España empezó a editar libros escolares y montó una librería en Burgos.
– ¿Y queda algo del tatarabuelo en la librería?
– De él nada. Hay un busto, no sé si de su madre o su tía... pero es que la señora no era especialmente guapa, así que no lo tenemos expuesto. Pero de mi abuelo y bisabuelo sí que guardamos un teléfono de baquelita que había en el despacho de la editorial. Tiene grabado el número que todavía usamos cuando nos llaman.
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– ¿Una librera tiene libros en casa?
– En el baño, en el salón, el pasillo, la cocina...
– ¿Y cómo los ordena?
– En la librería está todo muy bien organizado. En casa ya es otro rollo. Los libros más preciados, los que me gustan o son importantes, están en una balda del salón, que es el lugar de casa donde más tiempo paso con los ojos abiertos.
– ¿Y ahí que hay?
– 'El señor de los anillos', Dolores Redondo... Volúmenes de la editorial impresos por nosotros, como 'Cuentos para soñar', de María Teresa León. O 'Cuentos a mis nietos', de Carmen Karr. O 'Pato verde' y 'Pato rojo', que eran una serie de libros educativos... Y luego hay otras baldas donde impera más el desorden, hasta con los libros que no me han gustado.
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– ¿También los guarda?
– Es que no los puedo tirar, va en contra de mis principios.
– ¿Una librera puede leer por placer?
– Menos de lo que me gustaría. Una de las principales razones para ser librero es que eres un lector voraz. Y para mí, teniéndolo cerca, siempre rodeada de libros, era más fácil. Nunca me han puesto ninguna barrera. He leído lo que he querido y cuando he querido. Y esa libertad, esa curiosidad, es la que alimenta a los futuros lectores.
– ¿Las novedades literarias son como fruta madura en el escaparate?
– El ritmo de publicación de las editoriales es bestial. Quitando algunos agraciados que consiguen sobrevivir más de una temporada, el resto, por desgracia, se acaban perdiendo y salen de la librería porque llegan otros mil.
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– ¿Cómo escapar de ahí?
– El boca a oreja es imprescindible. Tú puedes destacar un libro en la estantería, pero como no enganche, como no sea bueno... Aunque, eso sí, los libreros tenemos un papel fundamental para recomendar lecturas a sus clientes.
– ¡Menuda responsabilidad!
– Sí, pero es muy bonito. La gente viene y te dice: «Oye, me ha encantado». Porque con él ha pasado un buen rato... o un mal rato. Porque le ha hecho pensar o le ha ayudado a no pensar, que también es muy importante evadirse con los libros.
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– ¿Entra mucho merodeador a la librería?
– Sí, sí, sí. Pero tiene que haberlos, ¿no? Las librerías son fundamentales para que una sociedad tenga salud mental y crezca, pero también están las bibliotecas. Hay lectores que vienen a echar un ojo a la librería y luego lo piden prestado en la biblioteca. Me parece bien. Pero luego están esos que buscan aquí un libro y luego lo compran en sitios que no quiero nombrar.
– ¿Le cae peor Amazon o el libro electrónico?
– Bueno, habría que precisar.
– Precisemos.
– 'Amamón' o el pirateo. Y no me quedo con ninguno. Otra cosa es el libro electrónico, que genera dinero a las editoriales y a los autores. Se salta el canal librero, pero al menos es legal. Ahora, donde esté el papel y el libro en librerías...
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– ¿Los libros se prestan?
– Mi abuelo decía que hay dos tontos en este mundo, los que prestan libros y los que los devuelven.
– ¿Y se subrayan?
– No, no, no. Mete papelitos, cómprate un cuaderno, saca fotos. Se me ocurren mil cosas antes que mutilar un libro. Los libros que se subrayan son los que hay que estudiar, solo esos.
– ¿Dobleces en las páginas?
– Existe una cosa que se llama marcapáginas. Los hay preciosos. Y siempre puedes usar el tique de la compra.
– ¿Qué hacemos con las fajas?
– Yo las prohibiría. Solo sirven para engancharse, descolocar los libros y que los libreros nos volvamos locos.
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– ¿Una recomendación?
– ¿Solo una? Van tres. 'La península de las casas vacías', de David Uclés. De intriga, 'Bajo tierra seca', de Pérez Gellida. Y un clásico, 'La sonrisa etrusca'.
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