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El teléfono móvil se ha convertido en un objeto más que necesario en nuestro día a día. Además de mantenernos en contacto con los demás, sirve como cámara de fotos, para recordar citas, mantenernos al día en Internet y redes sociales, entretenernos con ... juegos.... entre otras muchas prestaciones. Tan imprescindible se ha vuelto que hasta puede conseguir que suframos una enfermedad: la nomofobia, que es el miedo (irracional) a no tener o a no poder usar estos terminales, un significado que nada tiene que ver con lo que podría pensarse en primera instancia al oír este término.
El grado de ansiedad que genera estar desconectados provoca que muchos hagan lo indecible para tener operativo su terminal en todo momento, y también afecta a nuestro carácter. Así, los que padecen esta adicción a los dispositivos sufren estrés e intranquilidad, además de dependencia y enfados por no poder interactuar como habitualmente. Se muestran más irritables, nerviosos e incluso inseguros por no poder ser localizados en todo momento.
El 'enganche' al teléfono no sólo produce cambios en nuestra forma de ser sino que también afecta a la salud, de manera directa a la vista o a las cervicales (aunque también puede provocar artrosis en las manos, por ejemplo) pero además puede ser un factor que provoca alteraciones en el sueño, pérdida de concentración y que haga que nos alejemos de nuestro entorno más inmediato por estar más pendiente de los que no están.
1
Revisar varias veces antes de salir de casa para confirmar que llevamos el teléfono encima.
2
Sentir irritabilidad, nerviosismo o inseguridad si nos quedamos sin batería o si estamos sin cobertura. Experimentar una sensación de que nos falta algo importante si no tenemos el móvil.
3
Volver a recoger el terminal si descubrimos que no lo llevamos, cueste lo que cueste.
4
Estar pendiente en todo momento de si recibimos una notificación o una llamada y/o revisar de manera nerviosa el celular para comprobar que no hemos oído algún aviso.
5
Llevar el móvil siempre encima, incluso cuando nos movemos por casa, y desatender a los demás en una reunión por estar más pendiente de nuestro teléfono.
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