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Rocío Ramos-Paúl (Supernanny), psicóloga
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Rocío Ramos-Paúl (Supernanny), psicóloga
Rocío Ramos-Paúl, a la que muchos recordarán como Supernanny, es esa persona que a cualquiera le gustaría tener cerca cuando llega el momento de ... decir: «Ya no sé que hacer con mi hijo». Tras el programa de televisión en el que ayudaba a padres desesperados a sobrevivir a rabietas y a otras dificultades de la crianza, trabaja en su centro de psicología con menores y sus familias. Para lo bueno y para lo malo, en vacaciones la convivencia se intensifica y aunque hay muchos momentos para disfrutar, también se pone a prueba la capacidad de padres e hijos para resolver los conflictos que surgen cuando se sale de la rutina.
- ¿Las vacaciones son buen momento para convivir en familia?
-Debería ser así. Lo que pasa es que de repente te encuentras las 24 horas del día con tu pareja y tus hijos y teniendo que generar nuevas rutinas. Cuando toda la familia está de vacaciones la parte buena es la de reencontrarse. Claro que, a veces, la familia con la que me reencuentro no me gusta. Y puede ocurrir que estemos con un crío de 12 o 14 años con el que hay más discusiones que diversión.
-¿Se discute más en vacaciones ?
-Tenemos más vivencias y más posibilidades de disfrutar, pero la cara B es que cuanto más convivo, más probabilidades tengo de tener conflictos. Y no son malos, son parte de la convivencia. El problema es cómo los resuelvo.
- ¿Cómo se puede evitar estar todo el día discutiendo?
-Es un buen momento para que los hijos asuman responsabilidades, que se puede hacer a través de alguna tarea doméstica. Una de las cosas maravillosas de la familia es eso de somos un equipo y trabajamos en conjunto. También conviene generar una rutina de vacaciones, aunque sea flexible, porque si no es como dice el refrán: el diablo cuando no sabe qué hacer mata moscas con el rabo. Hasta los 6 o 7 años, aunque no haya hora de levantarse, deberían tener hora de acostarse y de comer, con flexibilidad. En estas edades los niños se ponen más irritables por la tarde noche, que es cuando están más cansados, así que es el peor momento para negociar. Al principio del verano habría que consensuar con ellos el tipo de actividades que harán: piscina, parque, algo tranquilo para hacer en casa e incluir alguna tarea de colaboración, como vestirse solo, dejar el desayuno recogido o hacer la cama. Cuando organizas al niño le das seguridad porque sabe qué viene antes y qué después: se levanta, se viste, desayuna, arregla la habitación, juega, hace piscina o alguna actividad física, y luego come, descansa y ya por la tarde, en función de lo que hagan, hay que determinar cuándo van a utilizar las pantallas, que es el gran conflicto que tenemos ahora mismo.
A los 12 o 14 años las demandas son otras: Quiero estar con mis amigos, quiero pasar todo el día en la calle , no quiero tener hora, ya he estudiado bastante, yo ya he cumplido y ahora tengo que descansar… Hay que darles tres o cuatro días para que hagan lo que quieran, como hacemos todos cuando cogemos las vacaciones, y luego sentarse con ellos a negociar, paga, tiempo de táblet o móvil, hora de llegada y responsabilidades en casa, desde colaboraciones con tareas de casa hasta quedarse con su hermana pequeña mientras los padres salen a cenar con amigos. ¿Cuál es el error de los padres? Exigir, exigir, exigir, demandar responsabilidades y castigar cuando no se cumplen, pero no reforzar o premiar cuando cumplen. Se nos olvida esto a los adultos cuando lo hacen bien. La negociación consiste en que si les cuento eso al principio del verano, aunque protesten, saben lo que hay: qué pasa si cumplo con mi responsabilidad y qué pasa si no lo hago. En los sitios de vacaciones, en general, todos damos más manga ancha y dejamos más horas, que yo creo que está muy bien.
-Se podrían dejar esas cosas que se han consensuado por escrito…
-Tú puedes hacer un contrato, pero un contrato no es un listado, ¿eh? Que también yo conozco a los padres cuando se ponen: te levantas, recoges el desayuno, pones el lavavajillas, la lavadora, que si te despistas han puesto a los niños a hacer la casa.
-Me refiero al tiempo de móvil, horas de llegada...
-A partir de los 14 viven con el móvil. Yo soy partidaria de acotarlo por periodos, y si no se coge a la comida, los padres tampoco. El teléfono no se coge cuando estás cenando, luego llamas. La prioridad no es contestar ya . Hay que entrenarles en frustración y autocontrol con estas pequeñas pautas. Y enseñarles que no todo es ya, ya a esta generación que mucha gente llama ya, ya. Así aprenden, porque es la manera de encontrar alternativas distintas a pasárselo bien sin el móvil.
- Los niños pequeños están deseando estar con papá y mamá, pero los adolescentes quieren lo contrario, ¿cómo se gestionan unas vacaciones con adolescentes?
-Con adolescentes lo mejor que puedes hacer es ir a algún sitio donde haya más adolescentes o llevarte tú a uno. Suelo explicar a los padres que durante un tiempo van a ser la familia y uno más, porque si no, hagas lo que hagas, vas a tener un conflicto terrible. Te has imaginado las vacaciones de tu vida en familia, tipo película americana y al día siguiente de estar con tus hijos vas a escuchar: Me aburro, qué rollo, ¿cuándo termina…?, ¿por qué no hacemos…? Yo no voy... Es mejor llevarte a un compañero o ir a un sitio donde sabes que va a encontrar chavales de su edad. Y si no, ser muy conscientes de que las series americanas son maravillosas, pero que ése no es tu caso y que te vas a encontrar el conflicto. Al menos para no enfadarte a la primera, que sea a la sexta. Con el tiempo tu hijo te va a decir que eso es genial, porque genera recuerdos y no siempre son de estar enfadado. Los recuerdos son una de las cosas más bonitas que tenemos. Hay que hacer viajes, pero teniendo en cuenta lo que va a ocurrir, que las series americanas nos pintan una cosa que no tiene nada que ver con la realidad.
-¿Es bueno dejarles que se aburran un poco?
- Aburrirse es muy bueno porque obliga a generar alguna alternativa de solución. Esto es lo que más estamos trabajando online en clínica, sobre todo después del confinamiento. Tengo un problema: me aburro. Eso obliga a trabajar en cómo resolver problemas y desarrolla la creatividad al generar alternativas. Además, aburrirse significa que te encuentras mal, te enfadas, lo aguantas y resuelves ese malestar, con lo que emocionalmente estamos trabajando la gestión emocional. Cuando son muy chiquitines hay que ayudarles porque no tienen capacidad de generar alternativas. He encontrado plastilina, ponte conmigo y mientras yo cocino me haces una figura… Pero cuando ya son mayores no pasa nada por aburrirse. Es que no podemos sobreproteger a los niños de las sensaciones, tienen que vivirlas y resolverlas ellos, porque si les sobreprotegemos no les estamos enseñando que ellos mismos son capaces de cambiar el malestar.
-¿Educar a los padres en la crianza es aún más difícil que educar a los hijos?
-El comportamiento de los hijos depende en gran medida de cómo responden los padres. Pero ¿Culpas? Ninguna, porque no valen para nada. Yo me paso el día trabajando con los padres y se lo explico: según actúes tú, así actúa tu hijo. Si a la tercera vez que se queja de que se aburre le dices: Me dejas en paz; si te aburres, te aguantas, le estás transmitiendo un esquema de respuesta en el tu hijo se va a enfadar, porque es lo que está viendo. En cambio si le digo: Hay que buscar algo para que no te aburras. Busca tú y si no me vuelves a preguntar… y le voy dando soluciones. Es completamente distinto. Pasa lo mismo con las rabietas. Dependiendo de cómo respondan los padres el niño puede volver a tenerla más intensa. Si yo a mi hijo le digo que no, pero no lo mantengo, aprende que la próxima rabieta tiene que ser mucho más intensa para conseguir las cosas. Hay que dejarle que él la resuelva, porque si no nunca va a aprender cómo salir de ahí. Y eso es gestión emocional.
-¿Qué es lo que con más frecuencia hacemos los padres mal?
-Esto es facilísimo de contestar. Lo peor son los padres que creen que todo lo hacen bien y que es el niño el que tiene que cambiar.
-¿Quieren un hijo perfecto?
-No, no, no, porque hay de todo. Hay dos extremos y en medio te encuentras de todo. Por un lado está la sobreexigencia, esas expectativas de que su hijo tiene que ser de determinada forma. Eso de tú tienes que, tú tienes que, tú tienes que ,..., que genera mucha ansiedad y mucha agresividad. Y por otro la sobreprotección que consiste en yo te resuelvo, no sufras, no hagas, ya te llevo... y genera lo mismo. Nos estamos moviendo entre esos dos extremos que provocan en el niño lo mismo: ansiedad y agresividad.
-En una discusión con un hijo adolescente, ¿qué palabras o habría que evitar?
-El manejo de la ira es otro de los grandes conflictos que estamos teniendo en chicos a partir 13 o 14 años, que pasan de 0 a 100 por cosas nimias. Para que ellos aprendan a gestionarla, los padres tienen que intentar reducir el conflicto y tratar de no dar respuesta. Si por ejemplo dice: mamá, quiero llegar tarde el viernes. Y le contestas: Hijo, pero... Y él empieza a decir cosas del tipo: ¡Ya lo sabía yo! ¡Eres lo peor que me ha pasado!... Si tú dejas a tu hijo de 13 o 14 que siga en ese bucle, al final baja, porque la ira no se puede mantener mucho tiempo. Si tú entras a responder: A mí no me contestes así, yo no soy tu amiguita… generas un conflicto que va a más. Todos los padres tienen un mal día, a veces vienen cansados y pegan un grito. Bueno, pues ya está, no pasa absolutamente nada. Pero cuando un hijo adolescente entra en conflicto lo suyo es que tú te retires, te des un paseo, respires y no toques el tema hasta el día siguiente.
-¿Es malo preocuparse demasiado por los hijos, desde qué tienen que estudiar hasta hacerles la matrícula de la universidad?
-Es imposible no preocuparte todo el día por tus hijos. Otra cosa es sobreproteger, es decir, intentar evitarle a tu hijo las experiencias que tiene que vivir porque lo dejas cojo. Yo doy clase en la Universidad y hay padres que ¡me han pedido revisión de examen! Y la Universidad ha tenido que decir que esos chicos son mayores de edad… me parece de una sobreprotección... Es tu hijo el que tiene que pedir una cita, es tu hijo el que tiene que discutir conmigo, … porque los dejas cojos, completamente. Yo creo que es mejor ocuparse, que preocuparse, aunque a veces no lo puedas evitar.
-¿Hay que dejarles alguna vez que se estrellen un poquito?
-Hombre, hombre…Tienes que dejar que se la peguen y morderte la lengua. Sabes que se la van a dar, pero les tienes que dejar. Y luego no les puedes decir: Ya te lo dije. Hay que recogerles y hablar con ellos: Venga, ¿qué hacemos ahora? No pasa nada. Y si un hijo se lamenta de su fracaso hay que explicarles que no es un fracaso, que es una persona que a veces fracasa. Ya está.
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