¿Padres 'quitanieves'? Expertos alertan de las consecuencias de sobreproteger a los hijos

Adoptar actitudes muy controladoras acaba dejando huella en su desarrollo emocional: estas son las recomendaciones de psicopedagogos

Sábado, 27 de abril 2024, 23:56

Prepararle la mochila aunque ya sea un adolescente, evitar que sea él quien resuelva sus conflictos interviniendo a la primera de cambio, recordarle sus deberes y supervisárselos sin dejar margen a errores… Si estas situaciones te suenan familiares atento a este término: 'padres quitanieves'. También conocidos como 'padres excavadora'. El término fue acuñado en 2015 por el profesor David McCullough en su libro 'Tú no eres especial'. Una obra en la que el estadounidense defiende que hay un momento en la vida de los hijos en el que los progenitores deben echarse a un lado y dejar que estos fracasen, se equivoquen y se tropiecen con el día a día a día. De lo contrario, advierten los expertos, esta fórmula educativa puede tener sus consecuencias.

Publicidad

«El aprendizaje por ensayo y error es imprescindible. No podemos pretender que un niño crezca de forma saludable sin permitirle equivocarse, enfrentarse a retos, dificultades o situaciones que son más dolorosas para los padres que las observan que para el propio niño», explica Enric Soler, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). «Sobreproteger equivale a inutilizar. Los padres 'quitanieves' son fábricas de niños inútiles», sostiene.

Así de crudo. De ahí la importancia, insisten, de tomar conciencia y actuar. Para la psicopedagoga Sylvie Pérez, también docente de la UOC, los padres y madres 'quitanieves' son progenitores que quieren mucho, pero se comportan de forma excesivamente controladora. «En el padre sobreprotector en el fondo hay mucha necesidad de control permanente. Incluso en el colegio, con los amigos… Si algo va mal, hay que cambiar al profesor. Si no consigue hacer los deberes, es que los deberes están mal mandados. Y, si no juega todo lo que deseamos en un partido, el entrenador no vale nada», ejemplifica.

¿Es la sociedad actual caldo de cultivo de este tipo de conductas? Los expertos así lo creen. «Hoy abunda más la ansiedad. Y es más fácil sobreproteger al niño que enfrentarse a retos propios de los adultos», señalan. Además, en opinión de Sylvie Pérez, actualmente hay más miedos que también hacen que se tienda a la sobreprotección. «La sociedad actual se percibe como más insegura. Antes todos cuidábamos un poco de todos y bajar a la calle no era un peligro, porque la vecina de enfrente o el señor de la tienda también echaban un ojo. Eso ya no se da en la ciudad», describe. La falta de tiempo es la tercera pata de este sistema educativo: «Algunos padres estamos tan estresados y vivimos con tanta aceleración que a veces hacemos las cosas a nuestros hijos para ir más rápido. Les solucionamos los problemas porque no tenemos tiempo de que ellos lo hagan y lo hagan mal», mantiene la experta.

Hasta aquí la realidad. Pero, ¡ojo! Y es que a pesar de las buenas intenciones, evitar a los hijos cualquier posible situación de dificultad o frustración supone un freno. «Les infantiliza e impide de forma muy grave su desarrollo normativo, en cualquier aspecto. Con toda la buena fe del mundo nos convertimos en su peor enemigo», explica Enric Soler. Según coinciden, estas son las consecuencias más repetidas:

Publicidad

-Herencia de miedos. Como advierte Sylvie Pérez, al percibir todo el entorno como amenazante se tiende a traspasar los miedos propios a los hijos. «Si tengo miedo de algo y hablo de ello como amenazante, mi hijo acabará viéndolo así. Por ejemplo, dormir fuera de casa. Si a los padres les da miedo y lo manifiestan, el niño seguramente también tendrá reparo a irse de campamento o a casa de un amigo», comenta la experta.

- Inseguridad. Otra consecuencia de ser un progenitor 'quitanieves' es que fomenta que los hijos se vuelvan inseguros. «Les enseña, aunque sea inconscientemente, que ellos solos no pueden hacer las cosas, necesitan siempre de alguien. Serán niños, jóvenes y adultos a los que les cueste tomar decisiones y tenderán a ir con otros niños más líderes», sostiene la psicopedagoga.

Publicidad

- Dependencia. Igualmente, les costará más afrontar problemas, ya que al ser dependientes precisan de que otro les ayude a solucionar los problemas. «Lo ideal sería que nosotros primero solucionáramos un problema, pero luego cuando crecen les enseñáramos cómo pueden afrontar ellos ese problema. Y, a medida que se van haciendo más mayores, deberíamos enseñarles a pensar en cómo resolver las dificultades», señala la profesora de la UOC.

- Intolerancia a la frustración. La incapacidad para lidiar con la frustración es otro riesgo que corren los hijos de padres y madres sobreprotectores; una frustración que, en opinión de los expertos, es beneficioso experimentar de vez en cuando para poder aprender. «Los niños tienen derecho a frustrarse», defiende Sylvie Pérez. «Si evitamos constantemente que hagan las cosas y les salgan mal porque no les hemos ayudado, no serán autosuficientes. Necesitan equivocarse. Tienen derecho a pasar por una frustración para experimentarla y poder aprender de ella», recuerda la profesora de la UOC, que también añade que, aunque la sociedad invite a no equivocarse y esté orientada a resultados, lo ideal es poner el foco en el proceso.

Publicidad

Cómo actuar

Reconocido el problema, los expertos aportan una serie de herramientas para rectificar y tomar las riendas de un cambio. Incluso cuando haya una fuerte tendencia a sobreproteger a los hijos, algunos consejos pueden ayudar a combatirla. Se trata de intentar evitar los extremos entre excesiva permisividad y excesivo control, buscando el equilibrio. Para ello plantean:

- Promover la autonomía. Promover que el niño tenga conciencia de la gestión del tiempo, recordando las primeras entregas de trabajos, o fechas de exámenes, puede ser beneficioso. Sin embargo, hacerlo durante toda su vida académica «implica dejar de ser padre para ser el secretario personal del hijo. De este modo, nunca aprenderá a gestionarse por sí mismo», recuerdan desde la UOC.

Publicidad

- Enseñarles a gestionar problemas. También es lícito, según los expertos, verbalizar los miedos propios, pero siempre que se acompañe de formas de combatirlos. «No puedo únicamente trasladar el miedo; lo que puedo trasladar es la gestión de aquello que me da miedo. Es decir, si me da miedo la noche, es lícito decirlo, pero acompañado de lo que se puede hacer para combatirlo: encender una luz, poner música, ser consciente de que alguien está al lado…», detalla Sylvie Pérez.

- Darse tiempo para descansar como padres. Con frecuencia, los padres sobreprotectores están cansados, porque genera un desgaste el intentar controlarlo todo. Por eso, otro consejo es intentar descansar de tal presión y ver qué pasa. «Si no puedo controlar el miedo que tengo a que mi hijo vuelva solo a casa, una opción es dejarle ir solo y quedarme en la esquina. Se trata de ir comprobando que nuestros hijos salen adelante y, si no lo hacen, ver en qué han fallado e intentar ayudar. Para enseñar a volar hay que darles alas», concluyen.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad