Borrar
Del dios marino de la galaxia al padre del psicoanálisis

Del dios marino de la galaxia al padre del psicoanálisis

Albas y Ocasos ·

Tal día como hoy nacía, no geológica sino telescópicamente para todos los terrícolas, el planeta Neptuno, y moría Sigmund Freud, quien tras hipnotizar a todo bicho viviente que transitara su diván vienés, se puso a escribir «La interpretación de los sueños»

TERESA LEZCANO

Domingo, 23 de septiembre 2018

PLANETA NEPTUNO / 23-9-1846

El veintitrés de septiembre nacía, no geológica sino telescópicamente para todos los terrícolas, el planeta Neptuno, el cual, si bien había sido anteriormente observado dos veces por Galileo, dos veces fue rechazado por el matemático y astrónomo italiano al confundirlo con una estrella, gajes del oficio de voyeur galáctico. Desde su descubrimiento hasta 1930, Neptuno fue el planeta conocido más lejano aunque, cuando apareció Plutón en el horizonte astronómico, el dios del inframundo le quitó el puesto al dios del mar, hasta que, hace doce años, la Unión Astronómica Internacional redefinió la palabra «planeta», decidiendo que Plutón era un planeta enano y por consiguiente indigno de la acepción; degradación que devolvió a Neptuno su cetro de planeta conocido más lejano, a saber que tendrá la Unión Astronómica Internacional en contra de los enanos para sentenciar que un planeta enano no es un planeta, como si un señor bajito no fuese un señor. En fin. En Neptuno un año dura el equivalente a ciento sesenta y cinco años terrestres y cada estación es cuadragenaria, qué pereza me está dando, y en su superficie hace un frío que, más que pelar acuchilla (- 218 grados), y una meteorología que te manda literalmente a tomar viento de metano a 2200 kilómetros por hora, ríanse de las brisitas oceánicas de Tarifa. Para que no le falte de nada, Neptuno tiene catorce lunas, tres anillos grandes y varios pequeños, mi tesoro que diría el terramediano Gollum; unas preciosas nubes de amoniaco que aromatizan los atardeceres azules de helio y metano en los que se descomponen cristales de diamantes susceptibles de ofertar la mayor joyería del mundo, si no quedaran un poco a trasmano, y el fantasma de una gran mancha oscura que más que una mancha era un manchón ya que tenía el tamaño de la Tierra, aunque desapareció de la noche a la mañana y nunca más se supo . Life on Neptune?, que podría haber cantado Bowie.

SIGMUND FREUD / De 6-5-1856 a 23-9-1939

Noventa y tres años después del nacimiento neptuniano, moría en Londres Sigmund Freud, padre del psicoanálisis y una de las mayores figuras intelectuales del siglo XX. Una vez graduado como médico, Freud se lanzó a terapeutizar la cocaína como alternativa a la adicción morfinómana aunque, en vista de que se le afiambraban los pacientes, abrió una clínica privada especializada en trastornos nerviosos, donde de la misma manera le daba a la neurosis que a la histeria, profesionalmente hablando, mientras hipnotizaba a todo bicho viviente que transitara su diván vienés, tras lo cual se puso a escribir «La interpretación de los sueños», puerta abierta al inconsciente y a la libre asociación onírica que devendría en el primigenio psicoanálisis. Mientras iba subdividiendo la estructura mental en el Ello, el Yo y el Superyo, iba desarrollando un modelo psicosexual que enraizaba cualquier neurosis adulta en la sexualidad infantil, es decir que si de pequeño no te habías masturbado pensando en tu madre de mayor estarías indefectible y neuróticamente castrado o, en el caso de las niñas en relación al progenitor, envidiosa de pene o lesbiana, a gusto del consumidor, y defendió asimismo a ultranza que el autismo, como Santa Claus, eran los padres. A medida que iba profundizando en el lapsus homónimo y posteriormente cuando el propio lapsus lo engulló a él a través de un tumor malignamente freudiano, Sigmund fue siendo profesionalmente cuestionado por diversos detractores que, aun aceptando la importancia de sus teorías, rebatieron los ámbitos de sus disciplinas: Popper definió el psicoanálisis como seudociencia en contraste con la einsteiniana Teoría de la relatividad; Eysenck llegó a la conclusión de que el tratamiento psicoanalítico no suponía ninguna mejora sobre la tasa de remisión espontánea de las neurosis («Freud fue, sin duda, un genio; no de la ciencia, sino de la propaganda; no de la prueba rigurosa, sino de la persuasión»); Ricoeur clasificó el psicoanálisis como una «hermenéutica de la sospecha» que busca el engaño en el lenguaje; Loftus argumentó que no pueden existir recuerdos reprimidos durante el primer año de vida, ya que el hipocampo no ha madurado lo suficiente para almacenar memorias duraderas que puedan ser recuperadas durante la adultez, y Meyer opina que la persistencia del psicoanálisis se debe al fuerte poder de lobby que tienen las diferentes asociaciones psicoanalíticas… Eso sí, además de la paternidad psicoanalítica, Freud es titular de un pequeño cráter de impacto en la parte noroeste del lado visible de la Luna, a más de cuatro mil billones de kilómetros del planeta Neptuno. Y todos tan contentos.

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariosur Del dios marino de la galaxia al padre del psicoanálisis