Tan dañinos como el tabaco: ¿A cuántos cigarrillos equivale un váper?

Son bonitos, brillantes y siguen una estética que encaja con la de la Generación Z. Sin embargo, quienes hoy vapean serán los conejillos de indias con los que en el futuro se estudiarán los efectos que causan los cigarrillos electrónicos en el organismo humano. Así de tajante lo expone Marcos García Rueda, neumólogo y director del Plan Integral de Tabaquismo de Andalucía (PITA). La comunidad científica ya tiene muchas evidencias sobre la perniciosidad de los ahora popularizados como vápers, pero también queda mucho por investigar.

Si son siquiera menos nocivos que el tabaco tradicional es la gran incógnita que ondea entre aromas afrutados y cuidados empaquetados de colores. Mientras, su consumo se dispara especialmente entre niños y adolescentes, seducidos por el marketing y la percepción de seguridad y aceptabilidad con la que ya no cuentan los cigarrillos tradicionales.

Está demostrado que los vapeadores, si tienen nicotina, causan adicción, pero sigue siendo un misterio para algunos compararlos con el tabaco tradicional. A continuación, los cálculos de concentración máxima de nicotina permitida legalmente dentro de la Unión Europea para estos dispositivos y a cuánto equivale en cigarrillos.

Puede ocurrir que algún producto adquirido en el mercado tengan una menor concentración de nicotina. En ese caso habrá que hacer un calculo similar al anterior (que mostraba el máximo que puede contener), ya que las cantidades siempre aparecerán en el etiquetado.

Está demostrado científicamente que los efectos de los cigarrillos electrónicos sobre los tejidos de las vías respiratorias producen una respuesta muy parecida a las de los cigarrillos convencionales. También los que no tienen nicotina.

Afectan a las células del aparato respiratorio que humedecen y protegen las vías respiratorias, al epitelio respiratorio. Cuando estas células no funcionan correctamente aumenta la incidencia y la gravedad de las infecciones pulmonares bacterianas así como la bronquitis crónica. Las células epiteliales del pulmón son la primera línea de defensa contra patógenos y sustancias químicas.

También tienen efecto sobre las células de los vasos sanguíneos, aumentando el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.

Que los cigarrillos electrónicos producen una respuesta muy parecida en las células a la de los convencionales no quiere decir que hagan exactamente el mismo daño. Los investigadores del Instituto Nacional de Salud de EEUU han publicado recientemente que los efectos dañinos en el flujo sanguíneo se presentan de forma distinta a los causados por el humo del tabaco convencional.

Por tanto, usar ambos productos podría aumentar más aún los riesgos. Así lo indica también a SUR el neumólogo Marcos García Rueda: «No podemos saber todavía el daño que pueden hacer [los vápers]. Lo que sí está claro es que no son inocuos, y que su efecto no es diferente ante las células humanas, tengan o no nicotina».

El tabaco contiene 7.000 sustancias químicas identificadas, y se sabe que al menos 250 de ellas son tóxicas o causan cáncer, taly como indica la Organización Mundial de la Salud. En el caso de los cigarrillos electrónicos, el Instituto Nacional de Salud de EEUU ha identificado 22 sustancias tóxicas asociadas al vapeo, pero la realidad es que, por ahora, es imposible saber cuántas contiene realmente. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) cita algunas como el formaldehído, acetaldehído, acetona, acroleína, benceno, tolueno, nitrosamina. También metales como níquel, cobre, zinc, estaño y plomo.

¿Por qué no es posible saberlas todas? Los fabricantes que producen cigarrillos electrónicos a nivel mundial no están obligados a revelar los materiales y productos químicos empleados en sus fabricación, al menos por ahora. Por eso sigue existiendo un control limitado sobre la composición de los líquidos utilizados en los cigarrillos electrónicos y sobre cómo los usuarios modifican sus dispositivos.

La regulación que afecta a España sigue el criterio de la legislación de la Unión Europea, que es, como en resto del mundo, de mínimos: cómo tiene que ser el envase, la cantidad de dosis de los productos, etc. «La legislación en ese sentido está más anticuada que los productos para vapear, que van por delante. Por desgracia, tiene un control de chuchería. Este es el problema», expresa el neumólogo Marcos García Rueda.

Que a los cigarrillos electrónicos ahora se les llame vapeadores o vápers también forma parte de la campaña de dulcificación de estos productos que se han demostrado ya perjudiciales para la salud. Pero no es vapor lo que se consume, sino un aerosol.

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