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ÓSCAR B. DE OTÁLORA
Viernes, 7 de febrero 2020, 13:13
Una de las muchas incógnitas del tiroteo en La Palmilla, que ha costado la vida a una persona, es dónde consiguieron las armas los clanes que participaron en el suceso. Esta clase de armas tienen una gran potencia, y los proyectiles que disparan ... pueden recorrer una distancia de kilómetros. Además, la munición que se emplea para ellas también está considerada de guerra y puede atravesar un tabique de ladrillo «como si fuera mantequilla», según ha explicado un experto consultado por este periódico. Se trata de una munición blindada que salió de un subfusil de asalto, un 'kalashnikov', que está tipificado como de guerra.
Según un mando de las fuerzas de seguridad experto en los movimientos del mercado negro armamentístico, para saber qué armas se mueven en los circuitos clandestinos de un país basta con examinar cuál es el armamento que se incauta a los delincuentes comunes. «En España, conseguir una pistola o una escopeta recortada es sencillo. Probablemente, hay delincuentes que quisieran armas de guerra pero esto es lo que se pueden encontrar porque las leyes y los controles policiales están siendo eficaces», afirma esta fuente. «Si apareciesen otro tipo de armas de guerra en las operaciones contra ladrones o traficantes, deberíamos preocuparnos, porque ese significaría que hay nuestras tramas de contrabandistas y mucho más peligrosas», señala a El Correo.
Y si en Málaga un delincuente común tiene un arma de guerra, eso significa que en el mercado negro se están moviendo decenas de este tipo de armas. Por ejemplo, las investigaciones a raiz de los atentados de París que costaron la vida a 130 personas hace cinco años, el Estado Islámico adquirió armas en Marsella, según trascendió en conversaciones interceptadas. Los precios de los rifles automáticos oscilan entre los 2.000 y los 3.000 euros. El principal problema a la hora de comprar este tipo de armamento, es el miedo de quienes las compran a ser entregados por los propios delincuentes que se las venden, mediante un chivatazo a cambio de favores a las fuerzas de seguridad, una vez que han realizado el pago.
Pero los expertos creen que los países del Este, en especial los que componían la antigua Yugoslavia, siguen siendo el auténtico almacén de armas de guerra para las mafias. El contrabandista investigado en Marsella, por ejemplo procedía de Montenegro, un país situado en medio del avispero balcánico. La pista de la ex Yugoslavia apareció en otros atentados estadistas. En enero de ese año, los terroristas que asaltaron la sede de 'Charle Hebdo' y el supermercado judío de Saint Vicennes, utilizaron munición procedente de fábricas de Bosnia. Sus armas eran 'Kalashnikov' y fusiles rusos 'Skorpio', armamento que se extendió por el mundo tras el colapso de la unión soviética.
No obstante, existía aún una pista sobre el armamento adquirido por el mercado negro de armas más problemática por sus implicaciones para la política europea. Tras los atentados contra la revista satírica 'Charlie Hebdo', un delincuente belga, Neetin Karasula, se entregó a la policía de su país y confesó unas presuntas relaciones con el terrorista Amedy Coulibaly, el yihadista que se encerró en un supermercado judío de Saint Vicennes, asesinó a cuatro personas y luego fue abatido por la policía. Según este traficante, el había estado implicado en la venta de armas a Coulibaly y temía represalias de los islamistas. Aunque los nexos del delincuente con el atentado no fueron establecidos y se dudó de su versión, lo que comenzó a ponerse en evidencia fueron los agujeros de seguridad que existían en Bélgica.
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