El origen de nuestras tradiciones navideñas
Una leyenda medieval dice que San Nicolás de Bari (origen de Papá Noel) quiso ayudar a un padre muy pobre que no tenía apara pagar la dote de sus tres hijas, tirándoles tres monedas de oro por la chimenea que afortunadamente cayeron dentro de los calcetines que ellas habían puesto a secar.
Al de cartón que conocemos hoy en día, se atribuye su autoría al hijo de un pastor protestante. La leyenda popular cuenta que cuando era niño su madre tuvo la ingeniosa idea de sujetar a un cartón rígido 24 galletas que se disfrutaban día a día durante el adviento, hasta la llegada de la Navidad. Ya de adulto, inspirado por esa costumbre, recreó la idea usando dos láminas de cartón con 24 ventanas y otra con 24 imágenes que se correspondían.
La costumbre fue traída a España en el año 1870 por una princesa de origen ruso llamada Sofía Troubetzkoy, casada con el aristócrata español José Osorio y Silva, poderoso marqués de Alcañices. Fue una de las damas más influyentes, y en cuanto plantó un abeto decorado en su palacio de Madrid inauguró una tradición.
Estrella.
La fe que guía la vida del cristiano.
Bolas.
Antes eran manzanas (tentaciones). Hoy en día son bolas
(los dones de Dios).
Luces.
Antaño velas. La luz de Cristo.
Lazos.
Unión de las personas y familias.
Regalos a pie del árbol.
Es una tradición posterior.
En España, la primera vez que se iluminó toda una calle fue en el año 1957 en Barcelona. Desde allí se fue expandiendo por todo el país la costumbre de iluminar las calles con el objetivo de dar un ambiente mágico a las Navidades y de decorar las principales vías comerciales para atraer las compras de los consumidores.
Se celebraba por primera vez el 18 de diciembre de 1812 y se concebía de manera impuesta. Nació con el fin de recaudar fondos para las tropas españolas durante la Guerra de la Independencia. El inventor de la lotería de navidad y del sistema de dos bombos fue el ministro de Hacienda de la época, Ciriaco González Carvajal.
En el siglo XIX, el médico botánico J R Poinsett conoció esta planta en México, de donde es originaria, y quedo fascinado por sus colores. Poinsett se dedicó a regalarla en invierno, que es su mejor momento, a todas sus amistades, tradición que se mantiene. A su vuelta a EE UU hizo una enorme plantación lo que hizo que adquiriera fama mundial. La Flor de Pascua o Poinsettia se introdujo en España a principio de los años 80.
Esta tradición comenzó en Madrid cuando, a finales del siglo XIX, las clases populares se reunían en la puerta del Sol para comer uvas con las campanadas como protesta (o como burla) de la tradición burguesa de comer uvas y champán en la cena de fin de año.
Más tarde, en 1909 año hubo excedente de uva y los productores decidieron darle salida vendiéndola como “uvas de la suerte” en paquetes de doce uvas, simbolizando los doce meses del año. Lo que ayudaría a afianzar una tradición que ya se gestaba.
Su origen se remonta a las Saturnales romanas, cuando, en la fiesta de los esclavos, se metía dentro del pan un haba como símbolo de prosperidad.
Tradición se mantuvo especialmente en Francia, las familias pudientes se reunían para comerlo y ver quién era el afortunado al que le salía el haba (“el Rey del haba”). En el siglo XVIII, el cocinero de rey Luis XV de Francia introdujo además, una moneda de oro, símbolo de la fortuna. En España, el rey Felipe Y incluyó la modalidad de la moneda, cambiando su significado desde entonces: quien encontraba la moneda tenía la suerte y quien encontraba el haba (tonto del haba) pagaba el roscón.
La tradición comenzó con San Nicolás, o Sinterklass. Este sacerdote, que a la muerte de sus padres heredó una gran fortuna, regaló todos sus bienes durante su vida y nunca cobró honorarios por celebrar bautizos o bodas. Tras su muerte, se le erigió como santo y se convirtió en una figura ideal para el reparto de regalos y golosinas a niñas y niños el día de Navidad. La devoción por San Nicolás se fue extendiendo por gran parte de Europa.
La comunidad cristiana afirma que esta noble tradición tiene su origen en el Nuevo Testamento de la Biblia. Allí se relata que tras el nacimiento de Jesús, tres astrólogos procedentes de Oriente llegaron a Belén con una serie de ofrendas para el niño en señal de respeto: oro, incienso y mirra.
Algunos historiadores opinan que es más antigua aún, los antiguos romanos, por ejemplo, intercambiaban regalos el 21 de diciembre como parte de su celebración en honor de Saturno, dios del grano y la agricultura.
Los orígenes del turrón en España llegaron de mano de los árabes que habitaron la misma hasta 1492. Posiblemente el pueblo musulmán fue quien introdujese la costumbre de mezclar frutos secos con la miel en nuestras tierras para la repostería. Cerca del año 1500, producir turrón suponía un alto coste, por eso su elaboración se guardó solo para ocasiones especiales como la Navidad. Otra razón es que la almendra se cosecha a finales de verano y durante el final del año es cuando podemos contar con ellas para hacer recetas, incluido el turrón.
En España, la comarca de Alicante estaba fuertemente ligada al cultivo de almendros y había colmenas de miel. Circunstancias idóneas para su elaboración, origen y evolución en dicha zona geográfica.
Quizá una de las más antiguas y que los católicos continúan con mayor devoción sea la de montar el Belén. Es una de las más típicas en todos los hogares, iglesias y centros públicos de los países católicos cuando se acerca la Navidad.
Fue San Francisco de Asís, quien en 1223, puso en práctica una idea surgida en un viaje a Tierra Santa. Dicha Navidad estaba en Greccio (Italia) y en una cueva cerca de la ermita, convocó a todos los vecinos para celebrar una misa de Nochebuena. Los reunió en torno a la que sería la primera representación del nacimiento. Se cuenta que la figura del niño cobró vida, sonrió y extendió sus brazos hacia el Santo. El milagro corrio de boca en boca y la costun¡mbre de poner belenes se extendió por Italia, le siguió España y luego Europa y América Latina. Fue el rey Carlos III, que había sido rey de Nápoles antes de convertirse en rey de España, quien trajo esta tradición.
El origen de nuestras tradiciones navideñas
Una leyenda medieval dice que San Nicolás de Bari (origen de Papá Noel) quiso ayudar a un padre muy pobre que no tenía apara pagar la dote de sus tres hijas, tirándoles tres monedas de oro por la chimenea que afortunadamente cayeron dentro de los calcetines que ellas habían puesto a secar.
Al de cartón que conocemos hoy en día, se atribuye su autoría al hijo de un pastor protestante. La leyenda popular cuenta que cuando era niño su madre tuvo la ingeniosa idea de sujetar a un cartón rígido 24 galletas que se disfrutaban día a día durante el adviento, hasta la llegada de la Navidad. Ya de adulto, inspirado por esa costumbre, recreó la idea usando dos láminas de cartón con 24 ventanas y otra con 24 imágenes que se correspondían.
La costumbre fue traída a España en el año 1870 por una princesa de origen ruso llamada Sofía Troubetzkoy, casada con el aristócrata español José Osorio y Silva, poderoso marqués de Alcañices. Fue una de las damas más influyentes, y en cuanto plantó un abeto decorado en su palacio de Madrid inauguró una tradición.
Estrella.
La fe que guía la vida del cristiano.
Bolas.
Antes eran manzanas (tentaciones). Hoy en día son bolas
(los dones de Dios).
Luces.
Antaño velas. La luz de Cristo.
Lazos.
Unión de las personas y familias.
Regalos a pie del árbol.
Es una tradición posterior.
En España, la primera vez que se iluminó toda una calle fue en el año 1957 en Barcelona. Desde allí se fue expandiendo por todo el país la costumbre de iluminar las calles con el objetivo de dar un ambiente mágico a las Navidades y de decorar las principales vías comerciales para atraer las compras de los consumidores.
Se celebraba por primera vez el 18 de diciembre de 1812 y se concebía de manera impuesta. Nació con el fin de recaudar fondos para las tropas españolas durante la Guerra de la Independencia. El inventor de la lotería de navidad y del sistema de dos bombos fue el ministro de Hacienda de la época, Ciriaco González Carvajal.
En el siglo XIX, el médico botánico J R Poinsett conoció esta planta en México, de donde es originaria, y quedo fascinado por sus colores. Poinsett se dedicó a regalarla en invierno, que es su mejor momento, a todas sus amistades, tradición que se mantiene. A su vuelta a EE UU hizo una enorme plantación lo que hizo que adquiriera fama mundial. La Flor de Pascua o Poinsettia se introdujo en España a principio de los años 80.
Esta tradición comenzó en Madrid cuando, a finales del siglo XIX, las clases populares se reunían en la puerta del Sol para comer uvas con las campanadas como protesta (o como burla) de la tradición burguesa de comer uvas y champán en la cena de fin de año.
Más tarde, en 1909 año hubo excedente de uva y los productores decidieron darle salida vendiéndola como “uvas de la suerte” en paquetes de doce uvas, simbolizando los doce meses del año. Lo que ayudaría a afianzar una tradición que ya se gestaba.
Su origen se remonta a las Saturnales romanas, cuando, en la fiesta de los esclavos, se metía dentro del pan un haba como símbolo de prosperidad.
Tradición se mantuvo especialmente en Francia, las familias pudientes se reunían para comerlo y ver quién era el afortunado al que le salía el haba (“el Rey del haba”). En el siglo XVIII, el cocinero de rey Luis XV de Francia introdujo además, una moneda de oro, símbolo de la fortuna. En España, el rey Felipe Y incluyó la modalidad de la moneda, cambiando su significado desde entonces: quien encontraba la moneda tenía la suerte y quien encontraba el haba (tonto del haba) pagaba el roscón.
La tradición comenzó con San Nicolás, o Sinterklass. Este sacerdote, que a la muerte de sus padres heredó una gran fortuna, regaló todos sus bienes durante su vida y nunca cobró honorarios por celebrar bautizos o bodas. Tras su muerte, se le erigió como santo y se convirtió en una figura ideal para el reparto de regalos y golosinas a niñas y niños el día de Navidad. La devoción por San Nicolás se fue extendiendo por gran parte de Europa.
La comunidad cristiana afirma que esta noble tradición tiene su origen en el Nuevo Testamento de la Biblia. Allí se relata que tras el nacimiento de Jesús, tres astrólogos procedentes de Oriente llegaron a Belén con una serie de ofrendas para el niño en señal de respeto: oro, incienso y mirra.
Algunos historiadores opinan que es más antigua aún, los antiguos romanos, por ejemplo, intercambiaban regalos el 21 de diciembre como parte de su celebración en honor de Saturno, dios del grano y la agricultura.
Los orígenes del turrón en España llegaron de mano de los árabes que habitaron la misma hasta 1492. Posiblemente el pueblo musulmán fue quien introdujese la costumbre de mezclar frutos secos con la miel en nuestras tierras para la repostería. Cerca del año 1500, producir turrón suponía un alto coste, por eso su elaboración se guardó solo para ocasiones especiales como la Navidad. Otra razón es que la almendra se cosecha a finales de verano y durante el final del año es cuando podemos contar con ellas para hacer recetas, incluido el turrón.
En España, la comarca de Alicante estaba fuertemente ligada al cultivo de almendros y había colmenas de miel. Circunstancias idóneas para su elaboración, origen y evolución en dicha zona geográfica.
Quizá una de las más antiguas y que los católicos continúan con mayor devoción sea la de montar el Belén. Es una de las más típicas en todos los hogares, iglesias y centros públicos de los países católicos cuando se acerca la Navidad.
Fue San Francisco de Asís, quien en 1223, puso en práctica una idea surgida en un viaje a Tierra Santa. Dicha Navidad estaba en Greccio (Italia) y en una cueva cerca de la ermita, convocó a todos los vecinos para celebrar una misa de Nochebuena. Los reunió en torno a la que sería la primera representación del nacimiento. Se cuenta que la figura del niño cobró vida, sonrió y extendió sus brazos hacia el Santo. El milagro corrio de boca en boca y la costun¡mbre de poner belenes se extendió por Italia, le siguió España y luego Europa y América Latina. Fue el rey Carlos III, que había sido rey de Nápoles antes de convertirse en rey de España, quien trajo esta tradición.
El origen de nuestras tradiciones navideñas
En España, la primera vez que se iluminó toda una calle fue en el año 1957 en Barcelona. Desde allí se fue expandiendo por todo el país la costumbre con el objetivo de dar un ambiente mágico a las Navidades y de decorar las principales vías comerciales para atraer las compras de los consumidores.
Una leyenda medieval dice que San Nicolás de Bari (origen de Papá Noel) quiso ayudar a un padre muy pobre que no tenía apara pagar la dote de sus tres hijas, tirándoles tres monedas de oro por la chimenea que afortunadamente cayeron dentro de los calcetines que ellas habían puesto a secar.
Se celebraba por primera vez el 18 de diciembre de 1812 y se concebía de manera impuesta. Nació con el fin de recaudar fondos para las tropas españolas durante la Guerra de la Independencia. El inventor de la lotería de navidad y del sistema de dos bombos fue el ministro de Hacienda de la época, Ciriaco González Carvajal.
La costumbre fue traída a España en el año 1870 por una princesa de origen ruso llamada Sofía Troubetzkoy, casada con el aristócrata español José Osorio y Silva, poderoso marqués de Alcañices. Fue una de las damas más influyentes, y en cuanto plantó un abeto decorado en su palacio de Madrid inauguró una tradición.
Estrella.
La fe que guía la vida del cristiano.
Bolas.
Antes eran manzanas (tentaciones). Hoy en día son bolas
(los dones de Dios).
Luces.
Antaño velas. La luz de Cristo.
Lazos.
Unión de las personas y familias.
Regalos a pie del árbol.
Es una tradición posterior.
En el siglo XIX, el médico botánico J R Poinsett conoció esta planta en México, de donde es originaria, y quedo fascinado por sus colores. Poinsett se dedicó a regalarla en invierno, que es su mejor momento, a todas sus amistades, tradición que se mantiene. A su vuelta a EE UU hizo una enorme plantación lo que hizo que adquiriera fama mundial. La Flor de Pascua o Poinsettia se introdujo en España a principio de los años 80.
Al de cartón que conocemos hoy en día, se atribuye su autoría al hijo de un pastor protestante. La leyenda popular cuenta que cuando era niño su madre tuvo la ingeniosa idea de sujetar a un cartón rígido 24 galletas que se disfrutaban día a día durante el adviento, hasta la llegada de la Navidad. Ya de adulto, inspirado por esa costumbre, recreó la idea usando dos láminas de cartón con 24 ventanas y otra con 24 imágenes que se correspondían.
Esta tradición comenzó en Madrid cuando, a finales del siglo XIX, las clases populares se reunían en la puerta del Sol para comer uvas con las campanadas como protesta (o como burla) de la tradición burguesa de comer uvas y champán en la cena de fin de año.
Más tarde, en 1909 año hubo excedente de uva y los productores decidieron darle salida vendiéndola como “uvas de la suerte” en paquetes de doce uvas, simbolizando los doce meses del año. Lo que ayudaría a afianzar una tradición que ya se gestaba.
Su origen se remonta a las Saturnales romanas, cuando, en la fiesta de los esclavos, se metía dentro del pan un haba como símbolo de prosperidad.
Tradición se mantuvo especialmente en Francia, las familias pudientes se reunían para comerlo y ver quién era el afortunado al que le salía el haba (“el Rey del haba”). En el siglo XVIII, el cocinero de rey Luis XV de Francia introdujo además, una moneda de oro, símbolo de la fortuna. En España, el rey Felipe Y incluyó la modalidad de la moneda, cambiando su significado desde entonces: quien encontraba la moneda tenía la suerte y quien encontraba el haba (tonto del haba) pagaba el roscón.
La tradición comenzó con San Nicolás, o Sinterklass. Este sacerdote, que a la muerte de sus padres heredó una gran fortuna, regaló todos sus bienes durante su vida y nunca cobró honorarios por celebrar bautizos o bodas. Tras su muerte, se le erigió como santo y se convirtió en una figura ideal para el reparto de regalos y golosinas a niñas y niños el día de Navidad. La devoción por San Nicolás se fue extendiendo por gran parte de Europa.
La comunidad cristiana afirma que esta noble tradición tiene su origen en el Nuevo Testamento de la Biblia. Allí se relata que tras el nacimiento de Jesús, tres astrólogos procedentes de Oriente llegaron a Belén con una serie de ofrendas para el niño en señal de respeto: oro, incienso y mirra.
Algunos historiadores opinan que es más antigua aún, los antiguos romanos, por ejemplo, intercambiaban regalos el 21 de diciembre como parte de su celebración en honor de Saturno, dios del grano y la agricultura.
Los orígenes del turrón en España llegaron de mano de los árabes que habitaron la misma hasta 1492. Posiblemente el pueblo musulmán fue quien introdujese la costumbre de mezclar frutos secos con la miel en nuestras tierras para la repostería. Cerca del año 1500, producir turrón suponía un alto coste, por eso su elaboración se guardó solo para ocasiones especiales como la Navidad. Otra razón es que la almendra se cosecha a finales de verano y durante el final del año es cuando podemos contar con ellas para hacer recetas, incluido el turrón.
En España, la comarca de Alicante estaba fuertemente ligada al cultivo de almendros y habían colmenas de miel. Circunstancias idóneas para su elaboración, origen y evolución en dicha zona geográfica.
Quizá una de las más antiguas y que los católicos continúan con mayor devoción sea la de montar el Belén. Es una de las más típicas en todos los hogares, iglesias y centros públicos de los países católicos cuando se acerca la Navidad.
Fue San Francisco de Asís, quien en 1223, puso en práctica una idea surgida en un viaje a Tierra Santa. Dicha Navidad estaba en Greccio (Italia) y en una cueva cerca de la ermita, convocó a todos los vecinos para celebrar una misa de Nochebuena. Los reunió en torno a la que sería la primera representación del nacimiento. Se cuenta que la figura del niño cobró vida, sonrió y extendió sus brazos hacia el Santo. El milagro corrio de boca en boca y la costun¡mbre de poner belenes se extendió por Italia, le siguió España y luego Europa y América Latina. Fue el rey Carlos III, que había sido rey de Nápoles antes de convertirse en rey de España, quien trajo esta tradición.
El origen de nuestras tradiciones navideñas
Una leyenda medieval dice que San Nicolás de Bari (origen de Papá Noel) quiso ayudar a un padre muy pobre que no tenía apara pagar la dote de sus tres hijas, tirándoles tres monedas de oro por la chimenea que afortunadamente cayeron dentro de los calcetines que ellas habían puesto a secar.
En España, la primera vez que se iluminó toda una calle fue en el año 1957 en Barcelona. Desde allí se fue expandiendo por todo el país la costumbre con el objetivo de dar un ambiente mágico a las Navidades y de decorar las principales vías comerciales para atraer las compras de los consumidores.
Se celebraba por primera vez el 18 de diciembre de 1812 y se concebía de manera impuesta. Nació con el fin de recaudar fondos para las tropas españolas durante la Guerra de la Independencia. El inventor de la lotería de navidad y del sistema de dos bombos fue el ministro de Hacienda de la época, Ciriaco González Carvajal.
Bolas.
Antes eran manzanas (tentaciones). Hoy en día son bolas
(los dones de Dios).
Estrella.
La fe que guía la vida del cristiano.
La costumbre fue traída a España en el año 1870 por una princesa de origen ruso llamada Sofía Troubetzkoy, casada con el aristócrata español José Osorio y Silva, poderoso marqués de Alcañices. Fue una de las damas más influyentes, y en cuanto plantó un abeto decorado en su palacio de Madrid inauguró una tradición.
Luces.
Antaño velas. La luz de Cristo.
Lazos.
Unión de las personas y familias.
Regalos a pie del árbol.
Es una tradición posterior.
Al de cartón que conocemos hoy en día, se atribuye su autoría al hijo de un pastor protestante. La leyenda popular cuenta que cuando era niño su madre tuvo la ingeniosa idea de sujetar a un cartón rígido 24 galletas que se disfrutaban día a día durante el adviento, hasta la llegada de la Navidad. Ya de adulto, inspirado por esa costumbre, recreó la idea usando dos láminas de cartón con 24 ventanas y otra con 24 imágenes que se correspondían.
En el siglo XIX, el médico botánico J R Poinsett conoció esta planta en México, de donde es originaria, y quedo fascinado por sus colores. Poinsett se dedicó a regalarla en invierno, que es su mejor momento, a todas sus amistades, tradición que se mantiene. A su vuelta a EE UU hizo una enorme plantación lo que hizo que adquiriera fama mundial. La Flor de Pascua o Poinsettia se introdujo en España a principio de los años 80.
Esta tradición comenzó en Madrid cuando, a finales del siglo XIX, las clases populares se reunían en la puerta del Sol para comer uvas con las campanadas como protesta (o como burla) de la tradición burguesa de comer uvas y champán en la cena de fin de año.
Más tarde, en 1909 año hubo excedente de uva y los productores decidieron darle salida vendiéndola como “uvas de la suerte” en paquetes de doce uvas, simbolizando los doce meses del año. Lo que ayudaría a afianzar una tradición que ya se gestaba.
Su origen se remonta a las Saturnales romanas, cuando, en la fiesta de los esclavos, se metía dentro del pan un haba como símbolo de prosperidad.
Tradición se mantuvo especialmente en Francia, las familias pudientes se reunían para comerlo y ver quién era el afortunado al que le salía el haba (“el Rey del haba”). En el siglo XVIII, el cocinero de rey Luis XV de Francia introdujo además, una moneda de oro, símbolo de la fortuna. En España, el rey Felipe Y incluyó la modalidad de la moneda, cambiando su significado desde entonces: quien encontraba la moneda tenía la suerte y quien encontraba el haba (tonto del haba) pagaba el roscón.
La tradición comenzó con San Nicolás, o Sinterklass. Este sacerdote, que a la muerte de sus padres heredó una gran fortuna, regaló todos sus bienes durante su vida y nunca cobró honorarios por celebrar bautizos o bodas. Tras su muerte, se le erigió como santo y se convirtió en una figura ideal para el reparto de regalos y golosinas a niñas y niños el día de Navidad. La devoción por San Nicolás se fue extendiendo por gran parte de Europa.
La comunidad cristiana afirma que esta noble tradición tiene su origen en el Nuevo Testamento de la Biblia. Allí se relata que tras el nacimiento de Jesús, tres astrólogos procedentes de Oriente llegaron a Belén con una serie de ofrendas para el niño en señal de respeto: oro, incienso y mirra.
Algunos historiadores opinan que es más antigua aún, los antiguos romanos, por ejemplo, intercambiaban regalos el 21 de diciembre como parte de su celebración en honor de Saturno, dios del grano y la agricultura.
Los orígenes del turrón en España llegaron de mano de los árabes que habitaron la misma hasta 1492. Posiblemente el pueblo musulmán fue quien introdujese la costumbre de mezclar frutos secos con la miel en nuestras tierras para la repostería. Cerca del año 1500, producir turrón suponía un alto coste, por eso su elaboración se guardó solo para ocasiones especiales como la Navidad. Otra razón es que la almendra se cosecha a finales de verano y durante el final del año es cuando podemos contar con ellas para hacer recetas, incluido el turrón.
En España, la comarca de Alicante estaba fuertemente ligada al cultivo de almendros y habían colmenas de miel. Circunstancias idóneas para su elaboración, origen y evolución en dicha zona geográfica.
Quizá una de las más antiguas y que los católicos continúan con mayor devoción sea la de montar el Belén. Es una de las más típicas en todos los hogares, iglesias y centros públicos de los países católicos cuando se acerca la Navidad.
Fue San Francisco de Asís, quien en 1223, puso en práctica una idea surgida en un viaje a Tierra Santa. Dicha Navidad estaba en Greccio (Italia) y en una cueva cerca de la ermita, convocó a todos los vecinos para celebrar una misa de Nochebuena. Los reunió en torno a la que sería la primera representación del nacimiento. Se cuenta que la figura del niño cobró vida, sonrió y extendió sus brazos hacia el Santo. El milagro corrio de boca en boca y la costun¡mbre de poner belenes se extendió por Italia, le siguió España y luego Europa y América Latina. Fue el rey Carlos III, que había sido rey de Nápoles antes de convertirse en rey de España, quien trajo esta tradición.
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