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Trabajar desde casa, comprar en la tiendas de barrio, ir a espectáculos sin tener que coger el coche... Cuando se vaya el Covid-19, las ciudades nada tendrán que ver con lo que hoy conocemos. O al menos sus vecinos. Urbanistas y arquitectos vaticinan que ... la pandemia va a cambiar los hábitos de los ciudadanos y aumentará la vida en los barrios y ciudades medias. Acostumbrados a realizar continuos desplazamientos ya sea para trabajar y disfrutar del ocio, entienden que el coronavirus va a suponer un 'reset' y va a provocar que los ciudadanos modifiquen sus prioridades.
Profesionales de Málaga, París, Buenos Aires y Oslo apuntan que tras esta época se van a descentralizar las ciudades y a priorizar los desplazamientos a pie o en bicicleta, lo que dejará en un segundo plano los largos recorridos en coche para ir a trabajar o al supermercado. Durante un encuentro virtual organizado esta semana por el estudio internacional de arquitectura Broadway Maylan, los participantes señalaron que «las urgencias que teníamos antes del Covid van a desaparecer».
El empresario y profesor de la Universidad de París 1 Pantheón- Sorbonne, Carlos Moreno, augura que los ciudadanos van a apostar por lo que él denomina «la ciudad de quince minutos», esto es, núcleos de proximidad en donde todos los servicios y necesidades básicas (trabajo, ocio, salud, comercio y vivienda) se pueden cubrir con un desplazamiento máximo de 15 minutos a pie o en bicicleta.
Moreno, que es el ideólogo de parte de las propuestas de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, considera que «las ciudades nos han robado el tiempo de vida familiar, social, creativa y espiritual» y que por ello la pandemia nos va a dirigir a un escenario sobre el que ya se estaba trabajando pero que ahora se ha acelerado. «Lo más complicado era el trabajo, y en 48 horas el Covid ha logrado que todo el mundo teletrabaje; ya no es necesario ir todos los días a la oficina para que el jefe te vea«, reconoce.
Sobre el aspecto del teletrabajo, la consultora en movilidad Anthi Samartzidou, que trabaja en la isla griega de Lesvos, considera que el coronavirus «nos ha hecho cuestionarnos por qué nos movemos diariamente». Por eso cree que las empresas facilitarán el trabajo desde casa, una medida que permitirá reducir la contaminación y acabar con las temidas horas punta en las entradas y salidas de las ciudades. Por este mismo motivo entiende que el transporte público perderá algo de importancia. «Hay que rediseñar las ciudades para acoger a los humanos y a los medios no motorizados».
En referencia al entramado urbano de las ciudades, el arquitecto de Torremolinos, Luis Frade, reconoce que este será uno de los retos de los municipios. Él, que trabaja para el ayuntamiento de la localidad, afirma que lo primero que va a cambiar son las directrices urbanísticas y los modelos que ya se estaban revisando para dar mayor prioridad al peatón. «El habitante ha pedido un tiempo de vida y necesita vivir en el espacio público», resume. Del mismo modo, Frade considera que la incidencia de la pandemia también va a permitir dar una nueva identidad a los barrios y fomentar el comercio más local, «mucho menos agresivo que los centros comerciales».
Desde Estocolmo participaba la consultora Helenne Olson, quien alerta de que las consecuencias de la pandemia aún pueden notarse durante tres años. Por ello cree que es fundamental que cada territorio sea capaz de convertirse en una especie de país con todo tipo de recursos. «Tenemos que reinventar los barrios de cercanía, que se tendrán que cohesionar unos con otros para cubrir las necesidades de sus habitantes», expone.
Esta profesional cuenta el caso de un gran centro comercial de Malmo que ha reconvertido parte de su superficie en un gran centro de creación de videojuegos para atraer talento y subsistir a la crisis que se avecina.
El urbanista de Buenos Aires, Alfredo Garay, también cree que las ciudades van a cambiar tras la pandemia, aunque deberán hacerlo teniendo en cuenta las necesidades de sus ciudadanos, que se mueven entre el temor y el deseo. «Estamos deseando vernos como animales libres en el campo y también ocupar las plazas y volver a los bares«. Y por eso entiende que lo primero es analizar si el problema está en la forma que tiene la ciudad o en el modo en el que los ciudadanos la utilizan.
En el segundo grupo se sitúa Carmen Martínez, arquitecta y diseñadora urbana en Londres. Ella considera que las tramas urbanas no van a cambiar y que los centros urbanos seguirán siendo el centro de la vida. No obstante, sí valora que esta pandemia significará el crecimiento de las ciudades medias, muchas de las cuales eran zonas dormitorio y ahora ganarán peso. «El hombre es un ser social y va a querer encontrarse en espacios públicos; lo que va a cambiar es el modo en el que usamos», añade.
El evento fue presentado por el director de la empresa y también arquitecto Jorge Ponce, quien se preguntaba si las ciudades cambiarán su rumbo y los ciudadanos ya no querrán vivir en los grandes núcleos urbanos. Según diferentes estudios elaborados antes del inicio del coronavirus, el 72% de la población vivirá en las ciudades, una cifra que podría variar por la incidencia de la pandemia. «Son nuestro hábitat perfecto, pero también el principal factor de contaminación».
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