Borrar
Los misterios resueltos (y la incógnitas) del cerebro

Los misterios resueltos (y la incógnitas) del cerebro

Los estudios sobre el órgano más diferenciador del ser humano han avanzado más en estos 50 años que en el resto de la historia, aunque aún quedan muchas preguntas en el aire

Domingo, 6 de agosto 2023, 00:18

¿Cómo funcionan nuestros sentimientos? ¿Usamos solo una parte de nuestro potencial mental? ¿Existe la telepatía? Estas son tres preguntas que están directamente relacionadas con el cerebro humano, pero son solo una pequeña muestra de todas las cuestiones que los científicos se siguen haciendo a día de hoy. Aunque en los últimos 50 años se han dado pasos de gigante en lo que a conocimiento se refiere, el funcionamiento del órgano que más nos diferencia del resto de mamíferos sigue sin desvelarse del todo.

No en vano, el cerebro ha sido el órgano más desconocido de toda nuestra anatomía. En primer lugar, porque está escondido dentro de una caja cerrada a la que hasta hace relativamente poco la medicina no tenía acceso. «Hoy día eso ha cambiado de manera radical», explica Pedro Serrano, jefe de servicio de Neurología en el Hospital Regional, y un experto en la figura de Santiago Ramón y Cajal, el premio Nobel español considerado el padre de la neurociencia moderna. «Con la llegada de los escáneres y, posteriormente, de la resonancia magnética, ya nos permite generar la fotografía total de las distintas zonas del cerebro y ver cómo funcionan las distintas zonas. Pero tradicionalmente era un misterio, razón por la que durante buena parte de la historia de la humanidad se ha considerado el cerebro como el asiento del alma, o el sitio por lo que la persona tenía conexión con los dioses y cosas así. No existía una base realmente científica para el conocimiento», recuerda el neurólogo.

Pero no todo es una nebulosa. Serrano explica que uno de los momentos claves de la historia está protagonizado precisamente por Ramón y Cajal, que fue capaz de desentrañar el primero de los grandes misterios del cerebro, que es lo que lo conformaba. «Demostró que estaba constituido por elementos individuales que denominó neuronas, y que esas neuronas eran las que escondían los secretos del cerebro. De alguna manera empezó a desvelar cuál era la verdadera estructura y cuál era el verdadero secreto», describe el especialista, que matiza que los descubrimientos de Ramón y Cajal fueron mucho más allá, porque no sólo identificó esa neurona, sino también cómo funcionaban, cuáles eran sus distintas estructuras, cómo transmitían el impulso eléctrico, y cómo posteriormente pasaba ese impulso eléctrico de una neurona a la siguiente a través de una estructura que se denominaría sinapsis. «Descubrió que el cerebro podía amoldarse a determinadas situaciones en respuesta a estímulos externos, y que hay una capacidad casi exclusiva de perfeccionamiento individual, lo hace absolutamente diferente al resto del órgano de nuestra anatomía», añade Serrano.

Gracias al trabajo del Nobel, se sabe de qué está compuesto el cerebro y cómo se organiza, pero quedan saber los verdaderos secretos desde el punto de vista molecular. Se han identificado los principales neurotransmisores, que son aquellos elementos químicos que establecen las conexiones entre las neuronas. «Pero nos queda mucho por saber, por ejemplo, todo lo relacionado con los mecanismos básicos de la neuroplasticidad. Eso es algo en la que tenemos mucho que avanzar y que probablemente puede estar detrás del tratamiento de enfermedades neurodegenerativas», señala el experto en la figura del científico.

Pedro Serrano, jefe de servicio de Neurología del Regional SUR

Sobre esto, recuerda Serrano que la neuroplasticidad es lo que hace que las neuronas se vayan desarrollando y adaptándose al entorno. Las enfermedades degenerativas como el alzheimer no solo consiste en la pérdida de neuronas, sino en la pérdida de sinapsis. «Una de las grandes genialidades también de Ramón y Cajal fue el concebir el cerebro como un órgano en movimiento. Las células no estaban quietas, sino que estaban constantemente moviéndose y estableciendo conexiones unas con otras. Esa es la base, por ejemplo, de la memoria. Para que nosotros consigamos retener un recuerdo es necesario que se establezcan unas conexiones entre las neuronas que ya quedan fijadas y que en el futuro, si nosotros queremos evocarlo, ya tenemos la conexión hecha», explica el neurólogo. Pero además hay muchísimos otros secretos sin desvelar; por ejemplo, el origen de la conciencia. «El ser humano es el único animal que es capaz de preguntarse de dónde viene y hacia dónde va, y que tiene consciencia de sí mismo. Eso es algo que todavía los neurocientíficos no han conseguido desvelar».

La inteligencia

Una de las preguntas que asaltan cuando se habla de los misterios del cerebro es la de los condicionantes de la inteligencia, aunque ya sobre la propia palabra Pedro Serrano hace matizaciones. «El concepto de inteligencia es voluble, así que a lo mejor es mucho más importante hablar de la capacidad para triunfar en la vida o para conseguir un objetivo. Sí que es verdad que, por ejemplo, la habilidad matemática para resolver un enigma lógico sí que tiene algunas localizaciones del órgano. El cerebro más inteligente es un cerebro más interconectado, no un cerebro más voluminoso. La clave es que ha desarrollado esa sinapsis de forma más adecuada para conseguir más objetivos».

El jefe de servicio de Neurología del Hospital Regional insiste en que otros de los grandes descubrimientos de Ramón y Cajal es precisamente lo que él denominaba la gimnasia cerebral. «Las habilidades se entrenan y el desarrollo de las interconexiones también depende de ese entrenamiento y de esa gimnasia cerebral. Hay un experimento clásico en el que midieron el número de conexiones cerebrales de los taxistas de Londres y vieron que las zonas que tenían la orientación espacial eran mucho más ricas en conexiones, porque a lo largo de su vida habían desarrollado esa capacidad para localizar una determinada calle en una ciudad», describe.

¿Y cuáles son los misterios que el ser humano está más cerca de desvelar sobre el cerebro? Serrano cree que quizá el punto clave es la conciencia, pero también «arreglar» el mundo de los sentimientos. «Porque no tenemos que olvidar que también las emociones se generan y radican en el cerebro, y cada vez hay más evidencias de que eso está interconectado con otras funcionalidades del ser humano, por ejemplo, con el sistema inmunológico. Cada vez es más evidente que alteraciones desde el punto de vista emocional pueden tener su repercusión en el sistema inmunológico», subraya. Es como cuando un disgusto, por ejemplo, provoca un herpes labial. «Hay una conexión directa entre el mundo de las emociones y el mundo de la inmunología. Bajan las defensas y el virus que estaba ahí aprovecha para hacerse evidente. Si esto lo trasladamos al mundo de la oncología, podemos decir que tiene una implicación directa en la capacidad del sistema inmunológico para luchar contra un cáncer. Y esto nos lleva a conclusiones bastante interesantes», sostiene el científico.

Serrano cree que a pesar de la dificultad, todos estos misterios se irán resolviendo. «No sé cuando, pero realmente sé que sí, que poco a poco se van dando pasos en la dirección correcta. Lo que se ha avanzado en el mundo de la neurociencia en los últimos 50 años es prácticamente equiparable a todo lo que se había avanzado desde la época de Sócrates. Soy optimista en ese sentido, creo que vamos a llegar a concretar muchas cosas que a día de hoy son misterios», avanza. «Hay una dimensión social del cerebro que es otro de los grandes misterios. El misterio de las células espejo de las neuronas, que es lo que tradicionalmente se ha conocido como la telepatía; determinadas emociones que tiene una persona delante se transmiten de una a otra». Cómo, ¿es posible que exista la telepatía? Serrano se ríe. «Eso mejor lo dejamos para otro día».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariosur Los misterios resueltos (y la incógnitas) del cerebro