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No está del todo claro pero podemos situar el origen de su cultivo hace unos 9000 años en Perú y el altiplano andino. Seguramente fueron necesarios multitud de pruebas de acierto-error hasta dar con las variedades más nutritivas y que, en parte, sostuvieron el ... mayor imperio de la América precolombina. El Imperio Inca llegó a tener unos 15 millones de personas en una zona geográfica que, a priori, no parecería la más idónea para cobijar una gran población. Los Andes constituyen una cordillera formidable que obliga a sus habitantes a vivir en unas condiciones extremas. Los cambios de altura pueden ser vertiginosos, en pocos kilómetros pasamos de la costa del Pacífico a cimas por encima de los 5000 metros, solo el altiplano tiene una altura media de 3800 m. Esto, indudablemente, complica las cosas cuando de comer todos los días se trata, pero la patata era el alimento ideal su cultivo se podía realizar hasta los 4000m de altura, los requerimientos a la hora de cultivarla eran mínimos y su adaptación a, casi, todo tipo de suelos la hacían un sustento inmejorable. Además producía un 150% de rendimiento por hectárea en relación a los cereales y no necesitaba ser trilladoni molido e incluso el cocido podía ahorrarse, algo que no es posible si quieres hacer pan.
Autores como Jarred Diamond han intentado contestar a la pregunta de porque los pueblos americanos tenían un menor desarrollo que los indoeuropeos cuando Colón arribó a sus costas a finales del siglo XV. Poniendo el contador a cero al final de la última glaciación, hace unos 13000 años, parece que la clave estuvo en el desarrollo de diferentes tipos de ganadería y agricultura.
La posible paradoja surge con la patata, ya que esta solo se encontraba en América y por lo anteriormente comentado podría pensarse que todo eran ventajas para el desarrollo de las civilizaciones que la cultivaran. Estudios como lo de las universidades de Tel-Aviv y Warwick contradicen esta primera impresión. La patata y los tubérculos en general contienen mucha agua por lo que no es posible su almacenamiento en largos periodos ya que se estropean, esto lo hace un producto eminentemente local y no demasiado interesante de robar. En cambio los cereales si se almacenan secos y son susceptibles de ser reunidos en grandes cantidades y por lo tanto robados por tribus cercanas. Según los autores, estas sociedades experimentaron una presión extra para proteger sus cosechas, lo que aceleró la aparición de clases dedicadas a la seguridad y, con ellas, el surgimiento de jerarquías complejas y sistemas fiscales.
Obviamente esta puede ser una visión reduccionista pero, sin duda, será un factor a tener en cuenta para la foto de conjunto.
Parece obvio que fuera España la que introdujera nuestro famoso tubérculo, incluso se afirma que empezó a cultivarse en Irlanda a raíz del hundimiento de un navío de la Armada Invencible frente a sus costas. Se cree que los primeros europeos que probaron la patata fueron los hombres que acompañaban al explorador español Gonzalo Jiménez de Quesada en 1537, aunque no sería hasta 1560 cuando Pedro Cieza de León la trajo a España. Lo cierto es que no está muy claro pero en lo que si hay consenso es que su consumo no fue inmediato, se necesitaron varias generaciones porque, en un principio, se consideró una planta decorativa y era habitual verla como adorno en jardines palaciegos. Su consumo no era nada común y las autoridades de media Europa no la consideraban apta como alimento. No fue hasta mediados del siglo XVIII cuando Federico II de Prusia extendió su cultivo, algo que repercutió muy positivamente en el abastecimiento de la población germana. Su popularización en Francia se debió al agrónomo y químico Antoine Augustin de Parmentier que estuvo preso en Prusia en la Guerra de los 7 años y tomo buena nota de lo prolíficas y nutritivas que podían ser esas «manzanas de tierra». Al volver a Francia procuró que la corte de Luis XVI copiara a su vecino del norte, pero lo cierto es que la patata no gozaba de buena fama entre los franceses que la consideraban un alimento menor propio del ganado. El truco para cambiar esta percepción fue plantarla en los jardines de destacados miembros de la corte y fomentar su consumo entre los nobles. Aquella novedad no pasó desapercibida para el famélico pueblo francés, si ese alimento era digno de ser servido en palacio había que hacerse con él. Desgraciadamente, para Luis XVI, aquello no apaciguó el monumental cabreo de sus sufridos conciudadanos y perdería la cabeza poco después.
La patata tiene un enorme contenido de almidón, también es destacable la presencia de potasio, vitaminas Cy B6 y carotenoides. Si se consume con la piel el contenido en fibra y proteínas aumenta.
Parece un alimento óptimo para una dieta equilibrada pero cuidado porque la forma de preparación puede estropear todas sus bondades. Pensemos que unas patatas fritas chips contiene aproximadamente un 35% de grasa si a eso le sumamos el abundante contenido en sal las convierte, automáticamente, en un alimento prescindible en nuestra dieta. Si no nos queda más remedio que freírlas (mejor no) procura que el corte sea el mayor posible y que el aceite esté fuerte (sin llegar al punto de humo) de esa forma absorberán menos grasa. Pero desde luego las mejores opciones son asadas o cocidas y si van con la piel ya lo bordamos, así que hazte unas papas arrugas (no te cueles con la sal) y disfruta de 9000 años de historia.
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