El calvario de una isla coreana atestada de ciervos

Los habitantes de Anma han tenido que adaptarse a esta desesperante situación y han instalado vallas y redes para evitar que los ciervos puedan acceder a sus hogares e invadirn sus campos para preservar la cosecha. «Sólo quiero que desaparezcan para siempre. No lo soporto», lamentó Han Jeong-rye, de 80 años, quien aún trabaja en un huerto, rodeado de una malla de 1,8 metros.

El problema se remonta al año 1985, cuando tres granjeros llevaron a la isla una decena de ciervos con la intención de cosechar sus astas, muy aprecidas entonces en la medicina tradicional. Sin embargo, cuando el interés por estos remedios caseros desapareció los vecinos se quedaron sin mercado para comercializarlas, lo que dejó a muchos ciervos abandonados a su suerte. Y sin depredadores naturales la cifra de ejemplares de esta especie acabó desmadrándose hasta llegar al porcentaje actual de siete ciervos por habitante.

Así las cosas, Anma reclama soluciones, aunque tengan que ser drásticas. «Tenemos que deshacernos de ellos, incluso si eso significa que tenemos que matarlos», afirmó Jang Jin-young, uno de los líderes de la aldea. Sólo el tiempo dirá cómo acaba la historia.