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Marián García, más conocida como Boticaria García, vuelve a colarse en la lista de los libros más vendidos del país. En esta ocasión con 'El jamón de york no existe' (La esfera de los libros), su guía para comprar saludable y descubrir los secretos del supermercado. «El jamón de york no existe porque la palabra york no está en la legislación. Tú puedes hacer magdalenas de york si quieres, porque no significa nada. No es como jabugo, que tiene que tener unos requisitos. Cuando un producto pone que es jamón de york suele ser fiambre y éste tiene un 50% de carne; el resto es fécula, azúcares y aditivos», puntualiza quien se define como «divulgadora» pese a ser toda una influencer nutricional en las redes sociales (sólo en Instagram cuenta con más de 117.000 seguidores).
«La labor que yo hacía en el mostrador de la farmacia la realizo ahora en internet; antes era cara a cara y ahora a través de una pantalla», detalla la mediática farmacéutica y nutricionista que dejó hace un año y medio la farmacia de Villaescusa de Haro (Cuenca) de 500 habitantes para dedicarse a aconsejar a millones de personas. Su blog ya cuenta con dos millones de visitas al mes, su libro en sólo cuatro días ya alcanzó la tercera edición y es colaboradora habitual en televisión, radio y prensa.
- ¿Cuáles son las reglas para ir a comprar al supermercado?
- Básicamente hay que cambiar el chip. No debemos tomarnos el libro de forma radical y cambiar toda la lista de la compra de golpe. La idea es que lo que uno compre sea lo más saludable posible y que los caprichos te vengan de fuera. Mi consejo: si vamos al super una vez a la semana, cada semana vamos a ir cambiando un producto; por ejemplo, primero vamos a buscar el mejor yogur. Y a la semana siguiente, un buen pan... Y así, poco a poco, vamos introduciéndolos en nuestra lista. En lugar de fijarnos en las letras grandes -esos reclamos de casero, de la abuela, receta tradicional...- hay que fijarse en la pequeña. Lo que hemos hecho hasta ahora era mirar la tabla nutricional y ver las calorías. No importa tanto la cantidad sino su calidad. Por ejemplo, un aguacate puede tener muchas calorías, pero sus grasas son cardiosaludables. O los frutos secos. Al final las reglas pasan por elegir alimentos, a ser posible, sin etiqueta (fruta, verdura, legumbres, pescado...); esos suelen ser la opción saludable. Y si tienen etiqueta, que tengan el menor número de ingredientes posibles, porque a partir de cuatro o cinco ya empieza a ser un ultraprocesado... ¿y para qué queremos meternos todas esas cosas en el cuerpo? No es que sean tóxicas, pero no nos aportan nada...
- ¿Y las etiquetas 'bio', 'ecológico', 'orgánico'...?
- Nos llaman mucho la atención las etiquetas 'bio', 'ecológico', 'orgánico'.... y pensamos que sólo por eso son productos más saludables. Pero no. Eso sólo nos indica que se han cultivado sin pesticidas de origen sintético y que no han utilizado transgénicos, lo que no significa que tengan más nutrientes, ni que sean más seguros, ni siquiera que sean más sostenibles.
- Ahora es que lo natural se toma como una nueva religión...
- Sí. Hay que diferenciar entre lo natural y lo saludable. Lo natural también es la cicuta, porque hay muchos venenos que son naturales. También venden unos torreznos en cuyo envase pone cien por cien naturales; lo serán, pero son torreznos y los torreznos no son saludables. Natural no significa más sano.
- ¿Y los cero-cero y los light?
- Ahora tenemos mucho problema con la quimiofobia. Pensamos que lo natural, lo que no tiene químicos, es más saludable; y cuando vemos aditivos nos echamos las manos a la cabeza. Hay que saber que cuando vemos el E-300 es amonal, ácido ascórbico... que es la vitamina C, que es un antioxidante. Luego tenemos otros aditivos como el glutamato monosodico, que no son tóxicos, pero que potencian el sabor de alimentos y que nos llevan a comer más, como es el caso del E-621. No es que no se recomiende, es que los alimentos saludables no llevan glutamato monosódico. A un yogur 0% grasa le ponen azúcar para que esté rico, es verdad que es 0% grasa, pero sí lleva azúcar.
- Deberíamos tener una asignatura desde pequeños para aprender a leer las etiquetas...
- La nutrición en el cole solo se da en la clase de biología para hablar de hidratos de carbono, proteínas, grasas... pero en el fondo en el plato no sabes en qué se traduce. tienes que decirle a la gente cómo tiene que comer, que la mitad de lo que comas sea frutas y verduras, un cuarto de cereales integrales y el cuarto restante de proteínas como pollo, pavo, pescado, legumbres... Esos mensajes son los que llegan a la gente.
- Habla de que el jamón de york no existe, pero también de que hay que seleccionar bien el queso o el pan, que los palitos de cangrejo apenas llevan cangrejo... ¿Qué alimentos deberíamos tachar de nuestra compra?
- Dentro de cada grupo de alimentos hay mejores y peores elecciones. Dentro del queso, por ejemplo, tendríamos que buscar un queso que fuese leche, fermentos lácticos, cuajo y sal. Eso es lo que hace falta en la etiqueta. Los sucedáneos de quesos son los que tienen un chorro de ingredientes y que, si nos fijamos, no pone queso; en lugar de eso pone rallado, fundido, pizza, gratinar... pero no pone queso. Una vez más, lo importante en el queso es que tenga esos tres o cuatro ingredientes. Con respecto al pan, tenemos mucha suerte, porque la ley del pan cambia el 1 de julio y el pan integral va a ser pan integral cien por cien integral. Tendremos que buscar que el porcentaje integral sea lo más alto posible. Ojo, porque esto no se aplica a las galletas. No hay ninguna galleta industrial buena.
- De ahí la pregunta que se repite mucho: ¿qué desayuno entonces?
- Pues como se ha hecho en el sur de toda la vida: una tosta de pan integral con aceite de oliva virgen extra. ¡Eso sí, la manteca colorá ya es otra cosa! (risas).
- Hay mucha teoría pero, ¿es fácil aplicarla en el día a día? Además, usted se considera 'malamadre'...
- Soy muy 'malamadre', pero ya he conseguido que la malamadre jefa, Laura Baena, tome por las mañanas pan integral con aceite de oliva... ¡y eso que ella era muy fan de la mantequilla! El paladar se puede educar y cuanto antes empieces, mejor. Me acuerdo que hace unos años pillé a mi hijo echándole sacarina a una manzana. Me dijo que estaba más rica. Y es verdad. Pero si este niño se acostumbra a tomar sacarina con manzana, que potencia el sabor dulce, cuando se tome una manzana sola le va a parecer sosa. Pero eso que nos parece con las manzanas muy loco, ¿quién se toma las fresas solas? Porque les echamos nata, azúcar, zumo de naranja... Si a tus niños les pones en el 'tupper' una manzana tiesa y otros niños llevan una palmera de chocolate, normal que se les caigan las lágrimas. Hay que hacer la comida atractiva y hay alternativas; eso es lo que trabajamos con el club de malasmadres. En instagram publico muchos platitos con caras, comparto las bandejas boticarias o los platos Portugal (comer mucho verde y rojo como la bandera)... Yo le compro platos con ojitos y bocas para los niños. A lo mejor los tallarines de calabacín no es lo que más le apetece a los niños, pero si es el pelo de una señora se lo toman con más alegría.
- ¿Alguna vez le ha dado a su hijo un sandwich mixto?
- No estoy en contra de los sandwiches ni mucho menos, pero sí de lo que le metemos dentro. Sí puede ser terrible un sandwich mixto de pan de molde blanco de los que llevan grasas de palma, con un fiambre que también lleve fécula y un queso que sea un sucedáneo. Una opción fantástica sí es un pan integral (que puede ser de trigo o de centeno), con jamón cocido extra o con pollo -de los que tienen un 99% de pollo- y un queso manchego. Yo recomiendo hacer el pollo a baja temperatura, lo que yo llamo el pollo lento, que tiene una textura maravillosa.
- Cuando nos portábamos bien nos daban chucherías, ¿qué podemos darle a los niños como premio?
- Decir que siempre a los niños se les ha dado chucherías y no ha pasado nada, es mentira. La obesidad y el sobrepeso en España está en un 50%, pero cuando éramos pequeños no era esa cifra. De estos polvos vienen estos lodos. No digo que en los cumples de los niños se tengan que poner exclusivamente brochetas de frutas; puede haber sitio para chuches un día. Pero no deben formar parte del día a día. Si todos los niños llevasen al cole frutos secos, sandwiches de atún o taquitos de queso todo sería mas fácil. La industria diseña productos para que sean muy palatables y ahí entra la educación que hagamos desde casa, por eso ponerlo debemos ponerlo lo más bonito posible. Y sí, podemos tomar gominolas, pero cambiando el concepto de consumo ocasional, porque muchas veces ese «ocasionalmente» se convierte en todos los días.
- En la actualidad Instagram se ha convertido en el nutricionista de cabecera, ¿no?
- Sí, pero como dice la Vecina Rubia: «No hay nada más falso que un desayuno de Instagram». Yo soy farmacéutica aparte de nutricionista. Cuando hablas de antibióticos, nadie te discute, porque de eso no sabe nadie; pero cuando hablas de comer, como todo el mundo come, todo el mundo puede poner en Instagram lo que le da la gana. La pelea y la batalla está en conseguir que la gente busque fuentes de información fiables. Podemos seguir a una influencer porque nos encanta, pero a la hora de los hábitos de alimentación, igual que tenemos que ponerlo en cuarentena, porque hablar de salud y nutrición no lo puede hacer cualquiera porque se haya leído dos libros o siga dos cuentas americanas de 'healthy food'. Se hacen verdaderas barbaridades. La gente piensa que comer panela es más saludable porque muchos influencers ponen panela, pero eso es un 90% de azúcar. Además, como sabe menos dulce pones más, con lo que al final tomas más azúcar.
- Hay muchos cantos de sirena...
- Constantemente. El otro día estuve en un congreso en el que se comentaba que la industria de las frutas y hortalizas invierte quince veces menos en márketing y publicidad de lo que lo hace la industria de los ultraprocesados. Así, si los 'buenos' no se publicitan tanto, pues es normal que la gente termine pensando que comer un yogur es más saludable que comer una manzana, cuando a lo mejor ese yogur tiene 15 gramos de azúcar. En el fondo es David contra Goliat. Pero en la actualidad se está viendo que a la gente le interesa la nutrición, ya que se da el caso de que libros como 'El jamón de York no existe' o el de Carlos Ríos se sitúan entre los más vendidos entre los de no ficción en la Feria del Libro de Madrid y en Amazon. Igual si entre todos empujamos un poco, la industria también se pone las pilas, porque lo que no se compra no se vende, y si se deja de vender, se deja de fabricar. Pero nos tienen que echar una mano las autoridades con la legislación.
- Con todo lo que usted dice, habrá recibido presiones por parte de algunas empresas, ¿no?
Alguna vez he recibido alguna llamada, pero ahora las cosas funcionan un poco al revés. Hace unos años, si sacabas un poco la pata del tiesto, desde la industria te amenazaban. Ahora con el tema de las redes sociales la industria lo que intenta es hacerse amigo tuyo e intenta 'comprarte'. Con las redes sociales se ha democratizado la información, cualquiera puede opinar. Y tampoco he dicho nada que no sea real. Si yo digo que cuando pone jamón de york suele ser fiambre y que el fiambre tiene un 50% carne y el resto es fécula, azúcares y aditivos, es que eso lo pone la legislación. Yo pongo la lupa y digo lo que tiene un producto. Si digo que un yogur tiene 15 gramos de azúcar es porque los tiene, no me lo invento. Al productor del yogur le puede sentar mejor o peor, pero no me puede decir nada. Lo que tiene que hacer si no le gusta lo que está escuchando es cambiar el yogur.
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