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El terrible caso de un niño de 3 años que falleció esta Nochevieja en Gijón atragantado con una uva ha vuelto a poner el foco en la necesidad de vigilar con lupa la alimentación de los más pequeños. Cuando se piensa en productos que pueden desencadenar la tragedia por lo general vienen inmediatamente a la cabeza las aceitunas con hueso o el pescado (por las espinas), pero lo cierto es que las salchichas y las uvas también integran este macabro listado, según demuestran numerosos informes médicos publicados sobre este tema.
El vicesecretario general de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello, Raimundo Gutiérrez Fonseca, ya aconsejó antes de la última noche del año no dar de comer a los niños menores de cinco años las uvas enteras en Nochevieja por el riesgo de atragantamiento o asfixia. ¿El motivo? Que esta fruta, por sus cualidades en cuanto a su forma y textura, puede provocar una obstrucción en las vías respiratorias y, si no se actúa de forma rápida, «puede llegar a provocar la muerte». Su consejo pasaba por cortarlas en varios trozos, quitarle la piel y las pepitas para de esta forma evitar un episodio de aspiración.
Un artículo de la revista médica BMJ titulado Archives of Disease in Childhood y realizado por expertos en medicina de urgencias, también ponía el foco de atención sobre el peligro que supone comer uvas enteras para los menores de cinco años. Los médicos británicos a cargo de esta publicación afirman que la mayor parte de la población no es consciente del riesgo que suponen algunos productos alimenticios entre los que se encuentra la uva por el riesgo de asfixia mortal a edades tempranas. Las uvas son la tercera causa más común en incidentes de ahogamiento por comida, después de los perritos calientes y los caramelos.
En niños, el riesgo se agrava ante este tipo de alimentos dado de el hecho de que sus vías respiratorias sean aún pequeñas, no tengan todos sus dientes o no estén todos desarrollados para masticar bien además de que su reflejo de deglución sea aún inmaduro, por no olvidarnos del hecho de que se suelen distraer a menudo y eso hace que ahogarse sea un peligro mayor que en adultos.
Las uvas acaparan estos días el foco informativo a raiz del triste caso de Gijón, pero los expertos aconsejan extremar las cautelas con estos otros productos, igual de peligrosos:
Al ser fáciles de cocinar y baratas por lo general, las salchichas suelen ser uno de los 'fijos' en toda nevera, pero lo ideal es que los menores de 3 años no las consuman, ya que es bastante fácil, desgraciadamente, que los pequeños se atraganten con ellas, como ocurrió el pasado mes de marzo en Málaga con una menor. Son cilíndricos, del tamaño de las vías respiratorias y compresibles, lo que permite que se atasquen firmemente en la hipofaringe de un niño y ocluyan completamente las vías respiratorias. Aunque es un alimento que puede sacarnos de un apuro, hay que tomarlo con precaución, puesto que por ejemplo en Estados Unidos un 20% de las muertes accidentales por asfixia de niños menores de 10 años es debido a un perrito caliente.
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¿Se puede prevenir de alguna manera? En parte sí, teniendo en cuenta la forma de tomarlas. Así, cuando vayan a ser consumidas es importante que las salchichas se corten de forma transversal, a lo largo, y nunca en rodajas. Si el menor se atraganta, el trozo se puede quedar en horizontal taponando la tráquea, además de impedir la entrada de aire, lo que hace muy difícil que se pueda extraer el fragmento que impide respirar al pequeño. En cambio, si se trocea de modo irregular es menos probable que se quede atascado, precisamente por su forma.
Además de las salchichas, hay una serie de alimentos que no deben ser ingeridos por los más pequeños del hogar, una lista en la que figuran algunos nombres que quizás sorprendan a algunos. Según los expertos, los objetos duros y redondeados saltan al intentar morderlos (por ejemplo, los caramelos duros) mientras que otros alimentos con tendencia a pegarse en el paladar como un trozo de pan o de carne o un gajo de mandarina, pueden engancharse, por lo que también es importante ingerirlos con cuidado.
De este modo, los alimentos de alto riesgo son:
Dulces duros, los cacahuetes y frutos secos, las semillas, las uvas enteras, las zanahorias crudas, las manzanas o el chicle, además de las salchichas. Caramelos, carne, huesos y espinas suman más de la mitad de todos los casos de atragantamientos, y la lista la encabezan los adorados caramelos. Según un estudio publicado en la prestigiosa Pediatrics este tipo de chucherías causó el 15,5% de los accidentes de este tipo en Estados Unidos entre 2001 y 2009, lo que le convierte en el enemigo número uno de los peques en lo que a causas de atragantamiento se refiere.
Y ojo también con... :
Los globos. Son imprescindibles en cualquier fiesta, pero también entrañan riesgos. Los niños tratan de inflarlos, pero esta accción puede llegar a obstruirles las vías respiratorias. Además, no hay que dejar a su alcance globos desinflados y, en caso de que se pinchen, inmediatamente hay que retirar todos los trozos que se hagan.
Además, aunque es habitual distraer a aquellos niños que no comen habitualmente bien, hay que tener presente que el menor debe estar concentrado en lo que hace para que mastique de forma correcta e intentar evitar así sobresaltos.
Atragantarse significa que la comida se queda a medio camino hacia el estómago, y esto puede suceder tanto con trozos grandes de comida o con comidas pegajosas; pero incluso puede pasar al beber agua. Ahogarse es que la comida se va hacia el pulmón, y esto es mucho más grave. Ocurre casi exclusivamente con alimentos duros y/o redondeados como los frutos secos y caramelos, que al morderlos es muy común que salgan disparados y se metan en la tráquea, causando el ahogamiento.
Según sea la edad del afectado, habrá que actuar de manera distinta. De este modo, en el lactante se aplican cinco golpes secos en la espalda, entre los omóplatos, con el talón de la mano. El bebé tendrá que estar boca abajo sobre nuestras rodillas, inclinado, de manera que tenga la cabeza más baja que el cuerpo. Si el objeto no sale, se pone al bebé boca arriba y se presiona con dos dedos en la línea media entre el pecho, en el tórax. Se repiten estas maniobras alternativamente en tandas de cinco hasta que pueda respirar.
En niños mayores se empieza con los golpes en la espalda, y solo como último recurso y si no respira se realizará la maniobra Heimlich, que consiste en realizar una comprensión brusca del abdomen con las manos empujando hacia arriba y atrás.
Si nada de esto funciona es entonces cuando habrá que recurrir a los servicios médicos.
Ante todo, hay que mantener la calma, e invitar al niño a que tosa para que por sus propios medios sea capaz de sacar de su cuerpo el elemento que le molesta. Es recomendable darle unos golpes suaves en la espalda, para tratar de ayudarlo a conseguirlo. Si no expulsa nada, hay que tener presente que sólo se debe sacar el objeto de la boca cuando se vea claramente que está a nuestro alcance y lo podemos extraer. Nunca se debe introducir un dedo a ciegas pues podríamos conseguir el efecto contrario a lo deseado, ya que al no verlo, es más que posible empujar más el objeto y terminar de taponar la laringe.
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