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Alimentos que (casi) no contienen alimentos

Alimentos que (casi) no contienen alimentos

Los productos ultraprocesados listos para consumir o calentar pueden tener unos ingredientes que ni nos imaginamos

Domingo, 1 de julio 2018, 00:21

No acostumbro a visitar demasiado las grandes superficies de alimentación, me abruman las dimensiones y me dificultan encontrar aquello que voy buscando, pero he de reconocer que pueden ser una aleccionadora clase de tecnología alimentaria en especial el pasillo donde se encuentran alimentos ultraprocesados, con recetas de los 5 continentes, listos para consumir o con una mínima intervención por parte del comensal. En este caso seleccioné, al azar, un risotto 5 quesos en un envase listo para calentar y un arroz hindú con pollo al curry en un sobre para hidratar. Lo primero que llama la atención son los coloridos envases y las cuidadas fotos que invitan a la salivación, además, se acompañan de paisajes como son unos arrozales cultivados por una persona a mano, en el caso del arroz hindú y de una imponente casa de piedra en medio de un campo rodeada de cipreses, que imagino, quiere recordar la Toscana italiana. Ambas fotos invitan a pensar en un producto natural realizado al abrigo de ancestrales recetas. Algo que se difumina cuando damos la vuelta al envase y empezamos a leer los ingredientes: fécula de patata, extracto de levadura, jarabe de glucosa, grasa vegetal de palma… No parece que las recetas tengan mucho que ver con un milenario arrozal de la India o el vetusto campo toscano. Pero lo mejor es ver la proporción del supuesto ingrediente estrella, el risotto destaca en la parte frontal del envase el contenido «extra de queso», pera ver en que se traduce ese contenido extra solo hay que mirar los ingredientes, 6,5% de queso. El arroz con pollo es mucho más espectacular ya que el contenido en dicha ave es de un 1%.

Algo normal

El ejemplo expuesto no es algo extraño ni anecdótico. La realidad de los envases, las denominaciones y los contenidos, en la industria alimentaria, va muy por delante de la legislación que intenta regularlo. Forzar los mensajes para trasladar una idea que dista de la realidad es una práctica común. Lo importante es difundir un mensaje positivo que poca gente cuestionará y a los pocos que denuncien acallarlos con sesudas frases del tipo «hay que comer de todo» o «solo os gusta alarmar».

¿Cuál diría que es el principal ingrediente de una famosa crema de cacao con avellanas? Imagino que pensará en lo obvio, cacao o, por lo menos, el otro ingrediente estrella, las avellanas. Pues los dos juntos no suman más de un 25%. Son mucho más importantes en su composición el azúcar o el aceite de palma. Algo parecido ocurre con el cacao en polvo para añadir a la leche, tampoco es el cacao su componente preferente ya que el azúcar gana por goleada con más de un 70% de la composición.

Un ingrediente como reclamo

Cuando compramos un filete de atún en el mercado sabemos que es 100% atún. Cuando adquirimos un pate de atún, seguramente, no sospechamos que el contenido del protagonista del envase no supera el 40%.

Los preparados lácteos son un terreno especialmente abonado para la confusión. Leche de almendras con tan solo un 4% de almendras o envases que destacan la palabra «avena» en su etiquetado frontal pero que tan solo supone un 0,1% de su composición.

Esta práctica tiene un especial seguidismo cuando el producto en cuestión está de moda y ha recibido el dudoso honor de ser considerado un superalimento. Así podemos encontrar panes industriales con quinoa o smoothies con alcachofa donde el componente estrella no supera el 1% de contenido en su composición.

Mención aparte merecen las cremas y sopas de sobre. La crema de champiñones no suele albergar más de un 1,5% de champiñones, eso sí, el contenido en harina, almidón y sal es más que notable. Hay un divertido video en internet donde calculan cuantos platos de sopa de pollo salen de un pollo de corral utilizando las proporciones de ingredientes que se indican en el propio sobre. Tras unos sencillos cálculos se llega a la conclusión de que con un solo pollo se pueden obtener más de 10.000 raciones. Pero mi favorito es la crema de bogavante, donde destaca un lujoso envase en el que llama la atención una cuidada foto de este noble crustáceo, lástima que ese crustáceo solo estuviera de paso porque su contenido no supone más de un 0,5%.

No te compliques

Los ejemplos expuestos tan solo son una mínima muestra de la realidad en cualquier supermercado. Hay cientos de productos que intentan presumir de cosas que realmente carecen, por no hablar de los ingredientes que parecen estar pero ni aparecen. Yogures con sabor a fresa donde no hay fresas o patatas fritas con sabor a trufa, trufa bien dibujada en el envase pero que ni remotamente llegó a atravesar ninguna de las puertas de la factoría patatera.

Para intentar evitar posibles engaños es recomendable prescindir de alimentos muy procesados, demasiado envasados o con muchos ingredientes, es decir, más mercado y menos supermercado. Recuerda que el lema del minimalismo «menos es más» también se aplica en tu cesta de la compra.

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