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Miércoles, 4 de agosto 2021, 19:34
La población de garrapatas en España no para de aumentar. Un crecimiento disparado que se explica debido al progresivo aumento de las temperaturas, que provoca que estos parásitos estén activos durante más meses. Así lo avisa la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA). ... En España se han detectado hasta una veintena de especies de garrapatas, «algunas de las cuales pueden transmitir graves enfermedades como la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, la enfermedad de Lyme o la encefalitis vírica», advierten.
Las garrapatas habitan especialmente en el campo, en zonas con vegetación y animales, pero también en parques, jardines, piscinas e incluso en la playa. Veterinarios y médicos de toda España vienen alertando desde hace tiempo de un aumento de casos de picadura de garrapata en sus consultas. Desde ANECPLA piden extremar las precauciones y su control y ofrecen una serie de recomendaciones para evitar su picadura.
«La fiebre hemorrágica Crimea-Congo es endémica de África. Hasta 2013 nuestro país estaba libre de esta enfermedad. Sin embargo, aquel año se diagnosticó el primer caso en España y, desde entonces, se han contabilizado hasta nueve personas afectadas, tres de las cuales fallecieron por este motivo a consecuencia de la picadura de una garrapata», explica la directora general de ANECPLA, Milagros Fernández de Lezeta. Y continúa: «el progresivo aumento de las temperaturas ha convertido a España en un país tan propicio para el desarrollo de las garrapatas como lo es África, por ello su población no para de aumentar en los últimos años. Es fundamental que se activen los protocolos de control necesarios contra esta especie y que, tanto desde las administraciones como desde el sector de la sanidad ambiental y los propios ciudadanos, se realicen labores de prevención», reclama.
Los síntomas de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo comienzan de forma súbita, en forma de fiebre, dolor muscular, mareos, dolor y rigidez de cuello, lumbago, cefalea, irritación de los ojos y fotofobia (hipersensibilidad a la luz). Pueden producirse igualmente náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal y dolor de garganta al principio, seguidos de bruscos cambios de humor y confusión. Al cabo de dos a cuatro días, la agitación puede dar paso a somnolencia, depresión y debilidad. Otros signos clínicos posibles son taquicardia, adenopatías (inflamación de los ganglios linfáticos), y diversos fenómenos hemorrágicos, de ahí su particular nombre.
La tasa de mortalidad asociada a esta enfermedad es de aproximadamente un 30%, y la muerte sobreviene durante la segunda semana. Entre los pacientes que se recuperan, la mejoría comienza generalmente al noveno o décimo día tras la aparición de la enfermedad.
Las garrapatas habitan por lo general en el campo, donde exista abundante vegetación y presencia de animales. Y es en estos entornos, durante paseos o rutas de senderismo, cuando las personas solemos estar quizás más alerta ante la presencia de estos artrópodos. Sin embargo, la directora general de ANECPLA recalca la importancia de no bajar la guardia en otros entornos de riesgo tales como parques, jardines, piscinas e incluso las playas. «Es importante que los ciudadanos se conciencien de los riesgos que pueden llegar a suponer las garrapatas y que interioricen que este verano el riesgo no se encuentra solo en el campo, sino que en entorno que tanto frecuentamos ahora en nuestras vacaciones como la playa o la piscina tenemos que permanecer igualmente alertas».
«Las garrapatas suelen encontrarse en las hierbas altas, con lo que es fácil que se adhieran tanto a los animales como a las personas cuando pasan cerca para alimentarse de su sangre. Y no se sueltan hasta que se hinchan y su cuerpo se llena por completo», explica Fernández de Lezeta.
Así lo afirma la directora general de ANECPLA, quien aconseja «utilizar ropa protectora adecuada, que deje visible la menor superficie de piel posible. Por otro lado, y después de una exposición a ambientes donde cabe esperar la presencia de este animal, es importante revisar tanto la ropa como la piel y el pelo (las zonas calientes como las axilas, el cuello, la cintura y la cabeza son sus preferidas). Y, en caso de detectar alguna garrapata retirarla rápidamente, siempre con cuidado y la técnica adecuada y, siempre que sea posible, conservarla para posibles análisis posteriores».
Además de los mencionados perjuicios a seres humanos, la picadura de las garrapatas puede acarrear complicaciones de salud también en los animales, siendo la babesiosis y la erliquiosis las enfermedades más comunes que transmite. En este sentido, ANECPLA recomienda a los dueños de animales, especialmente los perros, extremar igualmente las precauciones a fin de evitar compañías indeseadas. Al tratarse de un parásito silencioso que no genera ni picazón ni prurito, se aconseja realizar una revisión exhaustiva del animal tras un paseo por el campo o zonas ajardinadas como método de detección.
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