Dos turistas japonesas bromean mientras se hacen fotografías en una plantación de girasoles.

Campos de 'giraselfies'

Más de 3.000 japoneses visitan Carmona cada primavera para fotografiarse con girasoles. Algunos pagan 250 euros para convertirse en ‘agricultores virtuales’ de pequeñas parcelas

Susana Zamora

Viernes, 2 de junio 2017, 00:15

Puede que la culpa la tenga Fukushima. O Toyota o el propio Van Gogh. En Carmona, no saben muy bien qué ha pasado en esta última década para que los turistas japoneses acudan en masa cada primavera para hacerse fotos en sus extensos campos de girasoles. Más de 3.000 lo hicieron el año pasado. Les encanta pasear por la vega teñida de amarillo que se abre bajo este municipio sevillano, entre ejemplares que pueden superar los dos metros de altura. Soportan el incesante y amenazador revoloteo de abejas y avispas y un Sol que aquí no es naciente como en Japón, sino sofocante e insufrible cuando a media mañana los termómetros ya superan los 30 grados.

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Los hay que vienen en excursiones organizadas y con una parada dentro de un circuito turístico por Andalucía, pero también están quienes individualmente contratan esta experiencia, cogen un AVE y se plantan en Sevilla desde Madrid sólo para ir a hacerse selfies con los girasoles. Lo saben bien en la agencia Miki Travel, que ofrece desde la estación sevillana de Santa Justa excursiones a Carmona para visitar, principalmente, los campos de girasoles e inmortalizar tan feliz momento, aunque también recorren el conjunto monumental del municipio y degustan un aperitivo en su parador, un impresionante alcázar árabe del siglo XIV con imponentes vistas a la campiña. Todo por 85 euros.

A los chinos les va más la lavanda

  • brihuega

  • En Brihuega (Guadalajara) el campo se vuelve azul en julio. Es el momento de máxima floración de las casi 1.000 hectáreas de plantación de lavanda que rodean el pueblo. Los chinos conocen bien este rincón de la Alcarria gracias a los reportajes que llegan de sus singulares campos y cientos de ellos acuden cada verano atraídos por las connotaciones romáticas del color morado, tan de moda gracias a una popular serie de su país.

Dice Isabel Calvache, gerente de la empresa Caracol Tours, que para los japoneses esta excursión no es una más: «Es la excursión», enfatiza. Desde que en 2014 empezara a rodar esta agencia de viajes cordobesa, con una Ruta de los girasoles como principal reclamo, cientos de japoneses la han contratado desde origen. «Hay turistas nipones que han decidido venir a España, en lugar de Francia o Italia, solo por los campos de girasoles. Tuvimos una pareja de recién casados que reservaron esta escapada solo para ellos, para celebrar su luna de miel», recuerda Calvache.

Esta empresaria sabía bien dónde se metía cuando, después de tres años en Japón trabajando para una empresa exportadora de vinos, decidió ofertar esta ruta. «A los japoneses les encantan las flores en general; en Tokio hay numerosos parques metropolitanos en los que cada mes florecen tipos diferentes. El amarillo, en concreto, simboliza en su cultura el oro, el poder», expone esta empresaria. A la vez les transmite energía y vitalidad y les proporciona una sensación de bienestar «que ellos definen como kimochi ii y que asocian al placer que sienten cuando entran a las aguas termales calientes», precisa la empresaria.

Un paisaje de anuncio

Todos esos motivos fueron suficientes para que la marca Toyota apostara en 2002 por Carmona para rodar un anuncio que solo se emitió en el mercado asiático. En él puede verse a su nuevo modelo atravesando extensos campos de girasoles y tomas concretas en las que las flores se reflejan en la carrocería del vehículo. Fue tal el impacto que causó esta publicidad, que desde entonces no ha dejado de crecer el número de turistas japoneses que llegan hasta Carmona buscando esa imagen que grabaron en su retina. «Cuando llega mayo, los principales tourperadores JTB, Miki Travel o Gullivers empiezan a llamarnos para saber si las plantas han comenzado a florecer», asegura Paula Moreno, responsable de la Oficina Municipal de Turismo de Carmona. Ha habido turistas japoneses que hasta han querido recrear con su coche de alquiler aquel anuncio. «No nos pudimos negar», recuerda Luis Manuel Pérez, copropietario de la Finca San Ygnacio. Viendo el interés que despertaban sus plantaciones de girasoles, decidió junto a su hermana Victoria aprovechar esta oportunidad de negocio y ofertar a los japoneses la posibilidad de «adoptar» una parcela de 50 metros cuadrados con 300 girasoles y convertirse en agricultores virtuales de la planta por 250 euros.

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La rotulan a nombre del comprador, le documentan todo el proceso desde la siembra a la recolección, fotos incluidas, y finalmente secan una de las plantas y se la envían a Japón, junto con unas semillas que puede plantar. Actualmente, tienen 47 alquiladas.

De las 12.000 hectáreas que hay cultivadas en Carmona, unas 5.000 son de girasoles, que pueden verse en flor desde finales de mayo hasta julio. Su capacidad para absorber la radiación de la tierra llevó a una orden budista a plantar ocho millones en el entorno de Fukushima tras el desastre nuclear. Eso, unido a la enorme repercusión que en 1987 tuvo la adquisición por un coleccionista nipón de una pintura de Van Gogh sobre este motivo, por la que pagó casi 40 millones de dólares, popularizó una planta originaria de Norteamérica, pero que con los años ha echado hondas raíces en tierras japonesas.

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