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Rubí reinó durante un día en La Joya, una aldea semidesértica habitada por apenas 250 vecinos que ayer se dio a conocer al mundo con un cuento de hadas de sabor agridulce.
Los 30.000 de Rubí

Los 30.000 de Rubí

En esa cifra se quedó el aforo de la fiesta de sus 15 años en un remoto poblado mexicano, a la que se habían sumado por las redes 1.300.000 personas de todo el planeta tras hacerse viral su genérica invitación «a todos». Se cerró con un muerto y un herido

milagros lópezde guereño

Miércoles, 28 de diciembre 2016, 11:09

Rubí Ibarra García celebró sus 15 años, cumplidos el 31 de agosto, con un fiestón agridulce. No fue lo que esperaba. Quería gente y se vio desbordada, al igual que sus padres, Crescencio y Anaelda. A ratos contrariada se notaba en su entrecejo fruncido por el agobio. Ya relajada para la hora del baile, la chica lució su sonrisa con ortodoncia, maquillaje perfecto y tiara de piedras. Engalanada como una princesa, subió y danzó en el escenario principal de los cuatro montados para la ocasión, como en los mejores conciertos musicales.

No faltaron los ingredientes básicos: comida, bebida, música, baile, coreografías y cientos de regalos. Tampoco un muerto y un herido. Félix Peña, de unos 60 años, se cruzó, jubiloso y ebrio, en el camino de su caballo, que iba ganando la carrera y la famosa chiva. Otra persona se fracturó una pierna, pero la fiesta siguió hasta la madrugada. El dueño del animal y miembro de los Coyotes negros había dicho poco antes de fallecer que quería competir por «la fama» y no por los 600 euros del premio. Con un servicio de internet copado por multitud de medios informativos y quienes podían pagar los seis euros por hora de la conexión, la mayoría de los asistentes no se enteró del accidente mortal hasta bien entrada la noche.

La jornada empezó sobre las once de la mañana (siete horas más en España) con una misa. El templo fue improvisado en una carpa en la antigua presa del pequeño poblado de San Luis Potosí. Llegar hasta allí fue un suplicio para los tres centenares de «invitados especiales».

Anaelda, madre de la quinceañera más famosa de México y quizá del mundo, ataviada con un caro traje de gala azul regalo de una diseñadora local, no resistió el cerco de los periodistas. Perdió los estribos y gritó: «Entiende más un animal que personas de la prensa; lástima, es más educado uno de ranchero que los de la prensa porque yo los traté a ustedes con cordialidad». Su marido arropó a la mujer y a su hija y, en silencio, apresuró el paso para entrar en la capilla.

Después del servicio religioso, que duró una hora, la familia comenzó el banquete. Entonces fue Crescencio quien perdió los nervios. «¡Retírense! Que se vayan los medios; vamos a comer con la familia, o nos vamos a tener que retirar nosotros», exclamó. El hombre fue inmigrante en Estados Unidos, donde nacieron y viven dos de los hermanos de Rubí. Desde el otro lado de la frontera, apoyaron con remesas de dinero la financiación del festejo, previsto inicialmente para 800 invitados. Inicialmente.

Tras hacerse viral por las redes sociales su genérica invitación «a todos» pensando en vecinos de localidades próximas, 1.300.000 personas de todo el planeta confirmaron su asistencia a la fiesta de los 15 años de Rubí. En algún momento la familia pensó en cancelarla. Pero finalmente se liaron la manta a la cabeza y siguieron con la celebración, animados al ver que autoridades locales y personajes famosos estaban dispuestos a colaborar para llevarla a buen término.

Una línea aérea ofreció descuentos para llegar a la remota zona semidesértica donde habitan, Protección Civil sacó efectivos a las carreteras para señalizar y controlar los caminos, hasta el gobernador estatal, Juan Manuel Carreras, aterrizó ayer temprano en helicóptero para sumarse al evento, que también acumuló detractores en torno a una crítica común: «Los benefactores solo buscan notoriedad». El político regaló a la joven libros y un ordenador portátil. ¿Cómo lo usará, si no hay señal de internet en el pueblo?

Pero Rubí ya ha acreditado sus recursos. Tiene abierta, o quizá se la abrieron, cuenta en Twitter y en Facebook. Desde las mismas redes sociales que se convulsionaron con la invitación le llovieron muchas felicitaciones y memes simpáticos. También otros crueles. Natanael Josue le decía: «Felicidades Rubí, que te la pases chido, no dejes que nadie te amargue tu día».

El último tuit de su cuenta rubiibarragarcia@xvrubi15 fue del pasado 19 de diciembre: «Cuando ya me voy a dormir y hay buenos memes en mi inicio». En cambio, en Facebook se registró mucha más interactividad. Por esta vía se invitaba también «a todos» al «after de los XV». La información es clara: «Peda para los crudos (resacosos) de los XV de Rubí del día 26 de diciembre. Lleva tu tupper y tus jarras para llevártelas llenas de cheve. Es una invtación abierta». Y más ácidos, como este de Silvia Carvallo: «Tienes toda la razon, qué chingados nos importa los 15 de esa babosa, se hubieran de preocupar por personas que en verdad lo necesitan, no por mamadas».

Otro político que se sumó sorpresivamente a la parranda fue el atípico alcalde de San Blas, del vecino Estado de Nayarit. Hilario Ramírez Villanueva, que en 2014 llegó a admitir que «sí, le robé (al Ayuntamiento), le robé poquito, no más una rasuradita», le obsequió un Chevrolet Spark en cuyo parabrisas podía leerse: «Rubí, para que vayas a la escuela». Al costado firmaba «amigo Layin», como es conocido el empresario, que afirmó que el carro salió de su propia cartera. «Regalamos de lo que trabajamos», garantizó.

Conocidos, artistas, diseñadores y músicos colmaron de regalos a la protagonista de este cuento. La joven cosechó una casa completa, una beca de la fundación de Carlos Slim, el millonario mexicano, guardarropas a reventar... Múltiples cadenas de televisión la entrevistaron como a una celebridad, ha sido portada de revistas y le han ofrecido hacer carrera como cantante y participar como actriz en una serie.

Objetivo, acercarse a Rubí

Sobre las tres de la tarde, ya con la digestión en curso, se realizó una tradicional carrera de caballos. La multitud hizo difícil su organización. Apenas una raya blanca marcando el recorrido. Una raya que Félix Peña no vio cuando, emocionado porque su caballo iba en cabeza, se cruzó en su camino y sucumbió bajo sus patas. La carrera se suspendió, pero sólo momentáneamente. Tras la reanudación, el mismo caballo y su jinete, Erasmo Peña, se llevaron el premio.

La Joya: ni internet ni línea para móviles

  • La Joya es un pueblo pobre y rezagado. Las calles están sin asfaltar, no tiene hospital, ni escuela, ni iglesia. Y tampoco llega la señal de internet ni la de telefonía móvil. Allí vive Rubí con sus padres, sus abuelos y apenas 250 vecinos, que ocupan 40 casas en un paraje semidesértico a dos horas y media de la capital homónima del Estado San Luis Potosí, en el centro-norte de México. Pertenece al municipio Villa de Guadalupe, cuyas 76 localidades apenas suman 10.000 habitantes, la mayoría dedicados a la ganadería o a producir agave, la planta cactácea de la que se extrae el tequila. Otra salida laboral es la emigración, como hicieron el padre y dos hermanos de Rubí. Gracias a sus remesas de fondos, la familia tiene una de las mejores casas dos plantas de la aldea. El 81% de la población está en paro, el 54% carece de servicios de salud y un 61% de los mayores de 15 años no tiene educación básica completa.

Para los invitados, el objetivo era conseguir aproximarse, y a ser posible saludar, a Rubí. Le llovieron amigos que ni sabía que tenía tan rápidamente como la fama. Y quizá con la misma rapidez los pierda. «Pues nos enteramos por medio de las redes y dijimos: pues vamos», comentaba una joven, la voz cantante de una cuadrilla que llegaba cargando neveras con cervezas. «Aquí vamos a acampar hasta que la veamos bien de cerca», decía otra chica, que como la mayoría de los asistentes desconocidos usaba vaqueros y botas.

No llegaron todos los famosos que prometieron a bombo y platillo estar presentes. Algunos ni siquiera se molestaron en cancelar. Allí se quedaron esperando a El Komander, Bronco, Larry Hernández, Lucía Méndez, Espinosa Paz, K-Paz de la Sierra y El Mimoso. Pero no faltó la música. Le cumplieron a Rubí las bandas Jerez, Heredera y los Cachorros de Juan Villarreal. Además de El Tamborazo y La Real de Monterrey. Las parejas bailaban y la cerveza corría. Decenas de chiringuitos vendían productos típicos como tacos, mazorcas de maíz tostadas o hervidas, refrescos y bebidas alcohólicas. «¡A 35 pesos el vampiro!», anunciaba uno de ellos.

Con la sabiduría de sus 83 años, Fidencio, que llama «Potrita» a su nieta Rubí porque es «muy chiquita», confiaba en que ahora la más popular de sus 50 nietos «anda más o menos consciente; ya calmó sus nervios. Al principio más, ahora ya tiene más confianza». La joven, que con este fiestón histórico entró oficialmente en la edad adulta, habló desde el escenario para «agradecer a todos los que están ahí presentes por acompañarme».

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