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PASCUAL PEREA
Martes, 22 de noviembre 2016, 00:41
En la noche del próximo sábado, la localidad soriana de Medinaceli celebrará un rito cuyos orígenes se pierden en la Edad de Bronce. Un toro bravo será arrastrado con una soga hasta un tocón clavado en la plaza. Allí le fijarán a la cornamenta dos teas fabricadas a base de pez, resina, azufre y estopa y las encenderán. Luego lo soltarán para que los mozos del pueblo demuestren su valor con quites y recortes ante la res furiosa y aterrorizada. Ritual celtíbero de toro y fuego, como lo describe la web municipal, o salvajada impropia de una sociedad civilizada, como denuncian los defensores de los derechos de los animales, el espectáculo puede tener sus días contados. Los colectivos animalistas, tras conseguir que se ilegalice el Toro de Tordesillas, han situado al de Medinaceli en su punto de mira.
«Están envalentonados tras acabar con el Toro de la Vega y ahora amenazan con ir a por el nuestro, aunque son tradiciones diferentes porque nosotros no le damos muerte», lamenta Felipe Utrilla, alcalde de Medinaceli, que recuerda cómo hace dos años se produjeron enfrentamientos con colectivos animalistas que acudieron a reventar el acto. «Estamos tomando medidas para prevenir que los incidentes se repitan este sábado, aunque sabemos que es difícil, porque están bien organizados. Siempre se les ha dejado manifestarse pacíficamente, pero últimamente intentan boicotearlo, saltan a la plaza, se encadenan al palo, hay insultos y choques con los vecinos». El conflicto está servido.
Pavas, cabras y cochinos
La mayoría de las fiestas con animales en nuestro país son taurinas, pero hay otras tradiciones polémicas. Como la Pava de Cazalilla, en Jaén, que se tira desde un campanario el día de San Blas, o los cochinillos engrasados que se siguen empleando en Murcia, Burgos o La Rioja pese a su prohibición, o la captura de patos lanzados al mar en Sagunto o Roses...
Avances
La presión popular ha logrado que se utilicen gansos previamente sacrificados en los festejos de Lekeitio o de El Carpio de Tajo.
50.000 toros mueren cada año en España en festejos.
«Hace quince años el Toro de la Vega era absolutamente desconocido a nivel social, pero con una fuerte presión conseguimos que todos los meses de septiembre la polémica se situase en Tordesillas y obligamos a los partidos políticos a posicionarse. Eso es lo que ha permitido acabar legalmente con él», señala Laura Duarte, del Partido Animalista Contra el Maltratro Animal (PACMA). Ellos no estarán, sin embargo, el sábado en Medinaceli. «Queremos mostrar nuestro rechazo de forma contundente, pero no creemos que sea positivo crear controversias o enfrentamientos ni mostrar una actitud hostil el mismo día del festejo, cuando ya no hay nada que hacer para impedir su celebración. Nuesto papel es anterior y posterior, buscando la prohibición legal a través de la presión social».
Cultura o barbarie. Fiesta de interés turístico u oprobio que mancilla el nombre del municipio. Una vez más, las dos Españas chocan en la piel de toro. Ciertamente, el de Júbilo tiene mucha solera. Documentos custodiados en el Archivo de los Duques de Medinaceli recogen cómo el 29 de septiembre de 1559 Felipe II e Isabel de Valois, su tercera esposa, asistieron desde el balcón del palacio ducal a este festejo. «Es una tradición cultural que nuestro pueblo lleva celebrando toda la vida, siguiendo los mismos ritos antiguos desde hace más de dos mil años», proclama el alcalde.
La 'batalla de Tordesillas'
¿Un argumento de peso? Según se mire. La veterinaria Virginia Iniesta Orozco describe en un pormenorizado informe el intenso sufrimiento físico y psicológico que padece el toro durante el festejo, «uno de los más terribles ejemplos de tortura animal institucionalizada en nuestro país, éticamente injustificable desde cualquier punto de vista», sentencia. «El Toro de Júbilo no sufre más de lo que puede sufrir un husky siberiano al sol en un balcón de Torremolinos le rebate Utrilla. Las antorchas se colocan sobre un armazón que no toca al animal, y se le embarra con arcilla para crear un escudo y que no sufra quemaduras. Al toro nunca le quedan secuelas ni ha tenido accidentes».
Los colectivos animalistas aseguran que el reglamento de Castilla y León que rige los espectáculos taurinos exige el sacrificio de los animales utilizados en ellos. El alcalde de Medinaceli lo niega. «Es mentira que se le sacrifique. Nuestro reglamento dice que al toro se le indulta, y así ha sido siempre. El toro ha vuelto siempre al prado. Algunos han participado en la tradición hasta siete años seguidos. Después del festejo el ganadero se lo lleva a la dehesa y allí lo suelta. Está documentado que el toro del año pasado está perfectamente con el resto de la manada y no tiene ningún problema».
La batalla de Tordesillas mostró bien a las claras esta brecha insalvable entre detractores y defensores de la tradición. «Es verdad que aquella campaña desgastó a los propios vecinos de Tordesillas, pero la culpa fue del Ayuntamiento y el Patronato del Toro de la Vega, que lanzaron la consigna de que todo el pueblo estaba detrás. Nosotros estamos seguros de que muchos vecinos se oponían, pero hemos visto a lo largo de todos estos años cómo se sienten amenazados e incapaces de expresar su rechazo, y eso denota una situación social y política preocupante. Tordesillas es un lugar bellísimo, con una riqueza cultural e histórica que pocos pueblos tienen en nuestro país, y es una lástima que haya sido conocida por el Toro de la Vega. No sé si nos planteamos la imagen que estamos dando ante el resto del mundo. Siempre hemos apostado por que nuestros pueblos y nuestras fiestas sirvan para reconocer y exaltar valores positivos y no se nos conozca por el maltrato animal. Ahora que el Toro de la Vega no va a lastrar la imagen de Tordesillas, esperamos que ésta se pueda recuperar».
El regidor de Medinaceli asume que la imagen del pueblo está tocada. «Los tiempos actuales van en contra de tradiciones de este tipo», reconoce. «Recibimos muchas protestas del extranjero, pero del pueblo ninguna; al contrario, todos hacen una piña defendiendo la tradición. Mantenerla es defender nuestro patrimonio. Lamento que se politice este festejo, pero tiene más importancia su valor cultural que el político».
«Al toro se le mima y respeta»
Las fiestas populares siempre han estado en España muy ligadas al maltrato animal, una asignatura pendiente para la portavoz del PACMA, que lo relaciona con décadas de aislamiento del país. «Hemos heredado unas tradiciones y nadie se plantea acabar con ellas. Entiendo que hace 50 años la diversión fuera ir a los toros porque no había otra cosa que hacer, pero hoy por hoy los jóvenes ya no tienen ningún interés en ellos. Hay muchas opciones culturales, de ocio y de fiesta queno suponen maltrato animal, y esa es la sociedad hacia la que tenemos que avanzar».
Utrilla niega la mayor y asegura que al toro «se le mima y se le respeta porque es la estrella de la tradición», y advierte contra el error de «humanizar» a los animales. «Por suerte o por desgracia, estamos en lo alto de la pirámide y a los animales tenemos que dominarlos, lo que no significa que debamos maltratarlos».
¿Será este el último Toro de Júbilo en Medinaceli? «Mientras los vecinos quieran y tengan los permisos necesarios, habrá Toro», zanja el alcalde. Laura Duarte opina lo contrario. «Se están dando pasos legales, pero sobre todo hemos detectado un cambio de conciencia expone. La indignación que provoca en nuestro país cualquier caso de maltrato demuestra que estamos creando una sociedad mucho más empática y sensible con los animales. Los defensores de sus derechos sabemos que las generaciones venideras los van a respetar mucho más que las que nos precedieron».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Ignacio Lillo | Málaga
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