

Secciones
Servicios
Destacamos
carlos benito
Jueves, 21 de julio 2016, 13:17
A estas alturas, ya se puede recopilar un buen cedé con el título Canciones que los artistas no han dejado usar a Donald Trump. No será el disco más sofisticado del mundo, ni tampoco el más vanguardista, pero lo cierto es que funcionará bastante bien en cualquier reunión donde convenga levantar rápidamente los ánimos. Según asegura siempre su equipo, el candidato republicano a la Casa Blanca elige personalmente la música que suena en todos sus mítines, sin otro criterio que sus preferencias, como un DJ de peinado sobrecogedor que no acepta asesores ni condiciones. Y esa selección de hits le ha valido ya unos cuantos disgustos: los músicos, incluidos algunos ídolos del multimillonario, no suelen ponerse a dar brincos de alegría cuando se escuchan como aliño para sus soflamas.
La lista de desaires es larga y variada, con respuestas que oscilan entre el rutinario comunicado de prensa y el insulto creativo y florido. En este segundo terreno destaca la reacción que tuvieron R.E.M. cuando a Trump se le ocurrió utilizar su canción Its the End of the World as We Know It (And I Feel Fine) para reforzar la parte más apocalíptica de su mensaje. «Que os jodan, tristes hombrecillos deseosos de atención y hambrientos de poder. No uséis nuestra música ni mi voz en vuestra imbécil farsa de campaña», replicó el vocalista del grupo, Michael Stipe, mientras el bajista Mike Mills ridiculizaba al Payaso Naranja. Anteayer mismo protestaron por segunda vez los integrantes de Queen, al comprobar que Trump volvía a acompañarse de We Are the Champions en la convención del partido. Adele, de la que el político es tan fan que aprovechó un día libre para ir a verla en concierto, cortó por lo sano tras las incesantes reproducciones de su Rolling in the Deep. Y los Rolling Stones, otra constante en la ambientación de sus mítines, también adoptaron las medidas necesarias para negarle el permiso.
Lo mismo han hecho republicanos como el cantante de Aerosmith e incluso amistades personales de Donald Trump: Dee Snider, vocalista de la banda de heavy Twisted Sister, se hizo colega del potentado en un reality televisivo de famosos, pero ahora le ha retirado la autorización para utilizar el clásico festivo Were Not Gonna Take It. «Cuando hay grupos de supremacistas blancos que te apoyan y no lo condenas, para mí es un problema», argumenta el músico. Def Leppard salieron al paso antes incluso de que el equipo de Trump pinchase su canción («no asociaría mi nombre con el de ese payaso», explicó el guitarrista) y Neil Young entró en una de sus espirales de ira: al principio, resignado, decía que no podía impedir que Trump hiciese sonar Rockin in the Free World, pero más tarde se inflamó y acabó describiendo sus políticas como «racistas y misóginas». Seguro que nos dejamos a alguien, porque solo ha faltado una queja de Puccini desde el más allá por la costumbre de Trump de salir al escenario a los sones del Nessun dorma, pero vamos a cerrar la enumeración con Elton John, de quien el republicano es seguidor declarado y amigo desde hace años: los hemos visto juntos al piano y el cantante ha inaugurado alguno de los casinos del magnate, pero ahora no le ha hecho ni pizca de gracia que recurra a su catálogo. «No es nada personal, pero yo no sería republicano ni en un millón de años. ¿Por qué no se lo pide al puto Ted Nugent?».
Nagasakizar iraquíes
Y en esa pregunta final podemos atisbar el fondo del problema. «Cuando hablamos de música y de famosos de Hollywood, la mayoría tienden a ser políticamente liberales, así que no sorprende que haya más partidarios de los demócratas», resume Eric T. Kasper, profesor de la Universidad de Wisconsin-Eau Claire y autor de un libro sobre la música en las campañas electorales estadounidenses. John McCain y Sarah Palin ya pusieron muy alto el listón del rechazo, pero Trump ha pulverizado todos los récords. Cada vez que una estrella menciona su apellido, suele ser para arrearle algún latigazo verbal: hasta una artista tan diplomática como Shakira soltó que «nadie que viva en este siglo debería respaldar tanta ignorancia».
Las principales excepciones hay que buscarlas en las filas del country o en lobos solitarios como el citado Ted Nugent, que acierta a ver en el candidato al «agitador que América necesita desde hace mucho tiempo» y sostiene que «deberían darle la Medalla de la Libertad por dar su opinión de forma valiente, honesta y directa». Aquí quizá convenga trazar un breve retrato de Nugent, cuyos días de gloria están ya lejanos: amigo de George W. Bush, posee 350 armas de fuego, solo come animales sacrificados por él mismo y, en su momento, defendió la opción de «nagasakizar» a los iraquíes. Sería una pena desperdiciar esta oportunidad de colar dos de sus citas más iluminadoras. Primero, una elaborada síntesis de su ideología: «¿Cómo se consiguen la paz, el amor y la comprensión? Primero tienes que encontrar a toda la mala gente. Y, entonces, la matas». Y, para redondear el perfil, su alegórica opinión sobre Barack Obama: «Si el coyote está en tu salón, meándose en tu sofá, no es culpa del coyote: es culpa tuya por no pegarle un tiro». Con incondicionales así, mejor pinchar una de R.E.M. y que sea lo que Michael Stipe quiera. Mientras tanto, en el bando de enfrente, Hillary Clinton no ha tenido ningún problema con su playlist electoral, una machacona recopilación de artistas como Katy Perry, Jennifer López, Ariana Grande o Jon Bon Jovi, aunque los periodistas que siguen su campaña están al borde del colapso nervioso de tanto escuchar las mismas canciones a volumen abusivo.
La importancia de la música en las elecciones presidenciales de EE UU es un asunto que viene de muy lejos: en la primer mitad del siglo XIX se impuso la costumbre de componer canciones dedicadas a los candidatos, para que les sirviesen de propaganda entre los votantes analfabetos, y a partir de 1970 esa tradición declinó y dejó paso al aprovechamiento de éxitos comerciales. El ejemplo más controvertido es el de Born in the U.S.A., el tema de Bruce Springsteen que muchos se obstinan en seguir entendiendo como un himno patriotero, cuando en realidad se trata de un canto amargo sobre los veteranos del Vietnam y un repaso a las secuelas sociales de la guerra. Ronald Reagan se empeñó en hacerla sonar en su campaña de reelección y, cuando le negaron el permiso, citó a Springsteen en un discurso sobre los «sueños» de la nación. El roquero, con un rebote colosal, se lanzó a hacer campaña en contra de Reagan, y dicen algunos estudiosos de su carrera que ahí empezó el activismo político que mantiene hasta hoy.
En esta relación entre música y elecciones se producen a veces conexiones insólitas, que casi parecen un intento de sabotaje. El lunes, en la convención republicana, la banda interpretó una versión de Station to Station, un tema de David Bowie que parece lo más impropio para un cónclave conservador: «No son los efectos secundarios de la cocaína, / creo que debe de ser amor», dice la letra. Claro que más raro aún fue lo de hace cuatro años, cuando el vicepresidenciable republicano Paul Ryan expresó su admiración por Rage Against The Machine, uno de los grupos estadounidenses de ideología más radical. Su guitarrista, Tom Morello, se quedó tan estupefacto que escribió un artículo entero para Rolling Stone: «Me pregunto cuál es la preferida de Ryan de entre las canciones de Rage. ¿Es esa en la que condenamos el genocidio de los nativos americanos? ¿La que arremete contra el imperialismo estadounidense? ¿Nuestra versión de Fuck the Police? ¿O es aquella en la que animamos a la gente a apoderarse de los medios de producción? ¡Qué excelentes opciones para poner a todo trapo en los mítines de los Jóvenes Republicanos!».
Publicidad
Rocío Mendoza | Madrid, Lidia Carvajal y Álex Sánchez
Encarni Hinojosa | Málaga
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.