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J. Luis Álvarez
Viernes, 12 de febrero 2016, 14:54
Viajar en el Titanic será posible a partir de 2018. No es que se vayan a reflotar los restos del naufragio del mítico crucero, sino que se está reconstruyendo uno nuevo con idénticos decorados, pero con la tecnología más moderna en materia de seguridad. La compañía Blue Star Line, la propietaria del trasatlántico cuya catástrofe fue llevada al cine por James Cameron, está ultimando la copia exacta del buque. Las intenciones de la naviera pasan por que el barco realice su primera singladura entre Jiangsu (China) y Dubái.
El Titanic original tenía 269,06 metros de eslora (largo), 28,19 de manga (ancho) y 53,3 de puntal (altura máxima). El pasaje y la tripulación convivían, separados según el billete pagado en nueve cubiertas las más económicas abajo, cerca de los motores. El barco podía llevar a 2.787 pasajeros. Con estas dimensiones, el nuevo barco tendrá un tamaño muy inferior a los cruceros actuales, que sobrepasan los 300 metros de largo, por 40 de ancho y más de doce cubiertas con capacidad superior a los 3.000 pasajeros.
Para realizar el RMS Titanic II será necesaria la inversión de 430 millones de dólares (unos 380 millones de euros), una cifra muy lejana a los ocho millones de dólares (siete millones de euros) que costó el original.
Para la construcción del buque se están teniendo en cuenta los planos y viejas fotografías en blanco y negro del barco original. Las imágenes diseñadas por ordenador del nuevo Titanic, adelantadas por el rotativo británico Daily Mail, muestran las grandes escalinatas de madera labrada que daban acceso a los lujosos salones. Recrean el ambiente exclusivo, chimenea incluida, de la habitación destinada a los fumadores. También se enseña el café parisino, que evoca el modernismo de la época. La reproducción también muestra la replica exacta de la piscina cubierta del Titanic, que en el original estaba forrada de azulejos vitrificados de gran tamaño mientras que, a buen seguro, en el nuevo los plásticos modernos serán protagonistas, eso si, imitando alicatado de antaño.
Los camarotes también recrearán los muebles de principios de siglo XX, aunque obviando las hamacas de los pasajeros más humildes y en las que, en la película, Leonardo Di Caprio aparece durmiendo junto a los emigrantes. A buen seguro que el Titanic II montará marquetería fina en los camarotes de clase turista. Otra cosa es que el pasajero guste pasar una noche colgado entre dos columnas al pairo de los tumbos que pueda dar el barco en la singladura.
Donde no habrá concesiones a la historia será en el puente de mando. Tal vez, como muestran las imágenes del proyecto, se deje ante los ventanales de primera fila un puesto de honor para el viejo timón. Tras él se sitúa todo un panel computerizado, con radares, sonares y equipos de telecomunicaciones para dirigir el buque.
El Titanic se hundió la noche del 14 al 15 de abril de 1912 tras colisionar contra un iceberg. En el siniestro perecieron 1.500 personas. Ahora, en su primera singladura y por la ruta elegida, el mayor peligro para el barco sería un tifón o un tsunami, pero los medios técnicos de seguridad de los modernos cruceros pondrían a salvo a la práctica totalidad del pasaje.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
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