Interrail, la gran vuelta al continente

¿Qué persona entre los 16 a los 30 años no se ha planteado alguna vez irse de Interrail? Muchas buscan en Internet, compran el bono y en cuestión de dos meses están recorriendo medio continente. No es tan fácil como parece, pero tampoco imposible. Para quien no lo sepa el bono Interrail es una iniciativa que nace en el año 1972 con la intención de hacer viajar a jóvenes de hasta 21 años por Europa en segunda clase. Un mes, total libertad para elegir el itinerario deseado. Más de 40 años después, aquella idea sigue tan o más viva que entonces.

La prueba de ello está en Ernesto Ruiz y sus seis amigos. Estos seis alumnos de Fisioterapia de la Universidad de Málaga (UMA) han disfrutado de más de dos semanas de Interrail. Les apetecía irse de viaje de estudios y se negaban a pagar por un resort paradisíaco en la Riviera Maya. «Ninguno queríamos dejarnos tanto dinero en beber y estar en la playa de fiesta, cuando por el mismo precio podíamos recorrer medio continente», admite Sara Pérez, una de las compañeras de Interrail de Ernesto.

Así que en el momento que estos estudiantes lo tuvieron claro el siguiente paso fue elegir el tipo de billete. Hay unos cinco en función de los días que se viaja y los días que se coge tren. «Compramos un bono de 280 euros, con el que podemos coger trenes sin límite durante 10 días en un período de tres semanas», explica Ruiz, que en el momento de la llamada se encuentra paseando por Praga, la penúltima parada de su trayecto.

Sergio Martín y Cristina Gómez llevan tiempo planificando al milímetro su viajes. Esta misma semana salen de la estación María Zambrano. «Nos lo planteamos en junio y cogemos la maleta a finales de agosto. Es una locura», reconoce Martín, que aconseja preparar el viaje con meses de antelación.

Es el caso de los alumnos de Fisioterapia. «En enero ya estábamos planeando todo porque los vuelos nos salían más baratos», declara Ruiz. ¿Vuelos? Sí, efectivamente. El bono se puede canjear en la ciudad de origen, pero sólo descuenta un 30% del importe total de cada billete hasta llegar a la frontera. Así que decidieron volar hasta París y comenzar allí el «apasionante» reto. Durante su escapada han visitado Bélgica (Bruselas, Gante y Brujas), Ámsterdam, Berlín, Praga y Múnich.

La pareja malagueña también ha escogido el mismo itinerario por «comodidad con respecto a los trayectos». Y es que entre unos países y otros hay mejor comunicación, y por ende, horarios más flexibles. «Tampoco os fiéis mucho de estos horarios, porque en la web a veces nos indicaba que teníamos que hacer escalas y luego podíamos coger trenes directos», cuenta Sara algo molesta, e insiste en que es más recomendable la opción de «preguntar en taquilla» antes informarse a través de la página en Internet.

Desde la organización recomiendan bajarse la aplicación Rail Planner, en la que se pueden mirar los horarios (¡aunque sin tener en cuenta retrasos, ojo!) e informarse de qué trenes se pueden coger sin necesidad de hacer reserva. «Te ahorras un gasto extra», recomienda Sara.

El presupuesto total si uno se va unas tres semanas oscila entre los «1.250 euros», en palabras del grupo de jóvenes fisioterapeutas. A Sergio y a Cristina les ha costado un poco más, ya que al ser mayores de 26 años el bono, por ejemplo, les sale más caro. «La diferencia es considerable, pero sigue mereciendo la pena», reconoce Sergio, que justifica el coste de su viaje: «Si quieres ir a tantas ciudades alejadas entre sí es la opción más económica».

En cuanto al hospedaje, la pareja recurrirá a «hoteles low cost, menos dos días», en los que dormirán durante los trayectos. Una de las prácticas más extendidas en este tipo de viajes donde el objetivo es ver muchas ciudades en pocas semanas. Otra de los consejos es «hacer botes de dinero para comprar las cosas comunes y poner horarios de salidas por las mañanas para aprovechar bien el día», explica Ernesto. Tampoco se olviden de coger el DNI, pasaporte o certificado de residencia (uno de los tres vale) y la Tarjeta Sanitaria Europea (TSE).

«A los que se les ocurra hacer la misma ruta que a nosotros recomiendo pasar por el barrio de Montmartre, hacer un free tour en el Palacio de Versalles, acudir a las fiestas populares de Gante y tomarse unas cervezas ¡cómo no! en Berlín y Praga», concluye Sara.

Al salir de España las posibilidades de que claven al personal es mayor. «Nos impactó mucho el precio en ciudades como París o Berlín», confiesa Sara. Así que advierte: «Si cuentas con un presupuesto reducido intenta preguntar antes de pedirte una buena jarra de cerveza. A nosotros nos cobraron ocho euros por una de esas en París», recuerda algo indignada.

«Este viaje ha superado todas mis expectativas, de hecho quiero repetirlo», admite un Ernesto ya recuperado en casa tras el «intenso» viaje non-stop. Sergio y Cristina toman el relevo esta última semana de agosto, justo cuando empiezan sus vacaciones. Volarán a Múnich en cuestión de dos días para demostrar que irse de Interrail no es (ni de lejos) una leyenda urbana.