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juan carlos Barrena
Domingo, 28 de diciembre 2014, 02:25
Es el eterno proyecto inmobiliario en Alemania y una de las obras faraónicas mas grandes del mundo destinadas a la explotación turística. Construido, pero nunca acabado, durante el nacionalsocialismo para acoger simultáneamente a 20.000 veraneantes arios en un colosal edificio de 4,5 kilómetros de longitud y seis plantas de altura, el complejo de Prora, en la isla báltica de Rügen, sigue siendo hoy «un experimento», aseguran las autoridades locales. Rügen es a Alemania lo que Mallorca a España, aunque hasta la caída del Muro de Berlín perteneció a la extinta República Democrática Alemana y de sus idílicas playas solo disfrutaban ciudadanos germano orientales en centros turísticos controlados por organizaciones estatales.
Pero desde hace 25 años, la isla ha recuperado su carácter de paraíso vacacional, sobre todo para los berlineses, y la fuerte demanda, tanto de compra como de alquiler, han hecho aflorar planes para recuperar los nueve bloques del gigantesco edificio que conforma el complejo de Prora y restaurarlos para ofrecer apartamentos de lujo.
En la localidad de Binz, de la que Prora es una pedanía, el mercado inmobiliario se encuentra ya arrasado. Katrin Lange, de la inmobiliaria Engels &Völkers, reconoce que el metro cuadrado alcanza ya los 8.000 euros y la tendencia es al alza. Restaurado inmaculadamente durante las dos últimas décadas y con edificios centenarios al borde del mar, el balneario de Binz tiene 6.000 habitantes que se encargan fundamentalmente de atender a los turistas que ocupan alguna de sus 15.000 camas. Katrin Lange subraya que «no quedan superficies atractivas para construir» y que las normativas municipales se han vuelto además «muy restrictivas», por lo que quienes tienen interés en un apartamento al borde del mar en Binz, ya sea para disfrutar del mismo o como inversión, han puesto ya la vista en el gigantesco edificio de Prora, situado a tan solo 150 metros de la playa.
El coloso fue levantado en su día por la organización turística y vacacional nazi 'Kraftdurch Freude' (Fuerza a través de la alegría) y tras la II Guerra Mundial fue utilizado por la Unión Soviética como cárcel y centro de acogida para los alemanes desplazados desde el Este de Europa. La URSS lo utilizó hasta 1953 como base para varias unidades militares y el Ejército Nacional Popular de la RDA lo ocupó posteriormente como cuartel, declarando todo el recinto zona de alta seguridad e infranqueable para civiles.
A 250.000 euros
Tras la caída del Muro de Berlín fue declarado monumento histórico. El bloque cinco es ocupado por el Centro de Documentación e Investigación de Prora que ofrece exposiciones permanentes y temporales sobre la historia del complejo y por un albergue juvenil patrocinado por la Unión Europea y el estado de Mecklemburgo-Antepomerania. Los restantes ocho bloques han sido casi todos vendidos o subastados a promotores de proyectos inmobiliarios turísticos con la intención de abrir hoteles o construir apartamentos. En el bloque uno, se ha vendido ya el 90% de la oferta a precios que llegan a los 250.000 euros.
A los compradores potenciales se les ofrecen en los bloques restantes apartamentos lujosos a menos de la mitad del precio que en Binz, cuyo acabado pueden comprobar en atractivos pisos piloto. Ante la fachada de Prora pueden verse carteles publicitarios que prometen hasta 6,5 millones de pernoctaciones anuales en el complejo. Ya se está levantando un aparcamiento cubierto y un spa, y para junio de 2016 se anuncia la entrega de la llave para las primeras 260 viviendas. El primer hotel abrirá sus puertas previsiblemente el año próximo. El director del balneario de Binz, Sebastian Schenk, está convencido del éxito del desarrollo de Prora: «Funcionará, Binz refleja la tradición y Prora será lo moderno». Schenk ve en el macroproyecto una válvula de escape para Binz, saturada con un crecimiento anual del turismo del 5% y del 2% en las pernoctaciones. Entre los lugares preferidos de los alemanes para pasar una semana al borde del mar, según un estudio del portal de reservas hoteleras Trivago, Binz figura en primer lugar y Mallorca en el tercero, afirma el director del balneario.
«Los inversores y el ayuntamiento tratan de devolver la vida a una ruina arquitectónica de 4,5 kilómetros de largo. Estamos desarrollando algo que será tan grande como lo que ya somos ahora. Por eso, lo importante es que Prora se convierta en un barrio de Binz con infraestructura propia, de manera que pueda funcionar de manera sana», destaca Sebastian Schenk. Katrin Lange advierte, sin embargo, que el mayor proyecto inmobiliario en la isla desde la época del nazismo «es algo para el inversor arriesgado». En todo caso, unos y otros consideran que habrá que esperar al menos diez años para saber si Prora recupera realmente la vida o vuelve a convertirse en un desierto de hormigón.
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