Regina Sotorrío
Viernes, 5 de diciembre 2014, 13:59
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Ha tardado más de 200 años, pero ha llegado. El Congreso de EE UU aprobó anoche el nombramiento de Bernardo de Gálvez como Ciudadano Honorario de EE UU, uno de los títulos más selectos y exclusivos del país que solo ostentan otras siete personas. El militar de Macharaviaya suma así su nombre al de Winston Churchill, la madre Teresa de Calcuta o el general La Fayette. El reconocimiento, promovido desde hace ocho años por el Foro Bernardo de Gálvez (a través del Instituto Nauta) y las Hijas de la Revolución Americana, la ciudad de Pensacola y otras asociaciones llega justo cuatro días antes de que el cuadro del héroe español cuelgue del Capitolio, tras y como se acordó en una resolución de 1783 que nunca se cumplió.
Forma parte ya de los intocables en América. Ahora valdría que España y Málaga hicieran valer este título para tender puentes, indica Federico Souvirón, presidente del Instituto Nauta, feliz tras ganar la última batalla de una guerra en la que llevan años peleando. Han sido muchos trámites, muchos pequeños pasos que hemos ido dando con discreción, pero se ha logrado, cuenta. La solicitud llegó al Senado ayer tras ser apoyada unánimemente el pasado mes de marzo por los congresistas de Florida, donde es muy valorada la figura de De Gálvez, y tras recibir después el respaldo de la Cámara de Representantes de EE UU. Solo faltaría la firma del presidente de los EE UU, Barack Obama, para ratificar el acuerdo y hacerlo oficial.
Estados Unidos reconoce así el crucial papel que De Gálvez desempeñó en la guerra de la independencia americana. Solo con su bergantín, se lanzó a la conquista de Pensacola, clave para la rendición británica. Para la historia ha quedado la frase que De Gálvez le dijo a sus compañeros, que se negaban a seguir adelante por el ataque de la artillería inglesa: invitó «al que tuviese honor y valor lo siguiese» porque él «iba por delante con el Galveztown -su bergantín- para quitarle el miedo». Los británicos le dispararon 27 cañonazos, pero ninguno le alcanzó. Pensacola se rindió poco después a España, un triunfo decisivo para la victoria de los ejércitos de George Washington. Desde entonces le acompañará el título de 'Yo solo', frase que aparece escrita en su blasón, y Carlos III le recompensaría con el nombramiento de vizconde de Galveztown y Conde de Gálvez. Más adelante, en 1785 y tras otras tantas buenas acciones, ascendería a virrey de Nueva España.
Por todo eso, el Congreso de los EE UU aprobó en 1783 colgar su retrato del Capitolio, el mayor símbolo de la democracia americana. Sin embargo, aquella promesa cayó en saco roto. Era una época convulsa, se estaban asentando los pilares de un país y las relaciones con España comenzaron a atravesar por dificultades. Hoy, 231 años después, la Asociación Bernardo de Gálvez y la española afincada en Washington Teresa Valcarce han logrado que se salde esa deuda tras una intensa campaña en la que han sumado el apoyo de importantes congresistas y senadores. El martes 9 de diciembre, un retrato realizado por el malagueño Carlos Monserrate -réplica del pintado en 1784 por Mariano Salvador Maella, pintor de cámara del rey Carlos III, propiedad de la familia malagueña De Haya-Gálvez- se colgará definitivamente en la sala del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, en el recinto del Capitolio.
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