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Con Jordi Pujol Ferrusola. El hijo mayor del expresident está acusado de blanqueo de capitales y fraude fiscal. El juez ha pedido bloquear sus cuentas en Andorra.
El abogado de las estrellas caídas

El abogado de las estrellas caídas

La familia Pujol se ha puesto en sus manos, como antes lo hizo Messi, José Luis Núñez, Álvaro Lapuerta, Javier de la Rosa... Le pintan como «uno de los mejores penalistas de España» y los alumnos «se dan de leches» para asistir a sus clases en la Universidad

yolanda veiga

Miércoles, 29 de octubre 2014, 01:15

Al final de curso los alumnos le regalaron un martillo con el nombre grabado. «Ya me podían haber traído un jamón», les soltó con ese cachondeo serio que se gasta él, que no se apea del usted ni de broma. Si cada cliente satisfecho hubiera acompañado con un pata negra el pago de su abultada minuta, Cristóbal Martell (Caracas, 52 años) tendría el colesterol por las nubes.

Martell es desde hace semanas uno más del clan Pujol, salvando todas las distancias, que este prestigioso abogado las mantiene a rajatabla. Fíjense en la foto de la izquierda, con Jordi Pujol Ferrusola, el mayor de los siete hijos del expresident, imputado por blanqueo de capitales y fraude fiscal. Le han pillado con un gesto forzado, pero la mueca es natural: rictus serio, la cabeza ligeramente baja, como rehuyendo el protagonismo. «El abogado no es noticia. Lo son los asuntos y los clientes». Es la respuesta que da el propio Martell a la petición de entrevista que le hace llegar este periódico. Eso se puede decir de forma cortante o cordial y él resulta cordial.

Tiene razón. Sus clientes son noticia de portada en los periódicos, famosos de primera división acusados de delitos de guante blanco. Han recurrido a Martell Abogados la página web está aún en construcción desde Leo Messi y su padre, acusados de defraudar a Hacienda más de 4 millones de euros; hasta el FC Barcelona por el caso Neymar; el extesorero del PP Álvaro Lapuerta, acusado de apropiación indebida por el caso Bárcenas; Marco Antonio Tejeiro, contable de la trama Nóos; el expresidente blaugrana José Luis Núñez, condenado por sobornar a inspectores de Hacienda para evadir 13 millones al fisco... y Jordi Pujol y tres de sus hijos, sobre los que pesan un ramillete de acusaciones: blanqueo de capital, delito fiscal, cohecho...

Es curioso que sus defendidos siempre salgan más sonrientes en las fotografías que él, seguros de que nadie mejor que Martell va a mirar por sus intereses. «Es uno de los mejores penalistas de España», le retrata Lorenzo Olarte, jurista y político de larga trayectoria (empezó al lado de Adolfo Suárez), principalmente desarrollada en Canarias, donde ocupó la presidencia del Gobierno a finales de los 80. Fueron los años del estirón de Martell, cuando empezó a hacer carrera en Cataluña ingresó en el Colegio de Abogados de Barcelona en 1986 y a Valsequillo (Gran Canarias) solo iba ya de vez en cuando y exclusivamente de visita. De allí era su padre, también Cristobal Martell, abogado y reconocido sindicalista, que trabajó un tiempo en la embajada de España en Venezuela. Don Cristóbal se casó con María de las Nieves Pérez-Alcalde y tuvieron cinco hijos. Cuatro chicas una falleció de niña y Tato, el pequeño, que nació en Caracas pero se crió en Las Palmas, donde todavía vive su madre, a quien está muy unido (su padre falleció hace 15 años). La familia conserva la casa de Valsequillo, pero la tienen alquilada.

«Cristóbal estaba orgulloso de su hijo», asegura Olarte, que trató en lo personal al padre y en lo profesional con el protagonista de esta historia. «Alguna vez acudí a él porque es un penalista excepcional. Un hombre serio y circunspecto pero muy honesto, humilde y nada vanidoso. En una ocasión, yo quise actuar contra una persona y le pedí que me representara, pero me respondió que no podía hacerlo: anteriormente le había llevado un asunto profesional y se sentía moralmente incapacitado. Hay abogados con moral de manga ancha y otros de manga estrecha y él es de los segundos».

Le retratan como un negociador excepcional cerrando pactos.

Es un hombre de paz. Él entiende que más vale un mal arreglo que un buen pleito.

«Estábamos locas por él»

A Olarte no le asombra verle estos días junto a Jordi Pujol e hijos, abriendo los telediarios. El último imputado ha sido el pequeño de la familia, Oleguer Pujol Ferrusola, investigado por blanqueo de capitales y fraude fiscal por sus millonarias inversiones en España y el extranjero: compró, entre otros muchos inmuebles, 1.152 oficinas del Banco Santander.

Este viejo amigo de la familia se apresura a desvincularle de CiU para evitar equívocos: «Es un hombre progresista. Está más cerca del PSOE que de ningún otro partido, pero no es militante». Se ha publicado que lo fue del Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC).

Y es también, al decir de sus alumnos, un profesor «de diez». Se licenció en la Autónoma de Barcelona ahora es catedrático y da lecciones de Derecho Penal en la Universidad Abat Oliba CEU. «Había leches por entrar en sus clases. Tengo amigos que se dedicaron a lo penal gracias a él. Hasta entonces nos lo habían pintado esta especialidad como una cosa de inmigrantes y papeleo, pero él nos descubrió el delito de guante blanco», le reconoce una antigua estudiante de la Abat Oliba. «No es guapo, pero las chicas estábamos locas por él. Es tan inteligente que deslumbraba. Hacíamos listas para ver a quién le tocaba ponerse en la primera fila porque en aquellos años no había micrófonos en las clases».

Luego los incorporaron y Martell les daba buen uso. «Un día nos estaba hablando de la defensa de un policía que había sufrido una agresión y se puso a jugar con el micrófono como si fuera un puñal. Llegaba a clase siempre de traje y corbata, pero se entusiasmaba tanto explicando las cosas que acababa descamisado».

¿Es un profesor hueso?

Es muy serio. Si te ponía un 5 y decías que habías hecho un buen examen te respondía: Para que lo haga mejor la próxima vez.

Siempre llama a los alumnos de usted, por el apellido. «La segunda semana del curso ya se sabía todos nuestros nombres y los dos primeros apellidos». Y a la tercera no había un hueco libre en el aula. «Sus clases son amenas porque hace referencia constantemente a laactualidad. En mi curso nos habló del caso de la Obregón, que fue una de las primeras famosas en pedir protección para su hijo, de Mario Conde, de De la Rosa...». Por cierto, uno de sus clientes. Todo es materia de examen, aunque también tiene alumnos que van solo de oyentes. «Una vez me dijo: Señorita, a usted ya la aprobé el año pasado, ¿no?. Le respondí que me interesaba el tema que iba a tratar ese día y me quedé a escuchar».

Fuera de las clases jamás alterna con los estudiantes, que siguen su brillante carrera por la televisión. «¿Has visto en las noticias al Martell? ¡Está igual! Con sus gafas y su barba, la cara muy chupada. Y esa seguridad... Lo suyo es carisma».

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