Hace escasos días, Vox colocó en pleno barrio de Salamanca, en Madrid, una enorme pancarta con un cubo de basura en el que arrojaban, entre otras enseñas y símbolos, la bandera LGTBI. Aquello fue el primer gesto de una cascada de decisiones que llegaron a ... su cenit este miércoles (día del Orgullo), cuando retiraron o no colocaron las banderas del colectivo en espacios en los que ya se habían situado durante los últimos tiempos. Esta visibilización formaba parte de un consenso político y social de tres lustros que ahora se ha roto en plena precampaña, incomodando especialmente al Partido Popular, socios del partido de Abascal en centenares de ayuntamientos y comunidades autónomas, además de potenciales aliados en el Gobierno central si suman mayoría en unas semanas.
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Castilla y León, Baleares y Valencia han sido algunos de estos parlamentos regionales en los que la bandera LGTBI ha dejado de ondear. El portavoz socialista en Castilla, Luis Tudanca, sí ha decidido colgarla en su despacho, pero el presidente del Parlamento, Carlos Pollán, le ha amenazado con denunciarle si no la quitaba. En Baleares, el presidente del Parlamento, Gabriel Le Senne -también de Vox- ha rechazado poner la enseña arcoíris. Hay que recordar que Le Senne se hizo 'popular' hace unos días, porque tras su nombramiento salieron a la luz distintos mensajes en los que no solo se pronunciaba contra el colectivo LGTBI, sino que negaba la existencia de la violencia machista, el cambio climático o las vacunas del Covid.
En Valencia, la situación es prácticamente la misma. La presidenta de Les Corts, Llanos Massó (Vox), también con un discurso parecido al de Le Senne, no ha colgado la bandera por primera vez desde 2015, por lo que tanto los diputados socialistas como los de Compromís han hecho lo propio desde sus despachos.
Pero no solo Vox está en contra de colgar las banderas LGTBI, sino que algunos cargos del PP también se han negado. Ese el caso, por ejemplo, del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. En Málaga, Valencia o Logroño, donde gobiernan con mayoría absoluta, sí se ha colgado la bandera del colectivo y se han organizado distintos actos reivindicativos. De hecho, Málaga fue en el año 2000, el primer consistorio gobernado por el PP que aprobó por unanimidad una moción a favor del matrimonio igualitario.
Precisamente, es el Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo el que más se esta embarrando políticamente con este asunto. En el caso de Vox era incluso previsible que esto ocurriera, pero los populares se afanan por no quedarse aislados en el ala más ultra. De hecho, iluminaron el logo de su sede nacional con los colores arcoíris y después lanzaron un comunicado en el que recalcaban su compromiso «con políticas que hagan frente a la 'lgtbifobia', que permitan que todas las personas vivan con plenitud de derechos y amen en plena libertad».
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Sin embargo -cosas del destino- este miércoles salía publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE) el recurso de inconstitucionalidad planteado por el PP contra la 'ley LGTBI y Trans', lo que para las distintas asociaciones que se pronunciaron por este asunto, vacía de contenido cualquier reivindicación. Por si esto no fuera suficiente, están las declaraciones de Santiago Abascal en TVE. El líder de Vox no solo ha señalado que como heterosexual no tiene nada que celebrar en un día como hoy, sino que, además, echó más leña al fuego al afirmar que desconoce qué es el Convenio de Estambul, firmado por 46 países y que establece la obligación «proteger a las mujeres contra toda forma de violencia posible». «La celebración del Orgullo -remató el líder de la derecha radical- tiene mucha menos importancia de la que algunos políticos y los lobbies quieren hacer creer».
La izquierda, con el PSOE a la cabeza, observa en estos días que el asunto LGTBI y el retroceso en el consenso social puede ser un buen ariete de campaña. El presidente y candidato socialista, Pedro Sánchez, acudió el martes por la noche a El Hormiguero con una pulsera arcoíris; mientras que Madrid se prepara estos días para vivir uno de los orgullos más políticos de los últimos años; una realidad que alcanzará el punto más importante el sábado, cuando se celebra la marcha reivindicativa.
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