Doctora en Física y Matemáticas. Directora del equipo de Arquitectura Técnica del área de Clients Solutions en BBVA. Y la primera empleada en hacer una transición de género dentro de la empresa. Así es Alicia García-Raboso, la responsable de la creación de un protocolo interno para quienes desean mostrarse tal cual son en el trabajo. García-Raboso también es una de las caras visibles de la diversidad LGTBI en las grandes empresas españolas, así lo certifica la Red Empresarial por la Diversidad y la Inclusión (REDI). La directiva lucha en su día a día por la visibilidad de las personas del colectivo en el ámbito laboral y lo hace con su propio ejemplo, tal y como deja claro en esta entrevista con SUR.
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–Es una de las caras visibles de la diversidad LGTBI en las grandes empresas españolas. ¿Siente responsabilidad?
–Por supuesto. Dentro del colectivo pertenezco a la letra T. Somos un colectivo minoritario incluso dentro del colectivo LGTBI en general. No somos muchas personas las que tenemos esta visibilidad. No solamente porque muchas no han tenido la oportunidad de salir del armario y vivir su realidad en el día a día, sino también que, en caso de hacerlo, las compañías por las que trabajamos no nos dan una plataforma de visibilidad con la que me ha ofrecido BBVA.
–¿Cree que hacerse visible ha ayudado a otras personas a tomar el mismo camino?
–Totalmente. Tanto fuera como dentro de BBVA. Fui la primera dentro de la compañía, hace ahora algo más de dos años. Luego hemos tenido otro caso aquí mismo en Madrid. Y en los últimos meses en BBVA Perú también hemos tenido un caso y otro que va a salir dentro de poquito. Es todo es todo un orgullo que mi ejemplo haya dado alas a estas personas para visibilizarse también. Fuera de BBVA, pertenezco al grupo trans de la ONG COGAM, en el que somos un número importante de personas de la letra T que luchamos día a día. Muchas de esas personas se han ido visibilizando. Tanto yo como las otras personas del grupo que lo han conseguido, creo que servimos un poquito de inspiración a las demás y les damos fuerza.
–Fue la primera persona en iniciar un proceso de transición en BBVA. ¿Sintió miedo cuando decidió comunicarlo?
–Tuve muchos miedos internos, pero no tanto por el aspecto laboral. Me reconocí como mujer durante la pandemia y me costó un montón vencer todos esos miedos. Por ejemplo, me daba pánico salir a la calle vestida de mujer. Cuando iba a la consulta de mi psicóloga llevaba una bolsa con los tacones y llevaba puestas unas zapatillas. Cuando me alejaba de casa, ya me los ponía. Esos miedos son muy personales y no están solo en un aspecto. Tuve la suerte de empezar mi transición cuando estábamos teletrabajando, no me tuve que preocupar de eso. Cuando un año después volvimos a la oficina, fue cuando tuve que plantearme qué hacer.
–¿Y cómo fue?
–Encontré 'Be Yourself', el programa de diversidad LGTBI del banco. Me puse en contacto con el buzón y a la media hora estaba al teléfono con Ízaro –Assa de Amilibia, responsable de Diversidad de BBVA–. Me ofreció todo el apoyo que necesitase, incluso me planteó hablar con mis responsables, pero decidí intentarlo yo. Convoqué a una reunión presencial a la cadena de mando por encima de mí. Se lo conté y también me ofrecieron todo su apoyo. En ese momento, me quedé más tranquila, pero me faltaba un poco de confianza en mí misma para venir a la oficina vestida de mí cada día. Unos meses después hubo un cambio organizativo dentro del banco, me ofrecieron cambiar de área e irme a uno de nueva creación con unas responsabilidades bastante importantes y pensé que esa era la mía. Mandé un email a un número bastante grande de personas y comencé con las gestiones para cambiar el nombre internamente en la empresa. Todo fue fenomenal, no encontré malas caras ni comentarios discriminatorios. Todo lo contrario, gente alabando mi valentía a pesar de que yo no lo veía para tanto. Simplemente aquí estoy y ya está. Y he seguido creciendo personal y profesionalmente. Empecé con un equipo de cinco personas y a día de hoy ya somos 32.
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–¿Fue complicado salir del armario constantemente con los compañeros?
–Es cierto que hay parte del colectivo que tiene que hacer esa salida del armario constantemente. La identidad de género es muy difícil de esconder. En el momento en el que salgo del armario como mujer y digo que mi nombre es Alicia no es algo que tenga que ir explicando continuamente, sino que directamente se ve y se sabe. No he tenido que ir dando explicaciones.
–¿En ese momento existían protocolos para estas situaciones dentro de BBVA?
–Unos meses antes de hablar con mis responsables y contarles, el banco había publicado internamente, trabajado entre Talento y Cultura y 'Be Yourself', una guía de diversidad trans en la que se explicaba conceptos básicos como identidad de género, expresión de género, orientación sexual y demás. No había protocolos específicos para personas trans porque no se había dado el caso, con lo cual no se sabía muy bien qué hacer. Había cosas básicas que sí teníamos claras, pero en una organización tan grande y tan compleja como BBVA había muchos flecos. Utilizamos mi caso para elaborar este protocolo de transición interno que luego otras personas han usado.
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–¿Cuáles serían algunas claves de este protocolo que elaboraron?
–Por un lado está lo obvio: el cambio de nombre. Dentro del banco es potestad exclusiva de la empresa el cambiar el nombre. Tanto en el correo como en todos los sistemas internos del banco se me cambió. De cara hacia afuera, sí que es cierto que hay un par de cosas que por cuestiones legales es necesario mantener el nombre legal y yo en aquel momento todavía no había cambiado el DNI porque no podía con la ley antigua: no tenía todavía esos dos años de hormonación. Y luego la otra parte se basa en formación hacia responsables y compañeros a través de esa guía de diversidad que ya teníamos elaborada dentro del banco. Segundo, desde Talento y Cultura ofrecer específicamente cualquier cosa si necesitaban entender quién era yo.
–¿Afectaba en su rendimiento laboral no poder usted misma?
–Empecé a hacer la transición mientras teletrabajaba, no tenía que dedicar esfuerzo a tratar de ocultar nada. Por ejemplo, empezamos a hacer todas las reuniones a través de videoconferencia y yo durante esa época no ponía la cámara prácticamente nunca. Más allá de eso tuve suerte. Es cierto que me tenía que conectar con mi antiguo nombre y era algo que me dolía, pero poquito a poco me fui acostumbrando a ello. Era el precio a pagar mientras no salía del armario.
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–La prostitución suele asociarse a las personas trans debido a una época en la que no tenían oportunidades más allá. Ahora hay personas trans dentro de las empresas, incluso con puestos directivos. ¿Hay algún mensaje que le gustaría lanzar en este respecto?
–Las personas trans somos, lo primero de todo, personas, simplemente personas y somos personas como cualquier otra. Tenemos nuestras virtudes, nuestros defectos y nuestros talentos. De la misma manera que se considera a las personas cis en el entorno laboral por sus talentos, también a las personas trans se nos debería considerar por nuestros talentos. Es muy curioso ver que hay muchísimas personas trans en ámbitos muy técnicos. Muchas de nosotras hemos acabado ahí porque, de alguna manera, nos ha servido para ocultarnos y centrarnos en algo en lo que no tuviéramos que sufrir esa dicotomía entre nuestra identidad interna y como nos teníamos que presentar al mundo.
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–¿Tenía algún referente en el momento que decidió hacer la transición?
–Más allá de los referentes históricos del espectáculo y de la prostitución, los dos referentes que tenía eran dos mujeres trans que conocí allá por 2008. Una de ellas era mi compañera de despacho cuando estaba haciendo mi doctorado. La otra, una clienta habitual de un bar que había cerca de la universidad, al que de vez en cuando iba a tomar una cerveza. Esas dos personas me abrieron un poco los ojos aunque de manera inconsciente. Tardé luego unos diez años en hacerlo consciente. Son dos personas que me cambiaron, que me hicieron ver que era posible. Más allá de eso, cuando fui consciente durante la pandemia, no tenía otros referentes, no conocía a más personas trans. Era un momento en el que era difícil encontrar a otras personas porque estaba todo parado. Cuando empezamos a poder salir, comencé a conocer a algunas personas que han acabado conformando mi grupo de amigos.
–¿La falta de referentes públicos es su motivación para, por ejemplo, realizar esta entrevista?
–Totalmente. Las personas trans tenemos una lucha que, de alguna manera, es paralela a la que tuvo el colectivo gay hace unos 30 años. Era una discriminación absoluta, por violencias físicas contra ellos… Poco a poco, esas primeras personas que lucharon, que pusieron sus cuerpos ahí, consiguieron que pudiéramos empezar a visibilizarnos. Permitieron a las personas que venían detrás trabajar en la inclusión. Ahora ya puedes ser tú mismo, pero hay ciertas discriminaciones. Es en lo que hay que trabajar. Es muy importante que existan personas visibles. Por un lado, para hacer ver a otras personas del colectivo que es posible, pero por otro lado, para que las personas que no son trans, que las personas cis que nos vean, vean que somos personas. Es muy fácil odiar en abstracto, es muy difícil hacerlo en concreto. Es crucial en este momento de la historia que las personas trans nos hagamos visibles.
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–Los informes apuntan a que las personas trans son las que más dificultades tienen a la hora de acceder al trabajo dentro del colectivo LGTBI. ¿Hay algún consejo que pueda dar a las personas trans o los empresarios que tienen prejuicios?
–Las personas trans tienen que saber que seguimos luchando día a día para conseguir eliminar todas esas barreras. La aprobación de la Ley Trans fue un hito muy importante con el artículo que obliga a las empresas de más de 50 trabajadores a tener un plan de igualdad LGTBI y, concretamente, medidas para el colectivo trans. Quedan muchos sesgos inconscientes y conscientes. A las empresas les diría que somos personas igual que las personas cis, con nuestros talentos y que nos miren por ello. Desgraciadamente, siguen existiendo un montón de sesgos y, directamente, discriminación abierta.
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–¿Conoce algún caso cercano?
Este fin de semana he conocido un caso de una mujer trans: pasó un proceso de selección, pero no tenía cambiado el DNI. Cuando llegó al trabajo, la sentaron apartada y no le dejaron ver a ningún cliente. Al acabar su turno le presentaron una carta de despido diciendo que no había aparecido correctamente vestida, es decir, con traje y corbata. Ha denunciado por discriminación y este tipo de cosas siguen ocurriendo. En este sentido, quiero destacar el papel que está jugando la Red Empresarial por la Diversidad y la Inclusión (REDI) en aglutinar empresas que trabajan y se preocupan por la diversidad LGTBI de manera interna y externa.
–¿Qué otras medidas están en marcha en BBVA en materia de diversidad LGTBI?
–Centramos lo que hacemos en tres ejes. El primero es el de formación a toda la plantilla: guías sobre diversidad, sobre personas trans… Otro eje es la visibilización de personas del colectivo dentro de la empresa. Todos los años hacemos algo diferente para que la gente vea a compañeros del colectivo y conozca sus historias. En mi caso, cuando salí del armario, hicimos un vídeo con mi historia. El año pasado, entre otras cosas, hicimos una llamada a empleados LGTBI para que se visibilizaran dentro de una página web interna de diversidad del banco. Cada año vamos haciendo algo diferente para hacerlo orgánico. El tercer eje es de acciones políticas concretas: protocolos antiacoso, de transición… y acciones. Por ejemplo, hay países donde no existe matrimonio igualitario, en estos países, como Perú y México, BBVA ha conseguido que los seguros de salud que ofrecen a los empleados incluyan a las parejas del mismo sexo. Son pequeñas cosas que hacemos para mejorar la vida de las personas que trabajan en BBVA estén donde estén.
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