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Valeria Vegas nos hace un hueco en su apretada agenda veraniega para charlar con SUR. «No te preocupes, te entiendo porque yo también pido muchas entrevistas», pronuncia antes de comenzar la conversación. Una charla en la que se habla de los derechos de las personas ... trans, de La Veneno y de su trayectoria profesional. Periodista, colaboradora de televisión, biógrafa, escritora, directora... Vegas tiene tantas facetas como historias por contar.
–Se acaban de cumplir diez años de la Ley Trans de Andalucía, la primera que despatologizaba a las personas trans y reconocía la autodeterminación. ¿Qué suponen estos avances para este colectivo?
–Muchísimo. Ya vivía en Andalucía cuando se aprobó y recuerdo que la región estaba ya muy avanzada en estos temas: la reasignación sexual en la sanidad pública, por ejemplo, hace más de diez años también. Me parecía un lugar que no necesitaba explicaciones ni discordias, en ese sentido los avances lo que hacen es justicia al tiempo que vivimos. Si no avanzamos en el siglo XXI, quiere decir que somos lo peor como humanidad.
–¿En qué punto social se encuentra el colectivo trans? ¿Qué necesita para la igualdad real?
–Debe haber muchos aspectos, el que yo siento más próximo es la empatía. Hace falta un poco más. Aun así, soy de la opinión de que España ha evolucionado más rápido social que legislativamente. Hay falta de empatía, hay voces que buscan la crispación y hay transfobia, sí, pero lo ha habido siempre, no es algo nuevo, pero ahora parece que hay un altavoz mayor y que está más presente. Quizá, para paliar un poco eso pediría más compresión, empatía y también mayor conciencia por parte de las grandes empresas para la integración laboral.
–¿Y en cuánto a derechos?
–Estamos en un buen momento. Si te vas al año 76 y piensas que estamos peor, o eres una inconsciente o eres una ingrata. Te digo el 76 como te puedo decir el 98. Nuestros derechos se han ido consiguiendo desde el año 2007, con la Ley de Identidad de Género. En cuanto a derechos, estamos bastante bien asentadas. Necesitamos que no exista la discriminación a nivel social y, sobre todo, que haya condenas ejemplares cuando se comete un delito de odio.
–La Ley Trans estatal ha garantizado algunos de estos derechos, pero ha generado muchas polémicas. ¿Por qué considera que ha sucedido así?
–A la gente le molesta todo lo que supone avanzar, que la minoría avance siempre genera esta discrepancia. Lo bueno de la Ley Trans, a diferencia de otras leyes, es que no te obliga a utilizarla si no quieres. No afecta a nadie, pero como te decía antes vivimos un momento en el que ciertos sectores o incluso la maldad en sí misma del ser humano tiene más altavoz: las redes sociales, las fake news, los diarios digitales… Cuando surgió la ley del 2007, que es es la madre de esta ley, no levantó tanta polémica, pero creo que es porque la gente no se enteró. Ahora se han enterado y entonces es oponerse por una cuestión de transfobia.
–Incluso en algunos programas de televisión en los que usted colabora se ha dado voz a personas que intentan cometer fraude de ley. ¿Cómo se siente cuando los derechos de las personas trans se convierten en debate?
–Creo que hoy en día no es tanto como antes. Hace 15 años sí era así. Por ejemplo, cuando se hablaba de costear temas de la transexualidad en la sanidad pública. Creo que el hecho al que te refieres fue algo aislado, estuvo una semana generando malestar y, obviamente, los medios no estuvieron a la altura.
–Este año ha sido pregonera del Orgullo en varios lugares, entre ellos de Rincón de la Victoria, en Málaga. ¿Qué tiene que tener un pregón?
–El pregón tiene que motivar a la gente que lo está escuchando. No he hecho tantos, he ido a Rincón de la Victoria, a Jaén y fui a Cullera, son municipios pequeños. Eso me motiva mucho. Un Orgullo como el de Madrid o Barcelona tienen poco mérito, son masivos y casi se convierte en una fiesta donde se olvida la reivindicación. Lo bueno de los orgullos pequeños es que llegas de manera más intensa a la gente. Muchas vidas que viven en municipios pequeños, lo tienen mucho más complicado que quienes se van a una gran ciudad.
–¿Está de acuerdo con que personas que no sean del colectivo LGTBI den los pregones?
–No es que esté de acuerdo, es que no estoy en contra. Creo que depende mucho de la persona. No la convierte en alguien rechazable por no ser una persona LGTBI, a lo mejor es una persona que no es LGTBI, pero es una aliada. Nos hemos olvidado de que la manifestación ha crecido porque tenemos aliados o nos pensamos que las miles de personas que van son personas LGTBI: son mis vecinas, son mis primas, son mis hermanos son mis padres… y no son personas LGTBI, son aliadas. Dar de lado a los aliados y empezar a hacer un juicio paralelo a alguien que lo que está dando es su cara públicamente para apoyar algo de manera muy ejemplar, creo que no hay que despreciarlo. Aunque es mejor que sean personas LGTBI.
–Cristina La Veneno fue una persona denostada en su época que ahora es referente, en parte, gracias a su libro y a la posterior serie. ¿Cómo ha vivido este cambio?
–Lo he vivido de una manera muy consciente. Lo he escuchado: 'era lo peor, no era un referente, no era un buen ejemplo', incluso en gente que tenía una discoteca y, luego, con ella en vida y con el libro recién sacado, la estaban llevando. Recuerdo que cuando me presentaban a ciertos periodistas de renombre y les decían que era la que había escrito el libro de La Veneno me miraban con cierto desdén, les parecía lo peor. La serie la ha mitificado y la ha colocado en un lugar donde la gente la ha podido ver de otra manera.
–¿Ese lugar que le he dado la ficción es el que merece?
–Creo que es una vida igual de digna que tantas otras. No es una vida correcta, es la vida que le tocó vivir y lo que pudo hacer, pero creo que la ficción ayuda muchísimo. La ficción le ha dado el lugar que merecía. Ella allí arriba estará fascinada, maravillada y feliz.
–¿Cree que la sociedad está en deuda con La Veneno por lo mal que se la trató en su día?
–No, la sociedad es muy generalista. Era una parte de la sociedad, también había gente que la quería. Lo que ocurre con los personajes públicos es que crean amores y odios. Era sobre todo incomprendida.
–Tiene mucha culpa de esta mitificación. ¿Cómo vive haberle dado el lugar que nunca se le había reconocido?
–Lo vivo con toda la naturalidad posible. Soy consciente porque la gente me lo dice. La gente lo que necesita es un espacio para contar su historia y, a veces, la televisión no es el mejor lugar, pero era su único espacio. Buscaban la risa fácil, salía 20 minutos y fuera. En cambio, un libro es un lugar relajado, ya lo lees de otra manera. Una serie, igual. En ese sentido me siento orgullosa. Hago las cosas porque creo en ellas.
–La historia de La Veneno es la historia de muchas mujeres trans. ¿Cómo ha sido para ellas ver reflejada su vida en una serie de éxito?
–He recibido su agradecimiento. Gente como Nacha 'la Poderosa', que sale en 'Vestidas de azul', siempre ha tenido esta visión muy objetiva de valorar y agradecer que una persona mediática haya podido dar voz a Cristina y a tantas compañeras.
–¿Y cómo fue para Nacha verse en un libro y en una serie?
–Lo ha vivido con total naturalidad, algo que admiro mucho de ella. Este momento que, de pronto, hayan pasado más de 40 años de esta película que se diluyó en el tiempo y que ahora hagan una serie lo ha vivido sin ningún divismo, sin ninguna soberbia. Es una superviviente de la vida en toda la extensión de la palabra. La otra superviviente de las seis es Josette, que destransicionó.
–¿Le costó encontrar documentación sobre la vida de estas mujeres?
–Fue un proceso muy difícil. Había una entrada, de unas diez líneas, en Wikipedia. De las diez, siete eran erróneas. Tuve que recurrir mucho a la prensa de aquel momento: del año 83, de buscar entrevistas, de investigar, de preguntar a unas y otras qué era de ellas… Wikipedia decía que Josette había fallecido y yo partí de esa premisa. Le preguntaba a Carla Antonelli y pensaba que había fallecido, todo el mundo lo daba por hecho. Era un rumor que se había extendido y nunca se había desmentido. Hasta que contacté con un familiar que me dijo que estaba viva y que ahora era Jose. Hay más líneas de investigación, pero sólo esa ya fue un cambio brutal respecto a lo que había.
–¿Por qué cree que esta historia estaba tan oculta?
–A pesar de que en su momento se estrenó en el Festival de San Sebastián y estuvo en salas de cine, luego no tuvo la distribución que merecía. Nunca se digitalizó en DVD, a pensar se pasó por televisión. Se quedó como una cosa perdida en el tiempo. Sabía que era un libro kamikaze, no era un libro comercial, pero me motivó que estuviese tan escondida y perdida para sacarlas a la luz.
–¿Considera que se han olvidado o se han intentado esconder las historias de las personas trans?
–No creo que se hayan intentado esconder, pero creo que no se han valorado lo suficiente. Además, se han contado de una manera confusa y siempre se ha querido contar la misma historia. La televisión, por ejemplo, sólo quería un modelo de mujer trans, al hombre trans ni siquiera lo quería. No era morboso. Querían una mujer trans exuberante, deslenguada… Un poco Cristina. Ahora estamos demostrando que las personas trans son plurales y diversas como la sociedad.
–¿Ha hecho daño al colectivo trans?
–No ha beneficiado porque el espectador se queda con una idea básica. Ha llegado el momento de demostrar lo contrario. Las series son un gran aliado: 'Transparent','New Black', 'Euphoria', 'Vestidas de azul', 'Veneno'... Están aportando visiones y mujeres distintas.
–También la representación televisiva, ya hay mujeres trans con espacios en los que representar al colectivo de una manera natural.
–Sí, no lo vivo como un logro, lo vivo como mi trabajo, pero es un logro que las personas trans estemos en televisión por derecho propio y hablando cosas que no tienen que ser únicamente la transexualidad.
–¿Qué proyecto tiene entre manos?
–A la vuelta de verano, empiezo a dirigir una serie documental que me hace mucha ilusión. No puedo decir nada. Se empezará a anunciar en septiembre u octubre. Me hace mucha ilusión por el personaje y por dirigir. Es un personaje grande de este país, no es una mujer trans. Es una mujer muy travesti, pero no una mujer trans.
–Es periodista, directora, escritora, colaboradora de televisión… ¿Cuál es la faceta que más le gusta?
–Me gusta picar un poco de todo. Si siempre estuviera haciendo lo mismo, me cansaría. Me gustan todas en su justa medida. Cada una me aporta algo distinto. La tele es un medio cómodo donde tienes que ser muy consciente de la responsabilidad que tienes. Y dirigir me gusta porque es asumir una responsabilidad en otro aspecto. Escribir me gusta porque siempre me ha gustado. Los regalos a mi madre, cuando tenía seis o siete años, eran escribirle cuentos absurdos.
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