«El drag es un arte, una manera de expresión, y podemos hacerlo todos»

Alice Wonderland dejó a un lado la oscuridad del mundo gótico para encontrar en la estética drag el arcoíris que su vida necesitaba. Sin renunciar a sus raíces y a su forma de entender el arte, esta mujer decidió romper estereotipos (más de los que se rompen de por sí en el drag) y comenzar un personaje desde cero y con la óptica de su lado más femenino, sacando a relucir ese ardor imparable por crear y conjugar nuevos maquillajes y vestuarios. Reconoce que hace 25 años, cuando tomó orgullosa la etiqueta de drag, recibió tantas críticas como halagos: «Cuando empecé era: '¿Una tía? Pero, ¿qué hace una tía aquí a quitarnos nosotros el trabajo? No, no, no, una drag es un tío'. Y están súper equivocados, el drag es un arte, una manera de expresión y podemos hacerlo todas», cuenta remontándose a sus inicios, aunque ahora reconoce que es la 'mami' de muchas de sus amigas.

Cuando cerró el bar gótico al que solía acudir decidió dar el salto a Torremolinos para buscar allí alguna que otra fiesta temática, pero encontró mucho más, un motivo para colorear su rostro: «Poco a poco me fui metiendo en el ambiente y me encantó, siempre me había faltado algo. Y sinceramente es lo mejor que me pudo pasar en la vida», asegura. Entonces, una Noche Vieja trabajando en un pub ya extinto, Alice Wonderland se vistió de drag para celebrar la fiesta, dando origen a su Drag Enigma, un primer acercamiento a lo que es hoy en día.

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Sin embargo, esta Alicia en el País de las Maravillas ha pasado por muchas etapas gracias a su personaje. Alice, que no es ni hombre, ni mujer, simplemente basa su existencia en la interacción con otros, en hacer pasar a quienes la rodean una noche inolvidable: «Hace poco empecé con el rollo travesti, porque hay que ir evolucionando. Ahora hago 'shows' y 'playbacks', he perdido el miedo al micro. Aunque admiro a mis compañeras que son muy sueltas con él, sobre todo las cómicas, que son la leche. Abajo del escenario soy una mamarracha y largo por todos lados, pero en él todavía me cuesta», reconoce con sinceridad. A pesar del respeto y el amor que irradia por su profesión sabe que no todo es color de rosa, pues la competencia que hay en este mundo tan reducido siempre toma las riendas de muchas situaciones: «Problemas hemos tenido todas y sí que hay zancadillas, muchas, porque es un ambiente muy competitivo», aclara esta drag malagueña.

A día de hoy, ¿retirarse del ambiente? Ni hablar, no está en sus planes, pues Alice prevé decir adiós a este mundo como Sally Lippman, la abuela que iba de fiesta Studio 54: bailando en la pista.