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Víctor Rojas
Viernes, 30 de junio 2023
Rocío Saiz es una activista, cantante, actriz y artista multidisciplinar, que lleva más de diez años sobre los escenarios. En sus shows, desde que empezó en el grupo Las Chillers, se ha quitado la camiseta cuando ha sonado la canción 'Como yo te amo', popularizada ... por Raphael y Rocío Jurado. El pasado sábado actuó en el Orgullo LGTBI de Murcia, donde un miembro de la policía amenazó a la organización con parar el concierto si Saiz no se cubría. Algo a lo que se negó. La Fiscalía de Murcia y la Policía Local ya han abierto una investigación y han emitido un comunicado en el que aseguran que el «inspector actuó por iniciativa propia» y que su actuación «no fue correcta». Sin embargo, el inspector en el atestado asegura que ese límite «no se podía cruzar» y acusaba a la cantante de estar drogada. Hecho que ha llevado a Saiz a anunciar una denuncia.
La artista, que no ha parado su gira tras lo sucedido, estará en Málaga el 15 de julio para actuar en el RED Festival de La Térmica, donde compartirá escenario con otros grupos como Rojuu, María Escarmiento o Carlangas en dos días de música por un precio de 15 euros.
Durante la entrevista Rocío Saiz ha sido preguntada por la polémica ocurrida durante el Orgullo de Murcia, cuando la policía detuvo su concierto después de que se quitara la camiseta y mostrara el pecho, como lleva haciendo diez años en sus espectáculos. La artista ha preferido no contestar porque se siente «exhausta» por este tema. Sin embargo, ha tenido la deferencia de mandar unos audios en los que explica lo sucedido.
Lo más sorprendente para Saiz fue que sucediera en el mismo sitio que pasó hace ocho años. «En ese momento solo salí en la prensa y se criticó porque se decía que era un espectáculo horrible y dantesco». Cree que esto ha ido un paso más allá y ha sido «un abuso de poder de libro». «Tenía a cinco policías diciendo que me tenía que tapar y que les diera la documentación».
La activista no se quedó callada. Se defendió. Algo que enfadó más a los agentes. «Me estaba diciendo que hay una ley que tenía que cumplir, le pregunté cuál y se la inventó. Me dijo la 108 no sé qué», narra en dichos audios, en los que también cuenta que el inspector de policía, el que dio la orden, estaba «muy violento y exaltado», que solo quería que Saiz le diera la razón y lo entendiera. «Estaba obsesionado con que me sometiera», afirma.
Saiz no cedió. No le dio la razón. «Ponme las esposas», le dijo. Y el agente estuvo apunto de hacerlo por desacato. «Yo no le iba a dar la razón por mucho que me amenazara», asegura. El policía no esperaba que la artista se defendiera. Además, pidió una copia de la denuncia y la respuesta fue que ya le llegaría a su casa. Tampoco les dejaban entrar al camerino a recoger sus cosas si antes Saiz no se metía a hablar con él. «Tuvo que salir él y había mucha gente delante. Yo no soy imbécil. Quería testigos», subraya.
La artista ve como un problema la censura del cuerpo femenino. Que no llegue a la gente porque las redes sociales censuren los vídeos. «Lo he seguido haciendo con el tiempo para poder visibilizar el cuerpo femenino sin que nos censuren, ya sea en redes sociales o en un escenario», concluye.
¿Cómo está?
Estoy agotada, cansada, exhausta y harta.
¿Se siente así a raíz de la polémica desatada tras su concierto en el Orgullo de Murcia o viene de antes?
Viene un poco de llevar años en la música en la precariedad. Ir a los sitios y tener que discutir si es una habitación doble o una individual. Si nos dan de comer o no. Si podemos hacer el concierto no. Hacer cifras en la carretera por cuatro mandarinas, como yo lo digo. De no poder tener las mismas oportunidades que mis compañeros. De no poder pagar un disco porque vale más que tu gira junta… Y aún así me siento muy privilegiada.
¿Por qué cree que no tiene las mismas oportunidades que otros compañeros?
Porque evidentemente las mujeres y las disidencias todavía no tenemos el sitio que creo que deberíamos tener. Evidentemente la música es algo totalmente subjetivo, no es algo meritocrático, no es que hayas hecho muchos estudios. Puedes tener un don o no, quizás es que yo no lo tengo. Igual no estoy donde debería estar, pero sí veo a muchos compañeros, brillantes y maravillosos que por que no tiene un cuerpo normativo o porque su música no entre dentro del estándar que se pide, pues no tienen el hueco que tienen que tener. No hay ninguna persona trans en ningún escenario de ningún festival indie en España. Al final, las cifras hablan por sí solas.
Comenta que no sabe si es su sitio, pero tiene muchos conciertos previstos: el domingo actúa en el Orgullo de Madrid. ¿Cómo afronta tener tantos ojos pendientes de su actuación?
Llevo tocando en el Orgullo otros 10 años y estos dos últimos son los únicos que hemos cobrado. Es el Orgullo de Madrid, lo hacía por visibilidad, pero nunca recibía recompensa y si la recibía era muy pequeña. No sé si porque si es un tema de organización o de qué, pero en el resto de Orgullos es de España siempre hemos cobrado. Yo me alegro de que las cosas hayan cambiado, pero también es verdad que los que llevamos haciendo aquí mucha presión, pues se tiene que notar. Además, si ves la programación, hay una plaza que es la Plaza de las Reinas, que es donde están las lesbianas. Parecemos un ghetto. Parece que solo podemos tocar en esa plaza. Visibilidad pero también normalidad a la hora de pagar a una artista que fuera heterosexual en cualquier otro sitio o de poner los mismos horarios a unos tíos que a unas tías. Ayer actué en Callao, fui la primera y era el único grupo de tías.
En Málaga va a actuar el 15 de julio en el RED Festival de La Térmica.
He actuado otras veces en este espacio y es un sitio donde verdaderamente valoran y defienden a las personas disidentes. Yo formo parte de la programación durante todo el año también. La Térmica hace verdaderos cajas de bolillos para ser el único centro cultural en España que ofrece esta programación absolutamente gratuita, excepto el RED Festival, que son 15 euros por dos días de música con grupos de primer nivel. Creo que muchos centros culturales y muchas comunidades autónomas deberían poner el ojo en cómo funciona la térmica de qué manera porque muchas de las bandas que van a ser punteras en el futuro pasan primero por ahí.
¿Qué tiene de especial este RED Festival?
Pues que son dos días por 15 euros, está tirado de precio. Es de día, pueden entrar niños, chavales, gente de la edad que quiera. Es respetuoso con el medioambiente, es diverso, es inclusivo. No se ha puesto los horarios en base a la identidad de género, sino a las BPMs que tiene la música. Me parece una apuesta bastante arriesgada aún sabiendo que las bandas son lo suficientemente extrañas y diferentes para que comulguen en el espacio.
¿Le da más energía y ganas saber que actúa en un espacio abierto y seguro?
Influye más el tipo de público que los espacios. Hay un tipo de público que decide ir siempre a la misma banda, que no es respetuosa con el público ni con los compañeros. Y ven en eso un acto de valentía. Sin embargo, el tipo de público que va a La Térmica sabe lo que es estar en un espacio seguro, entonces no va de sitios, va de públicos. La educación y el entorno en el que te muevas influye mucho.
Ahora hay mucha gente que la conoce por la polémica, ¿pero quién es realmente la artista Rocío Saiz?
Voy a decirlo con las palabras del público. He tenido a muchas madres de familia que, por primera vez, han estado en un sitio donde se han sentido seguras y han podido mostrarse como son. Mi pista de baile es política, desde que me subo al escenario hasta que me bajo. Quiero pensar que puedes encontrarte con quien realmente eres porque, además, es un concierto en el que va todo a 140 BPMs solo bailas, solo ríes. También hablo mucho por el micro. Igual los expertos pueden criticar la calidad vocal o musical, pero de un concierto de Rocío Saiz siempre te vas a acordar.
¿Cómo empezó a hacer estos conciertos en los que mezcla música con activismo y política?
Era vocalista de Las Chillers, desde un principio me quitaba la camiseta. Éramos mujeres lesbianas y así nos mostrábamos. Después pasé por Monterrosa, que éramos un maricón y una bollera encima un escenario y me seguía desnudando. Y hasta hoy, que soy Rocío Saiz. Por vicisitudes de la vida, en la música es muy difícil de seguir adelante y de aguantarse y de mantenerse y me siento, insisto, muy privilegiada por donde estoy aunque muy precarizada también. Por mucha gente que tenga mi nombre en la cabeza yo no recibo más dinero. La gente cree que puedo ser millonaria, pero para nada. Más visibilidad no es igual a mejores condiciones. Aparte también soy actriz y todo lo que hago suele estar vinculado a una perspectiva de género. Todos mis trabajos tienen un contenido político que creo que es importante ver.
Entrando en el tema político. Hay informes que apuntan al repunte de la violencia contra el colectivo LGTBI, el principal líder de la oposición ha dicho que quiere derogar la ley Trans, se están retirando las banderas arcoíris de algunos ayuntamientos… ¿Cómo analiza usted este panorama político?
Me parece una guerra. O sea, me da pena llamarlo guerra porque en realidad sabemos todos lo que es una guerra, pero al final la guerra dialéctica, puede hacer mucho daño. El hecho de quitar una bandera que ha costado tanto ponerla y que se prohíba, pues para mí es volver a un fascismo que es el germen. Evidentemente en España ha habido una guerra civil que se ha enterrado, ha habido un pacto de silencio y aquí paz y después gloria. Yo creo que estos son los resquicios y ese germen de que todavía no se ha solucionado, pero evidentemente España es un país de contrastes, es el rojo y es el negro. No me llama la atención, el problema es que no entiendo que gana toda esta gente cuando luego tienen hijos que son maricones, lesbianas, transexuales, no binarias y, de repente, se conciencian. Parece que les tienen que hacer daño en sus propias carnes para que se den cuenta de lo que es el dolor y lo que es vivir siendo diferente. La verdad es que me preocupa más que la izquierda no seamos capaces de alinearnos, que es una cosa de la que nunca hemos sido capaces. Y que podamos aparcar nuestras diferencias y unirnos contra un fascismo que es cada vez más aplastante.
Hace unos días dijo que estabas cada vez más cerca de dejar la música y de dejar de exponer su cuerpo, ¿sigue en esa línea o con el paso de los días ha cambiado su pensamiento?
Sigo pensando lo mismo, pero estoy camino a dar una charla en el Parlamento Europeo. Hay algo que moralmente no me permite aparcar mi figura, pero ya no me apetece casi subirme al escenario. Al final, creo que hacer activismo tiene que tener algo adictivo, que es una cosa irracional. En realidad tu cuerpo te dice no, pero tu cabeza te dice tienes que hacerlo porque si no quién lo va a hacer. Es como cuando estabas en clase y tenías a todos los compañeros que no hacías ni el huevo y tú decidías que tenías que sublevarte a algo que no te parecía bien. Yo siempre he sido una sublevada, en general. Si hubiera nacido en otra época, hubiera batallado igual y seguramente me habrían matado. Creo que hay una cosa que te viene dada, que sale del furor uterino, o no sé muy bien de dónde, pero es algo contra lo que yo no puedo luchar. Ahora, puedo tener muchas otras batallas que no sean subiéndome a los escenarios, no lo sé. Desde luego, me estoy dando cuenta de que, para mí, cada vez es más peligroso subirme a los escenarios, pero es que puede que el año que viene no haya ni escenarios, ni películas, ni conciertos ni orgullo.
En un tweet comentó que iba a denunciar al inspector de la policía que le obligó a cubrirse el pecho después de leer su atestado. ¿Lo va a denunciar finalmente?
Sí, lo voy a denunciar. Tanto yo como No te prives, la asociación organizadora.
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