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Víctor Rojas
Sábado, 16 de diciembre 2023, 00:13
Cada nombre de las calles de las ciudades esconde una historia detrás. Historias de artistas, de científicos y de personas que hicieron algo meritorio de ser recordado. Desde ayer Pia Beck, pianista y cantante de jazz, cuenta con su propio pasaje en Torremolinos gracias a una vida dedicada al arte, pero también al mundo empresarial y a la lucha por los derechos del colectivo LGTBI. Una historia que merece no ser olvidada y que sirve de ejemplo y referente para muchas personas. Por ello, SIX se ha puesto en contacto con su hijo, Gino Felleman, para poner en valor esta figura y acercarla a los lectores.
La historia de Pia Beck (La Haya, Países Bajos, 1925) está ligada a la música, en concreto, al piano, instrumento que comenzó a tocar a los cuatro años. Sin ni siquiera tener conocimiento de cómo leer notas, Beck tenía un talento natural. Durante la Segunda Guerra Mundial, formó un grupo musical con sus vecinas, que le sirvió para darse a conocer y empezar a labrar su carrera profesional. Ya en 1945 entró a formar parte del grupo Miller Sextet, que era muy importante en Holanda y con el que recorrió gran parte de Europa. Años más tarde, en 1949, formó su propio grupo y compuso 'Boogie Pia', un éxito internacional que hizo que su carrera terminara de despegar. Beck comenzó a viajar por Estados Unidos y por todo el mundo con su grupo. «Tocaba el piano y también cantaba jazz y, a veces, rock. Ella oía una canción y podía tocarla, era increíble. Cuando ibas al cine con ella, escuchaba la música de una película y le gustaba llegar a casa y tocarla, era algo muy bueno», destaca su hijo.
En pleno éxito profesional, en 1965, Beck decidió trasladar su residencia habitual a Torremolinos junto a su mujer, Marga Samsonowski, y el hijo de las dos. «Ella ya hacía giras en los años 50 por las grandes ciudades de España y vino a la Costa del Sol de vacaciones en el 63», cuenta Felleman. Sin embargo, la localidad malagueña no fue la primera opción de Beck, cuya idea principal era irse a vivir a Los Ángeles, donde había trabajado mucho. «A mi madre Marga no le hacía mucha ilusión. En esa época era muy lejos, no había vuelos directos. No quería irse tan lejos porque dejaba a sus padres y a su familia», explica. Además, en el 64 la pianista montó su propio negocio en la ciudad, The Blue Note, que formó parte del Pasaje Begoña.
«Muchas veces me preguntan los periodistas cuando salió del armario y digo que nunca porque ella nunca ha estado dentro del armario. Ella desde muy joven sabía quién era y que le gustaban las mujeres. Ella lo veía como una cosa muy natural, nunca se escondió por eso, nunca», cuenta su hijo. Sin embargo, era una época de intolerancia contra las personas LGTBI, algo que nunca amedrentó a la pianista, quien sufrió algunos episodios de discriminación debido a su orientación sexual. «En América un manager la dejó tirada cuando se enteró de que le gustaban las mujeres», recuerda Felleman, pero ella se recompuso rápidamente y buscó otro manager. «Era muy fuerte y luchadora», añade. Además, muchas de sus canciones se las dedica a otra mujer, concretamente a su mujer.
En España Beck aterrizó en pleno franquismo, pero no tuvo problemas más allá de algunos comentarios homófobos hacia una persona que decidió ser libre y no esconderse en una época de intolerancia. «Era una artista y venía mucha prensa, otros artistas y gente importante», comenta. Aunque para él sí fue una época más dura: «Me llevaban y me recogían dos madres. Eran comentarios de los padres que los niños escuchaban y podían ser muy crueles, me insultaban y al principio lo pasé mal, luego fue mejor».
Uno de los momentos más recordados de Pia Beck como referente LGTBI fue cuando organizó un concierto para recaudar fondos para pagar un anuncio en las páginas del New York Times en contra del discurso homófobo de la activista ultraconservadora Anita Bryant. «Luchó también por los derechos de las personas homosexuales, pero a ella no le gustaban las etiquetas. Ella tenía mucho respeto porque cada uno hiciera la vida que quisiera y la compartiera con quien quisiera».
Cabe destacar que Pia Beck y Marga Samsonowski fueron pioneras en el modelo de familia homoparental. «Mis dos madres tuvieron muchísimo valor, empezaron a vivir juntas y empezaron su relación en los años 50. Cuando ellas empezaron a vivir juntas, mi madre Marga estaba embarazada de mí, por eso yo soy su hijo», explica. Un modelo de familia que ahora es habitual, pero en ese momento no había referencias.
The Blue Note fue el nombre que Pia Beck eligió para su club de jazz en Pasaje Begoña. «Ella siempre decía que la ilusión de un artista es montar su propio club y ella tuvo uno en Holanda, pero no se quiso quedar allí y lo montó aquí con mucha ilusión, era precioso y era suyo. En Holanda lo tenía como un socio», cuenta. Un club por el que pasaron diversos artistas y en el que cada noche Beck deleitaba a su público. Sin embargo, en el 69 se torció el negocio por una tercera persona que intervino. «Entre los clientes había un señor que iba todas las noches a escucharla y dijo que para dos mujeres tener un negocio en el franquismo es muy difícil, que ella se dedicara sólo a la música y él a la parte del negocio. Era un estafador que la dejó con muchas deudas», afirma. Este hombre comenzó a hacer reformas, a comprar nuevas máquinas y a contratar a más personal. Todo ello sin tener dinero para pagarlo.
Aunque este club no es la única conexión de Beck con Torremolinos. La pianista tuvo un programa exitoso en la radio, presentado en cinco idiomas. Y escribió guías turísticas para holandeses con las que atrajo a muchos turistas a la Costa del Sol. «Era una embajadora fantástica», destaca.
Por estos motivos y por el cariño que le guardan muchos vecinos de Torremolinos, Beck ya cuenta con su pasaje en la localidad. Un hecho que se ha podido hacer realidad gracias al trabajo de la asociación Pasaje Begoña y al Ayuntamiento de Torremolinos. «Fue muy emocionante», recuerda.
Además, Felleman destaca la comprensión de su madre con las personas de su familia, su alegría, su optimismo y el ánimo con el que animaba a todos cuando tenían un problema. «Todo el mundo tiene sus días malos, pero a ella no se le notaba», concluye.
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