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Mujer y lesbiana. Un doble techo de cristal por superar, así lo considera Esther Gómez, directiva de la empresa Mercer y fundadora del grupo interno LGTBI. Una defensora de los derechos del colectivo que ha fundado un grupo para que las mujeres del colectivo LGTBI puedan sentirse libres y seguras en su lugar de trabajo.
–¿Siente responsabilidad al ser una cara visible de la diversidad LGTBI dentro de una empresa a nivel europeo?
–Claro que siento responsabilidad. Al final, eres un como un 'role model' a seguir. Tienes que tener en cuenta que todos los empleados de tu empresa te están viendo. De cara hacia fuera, también eres como un 'role model'. En mi caso no sólo hago cosas internamente, de manera regular participo en otras cosas. En los últimos años me han llamado para hablar en mesas redondas con clientes o hemos hecho alguna colaboración con la embajada americana y la británica. Además participo en el Comité de Diversidad de la Cámara de Comercio Americana. Entonces, de manera interna y externa, siento una responsabilidad de la imagen que doy de nuestra empresa y del mensaje que comunico de las iniciativas que hacemos y de la cultura de diversidad que tiene nuestra compañía.
–¿Qué mensajes clave suele lanzar en estos foros?
–Suelen ser foros para hablar de diversidad e inclusión para hablar de las iniciativas a nivel interno. La gente que acude a estos eventos son personas que tienen clara su posición acerca de estos asuntos. La gente que no lo tiene muy claro van allí para aprender. Siempre hay que actuar desde el punto de vista de que mucha gente es menos tolerante porque, o bien no se han encontrado una situación personal en la que hayan tenido que tener un entendimiento, o debido a su educación. Por eso, muchas de las iniciativas que hace mi empresa pasan por ahí: el poder hablar de las cosas abiertamente y el educar. Por ejemplo, cuando creamos el grupo internamente fue un antes y un después. No existía un grupo LGTBI en España. Recuerdo que una persona, la típica que hacía chistes jocosos LGTBI, vino y se sentó a escuchar todo el evento. Luego esta persona me contactó y me dijo que había aprendido mucho, que ya no veía esa realidad de la misma forma. Creo que hay que tener paciencia, hay personas que necesitan esa pequeña ayuda.
–¿Notan que poco a poco la gente de la empresa va siendo más receptiva y se abren más a las iniciativas que crean desde el grupo LGTBI?
–La verdad es que, no sé si es que hemos tenido mucha suerte, creo que hemos tenido a todos los compañeros a bordo desde el momento uno. Dentro de la empresa, aparte de este compañero u otros que no han expresado aún nada, diría que más del 90% ha mostrado su apoyo. Es uno de los eventos en los que siempre tenemos un lleno. Solemos invitar a personas públicas a hablar. Nunca hemos notado que no hubiera apoyo. Fue un antes y un después porque se notaba otro ambiente dentro de la empresa, más distendido, más relajado, la gente estaba más contenta… Después de ese primer evento, lo hacemos todos los años en junio, el mes LGTBI. En el último invitamos a la Secretaria de Estado de Igualdad a hablar, y también al actor Raúl Tejón. No vino en persona, pero se conectó 'on line'.
–¿Cómo y cuándo se formó el grupo LGTBI dentro de Mercer?
–Se empezó a gestar en el 2018. Ya existían estos grupos en otras oficinas de Mercer en otras partes del mundo. Y no había uno en España. En el 2019 decidimos lanzarlo. Empecé a hablar con compañeros abiertamente gays y decidimos empezar a montarlos. Teníamos dos personas en el comité del equipo directivo que eran como nuestros 'sponsors' y creamos un pequeño comité, no sólo LGTBI, también aliados, para poder organizar esto. Desde entonces hacemos eventos una vez al año. Dos años después, me postulé para la posición europea y he estado gestionando durante cuatro años el equipo Pride a nivel europeo. Durante ese tiempo se creó otro grupo en Alemania, pero más que nada lo que hice fueron los primeros eventos LGTBI a nivel europeo virtuales, porque justo coincidió con la pandemia. Aprovechamos estos eventos virtuales para crear comunidad a nivel europeo. Ahora se ha animado más gente, señal de que hay más compañeros que están interesados en formar parte del comité y de realizar actividades. Este año, ya fuera del mes de junio, hemos hecho una formación interna en lenguaje inclusivo en colaboración con el equipo para mujeres. La idea es empezar a hacer más cosas fuera de este mes.
–¿En qué consisten los eventos que hacen en junio?
–Por ejemplo, el que hicimos en junio, que fue en una sala muy grande de nuestras oficinas, invitamos a la Secretaria de Estado de Igualdad a hablar, además nuestro CEO hizo la apertura e hicimos la entrevista 'on line' con Raúl Tejón. También solemos invitar a alguien de otra empresa, a través de la Red Empresarial por la Diversidad e Inclusión LGTBI (REDI), para que nos cuenten qué hacen ellos.
–Y también ponen el foco en las personas no binarias.
–Otra iniciativa que hemos hecho de la mano con Recursos Humanos es que los empleados puedan acceder al sistema y elegir su nombre y su pronombre. Por otro lado, el año pasado creé un grupo más informal, que no está registrado como grupo de empleados oficial. De este modo los miembros se encuentran en un espacio seguro. Lo inicié a raíz de la poca visibilidad que tienen las lesbianas en el colectivo. Por ejemplo, soy la única lesbiana que está en el comité del grupo LGTBI en España. No hay más lesbianas visibles en la empresa en España, y sólo tengo alguna compañera visibile en Europa. Siempre me pregunto cuáles son las razones de la invisiblidad. Creo que la mujer en sí ya tiene un techo de cristal, si encima eres lesbiana, hay un doble techo de cristal. Esto también hace que muchas mujeres no salgan del armario. Quizá en su día a día están fuera del armario, pero no tienen una actividad más oficial de colaborar con el grupo o mostrarse abiertamente. Para que fuera muy inclusivo también entran las personas no binarias, cualquier empleada que se considere del género femenino o no binaria. La idea era que fuera un grupo más cerrado y un espacio seguro para poder hablar abiertamente de cómo se siente este subgrupo del colectivo, y dando la oportunidad de conectar a compañeras de todo el mundo: desde Estados Unidos hasta Asia. Lo más importante es que en el lugar de trabajo nos encontremos seguras para ser nosotras mismas abiertamente.
–Habla del doble techo de cristal de las mujeres lesbianas. ¿Su camino ha sido más difícil por ello?
–Sólo he vivido una situación, mi camino. No sé qué hubiera pasado si no hubiera tomado las decisiones que he ido tomando fuera de mi camino. Decidí salir del armario cuando era muy joven, a los 16 años. En la primera empresa en la que estuve trabajando, estuve unos meses en el armario. Era mi primera incursión en el mundo profesional más serio. Me sentía fatal. Cuando mis compañeros hablaban de su fin de semana, yo tenía que hablar de que yo había hecho esto con mi amiga o que vivía con mi amiga. Tenía que estar inventando historias y mintiendo. Después de unos meses, decidí que ya no más y salí del armario. Todo salió muy bien. Desde entonces, siempre que he cambiado de empresa o de equipo he hablado abiertamente. Jamás me he vuelto a esconder y siempre me ha ido bien. No sé si otros grupos minoritarios tendrían problemas. Por suerte, yo no los he tenido. No he notado que haya progresado de otra forma por haber dicho que soy lesbiana. En Mercer empecé a cubrir una maternidad en el departamento de contabilidad y en 12 años he avanzado muchísimo, ahora me acabo de cambiar de puesto con una promoción y siempre he sido abiertamente lesbiana. No sé si he tenido mucha suerte o he estado en los sitios correctos. Entiendo que mi caso es un poco excepcional. No digo que no exista la discriminación. Existe más de lo que nos gustaría, pero yo no lo he vivido.
–¿Nunca ha tenido ningún problema?
–Alguna vez que me he cruzado con alguna persona que me ha dicho algo, he dado la cara. Creo que dar la cara siempre ha sido mi forma de afrontar las cosas y siempre me ha ido bien con eso. Poca gente se atreve a decirte las cosas a la cara. Las pocas veces que lo he visto u oído lo he reportado y las empresas han tomado cartas en el asunto. Por ejemplo, el año pasado un empleado de Estados Unidos puso un comentario internamente tras una actividad LGTBI. Un comentario que no procedía. Lo reporté, además de borrarlo abrieron un expediente a este empleado y con este caso. Por suerte, las empresas están muy concienciadas con lo que es correcto y lo que hay que hacer. También he tenido la suerte siempre, quizá este sea otro de los puntos por los que creo que he tenido suerte en mi carrera profesional, de que siempre he trabajado para multinacionales y empresas grandes. Sé que, a lo mejor, una carrera profesional en compañías más pequeñas no es lo mismo. La situación que viven los empleados no es la misma y eso les impide salir del armario.
–¿Espera con estos mensajes ayudar a otras compañeras a visibilizarse?
–Cada uno tiene que hacer lo que le haga sentir cómodo. Tampoco tenemos que estar sacando del armario a todo el mundo, pero creo que los que ya estamos tenemos una responsabilidad para con las generaciones que vienen detrás. Si seguimos escondiendo, no vamos a conseguir la normalización. He decidido tomarmelo como una responsabilidad. El mensaje que me gustaría dar es que me encantaría que todas las mujeres lesbianas pudieran ser ellas mismas en su lugar de trabajo. Aunque entiendo perfectamente por qué algunas no lo hacen. Cada una tiene sus circunstancias. Tenemos que ir a la par con la apertura de la discriminación que se le ha hecho a la mujer, sea del colectivo o no, desde siempre. Va un poco a la par. Todavía las mujeres no se pueden sentir ellas mismas en su lugar de trabajo, siendo mujer. Imagina siendo mujer y lesbiana.
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