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España es uno de los países más avanzados en derechos LGTBI, según el índice anual Rainbow Europe de ILGA-Europe, ocupa la cuarta posición entre los estados europeos. Un hecho que no impide que las personas del colectivo tengan que seguir saliendo del armario. Tanto es así que cada 11 de octubre se conmemora el día para salir del armario –National Coming Out Day–. Una fecha para concienciar sobre los derechos LGTBI que comenzó a conmemorarse en 1988 a instancias de Robert Eichberg y Jean O'Leary. Eichberg, que murió en 1995 por complicaciones relacionadas con el VIH, fue un psicólogo de Nuevo México. O'Leary, por su parte, fue una activista neoyorquina abiertamente lesbiana y que en 1988 era la jefa del National Gay Rights Advocates –Abogados en defensa de los derechos gay– de Los Ángeles. La fecha fue elegida porque ese día se celebró el primer aniversario de la marcha nacional de 1987 por los derechos del colectivo en Washington.
La edad media en la que se sale del armario en España es de 20 años, según los datos ofrecidos por la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales, Bisexuales, Intersexuales y más (FELGTBI+) en su informe 'Estado Socioeconómico LGTBI'. Mientras que la edad más común para dar este paso son los 18. Un 8,8% afrontó esta situación con 14 o menos años; un 26,8% lo hizo con 15 a 17 años; un 44,3% lo hizo de 18 a 24 años; un 15,5%, 35 a 34 años y un 3,2%, 35 a 44 años.
La conquista de derechos en estos últimos años en España también se ve reflejada en que los jóvenes salen antes y más del armario, a pesar de que hay un 25% de la población LGTBI que aún sigue dentro. Entre un 13,7 y un 11% de las personas que comprenden de los 18 a los 24 años y de los 25 a los 34 salieron del armario con 14 años o menos, cifra que se reduce a menos de la mitad a partir de los 35. En el mismo sentido, el porcentaje de quienes salieron del armario con 15 y 17 años pasa del 45% entre los de 18 y 24 al 20% a partir de los 35 años. «Salí del armario forzado por mi hermano a los 12 años, pero hasta que no me eché novio, a los 16, en mi casa fue un tema tabú», cuenta el fotógrafo Rubi. Su primer contacto con la homosexualidad fue a través de los insultos como 'maricón' en un momento en el que aún no sabía que «eso era una posibilidad».
Los primeros contactos de Rubi con otros hombres fue a través de 'Terra Chat', un chat para empezar a chatear en diferentes salas sin registro, donde se hacía pasar por mujer. Y, más tarde, a través del porno. «Mi hermano expuso mi historial del ordenador y ahí fue cuando me explicaron lo que era ser gay, aunque mi madre pensaba que sólo era una fase y yo creía que quería experimentar», añade el fotógrafo sobre esta experiencia de hace 14 años. La sexualidad del pequeño de la casa no se volvió a tratar hasta tiempo más tarde con la llegada del primer novio. «Fue un momento muy dramático, pero luego mi madre es la primera que va al Orgullo. Creo que fue porque ella era la limpiadora del instituto y veía el bullying. Mi padre estuvo una semana sin hablarme, estaba asimilándolo. A la semana me dijo que les presentara a mi novio», comenta.
El tener una pareja también fue decisivo para la salida del armario de Nuria Torres. «Me di cuenta con 13 años, hace ya 15. En un momento en el que la bisexualidad estaba menos normalizada que la homosexualidad, éramos viciosos o queríamos llamar la atención», contextualiza la artista. Desde el momento en el que fue consciente, empezó a comunicárselo a su entorno. Las primeras fueron sus amigas del momento. «Eran hetero, pero abiertas. Hicieron las típicas preguntas, pero sin más», relata. Luego decidió hablarlo con su hermana, quien no le dio «ninguna importancia» y la entendió «perfectamente». «Mi mayor miedo eran mis padres. Siempre deseaba que si me gustara alguien fuese un hombre para no tener problemas con la familia», dice. Torres se lo contó a su madre con 16 años. «Recuerdo decírselo a mi madre llorando en un momento de desesperación. Me había echado una novia de otra ciudad y quería ir a verla», narra. Y a su padre, más conservador, nunca ha llegado a decírselo aunque intuye que lo sabe porque «tonto no es».
Ahora, se mueve en un entorno abierto con personas del colectivo. «Hay otras experiencias que en el momento en el que se echa una pareja masculina, especialmente si es una relación larga, la gente ya dice que es hetero o cuestiona que sea bisexual porque está con un hombre», reconoce. Aunque también considera que los hombres bisexuales tienen más problemas que las mujeres. «Les suelen decir que son gays o quieren llamar la atención», afirma.
Sin embargo, Torres no sólo ha tenido que salir del armario como persona bisexual, también como drag queen. «En el momento en el que eres mujer y haces drag es pelearte con todo el mundo», cuenta. Culona Von Bimbo –nombre drag– asegura que por el hecho de ser mujer se les exige más dentro de este arte, así como que otros artistas la hacen de menos por este hecho. «Un drag no es un hombre que se viste de mujer y ya está. Esto es una expresión de género, es una expresión de tu propio fondo artístico dentro de la burla o la apreciación hacia cualquier género», reivindica. La mayoría de veces que cuenta su profesión, relata la drag, tiene que enfrentarse a la misma pregunta: 'cómo vas a hacer drag si eres mujer'. «Me ha costado menos salir del armario siendo bisexual que como drag», concluye.
Este mismo estudio de la FELGTBI+ apunta que un 82% de los jóvenes del colectivo, entre los 18 y los 24 años, han salido del armario, mientras que sólo un 40,7% de las personas LGTBI de más de 65 ha dado este paso. En el término medio de estas edades está Manuel Callejón, para quien también fue decisivo a la hora de salir del armario el echarse novio. Aunque considera que su caso es «extraño» porque comienza a sentir deseo por otro hombre a partir de los 20 años, antes había estado con mujeres. En ese momento, empieza a buscar información, a tener contacto… hasta llegar a la era de los chats. «Mi desarrollo realmente fue cuando estuve en el ejército. No tenía una necesidad sexual por ver hombres, fue la circunstancia de encontrar un alternativa de trabajo. Ahí tenía más acceso a internet y empecé a conocer gente», cuenta a tres meses de cumplir los 50 años. Entre ellos, un chico con el que quedaba más asiduamente. «La salida con dos de mis hermanas y mis amigos más cercanos fue telefónica, con lágrimas y llantos de impotencia por no saber cómo expresarlo», relata sobre esta situación que vivió a los 26 años.
Callejón reconoce que salir del armario es algo constante. Nunca acaba. «Si he pasado un gran fin de semana con mi novio, quiero contarlo. En mí no es natural que salga, pero hago el esfuerzo. Hago un trabajo», reconoce. Un ejercicio de mentalización que siempre hace cuando conoce a un nuevo grupo de personas, algo que le parece más fácil cuando está con su pareja. «Lo tocas, lo acaricias o simplemente lo presentas», añade.
Este ejercicio de visibilización, de ir de la mano de su novio, de hablar con naturalidad aunque tenga que hacer un trabajo previo… Callejón considera que es activismo, que sirve de referencia para las generaciones más jóvenes, en quienes ve más libertad a la hora de salir del armario.
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