Jedet y el doctor Antonio Burgos se saludan como si fueran amigos de toda la vida. Quizá, si uno observa sin saber, hasta podría decirse de ellos que son familia. Ambos se conocieron justo antes de que la artista diera el salto a la fama, ... recibiera el Premio Ondas y fuera elevada a icono LGTBI nacional. El médico fue la persona que ella eligió para la que sería la segunda parada de su proceso de transición, y seguramente una de las más importantes: el injerto capilar.
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«Yo le conocí por una amiga mía trans, que me lo recomendó porque quería hacerme un injerto que fuera muy natural, y lo que veía por ahí parecía un muñeco», relata Jedet tras la sesión de fotos para SIX en Madrid. La actriz levanta la cara y mira fijamente para recalcar la importancia de la siguiente afirmación: «Aparte, no me sentía cómoda –al ser una mujer trans– yendo a cualquier sitio. Porque para nosotras es muy importante saber que estás en un lugar en el que se te respeta, en el que te tratan con dignidad. Y eso, lamentablemente, no se suele dar».
La cantante relata incluso escenas en las que a algunas amigas las han tratado hasta en masculino. «Al final, que tú seas un buen médico no significa que tengas unos valores que sean acordes al respeto hacia todo el mundo. Pero con Antonio fue distinto. Cuando me hice el injerto con él yo no tenía un pecho ni tenía una feminización facial. Estaba empezando y él desde el minuto uno me respetó, me habló en femenino y me hizo sentir muy cómoda», señala. «Fue mi segunda cirugía. Yo fui construyendo la casa por las cosas que yo necesitaba. Justo en ese momento iba a hacer una serie, lo que implicaba estar más en el ojo público. Y quería sentirme cómoda con mi pelo y con mi aspecto».
Antonio Burgos no lo va a decir nunca de forma directa, pero cualquiera que conozca su trabajo sabe que es el gran referente del injerto capilar en España, y uno de los más relevantes en Europa. Su clínica está en Málaga, pero apenas uno de cada diez pacientes que pasan por sus manos residen en la capital de la Costa del Sol. Artistas, influencers, políticos, personajes del mundo empresarial y social. Quienes aspiran a tener el mejor resultado posible en su injerto le han escogido a él; una realidad que no solo tiene que ver con su experiencia y sus resultados médicos, sino también con la parte humanista de la medicina que aplica.
A él también le emociona reencontrarse con Jedet para este reportaje. «Nosotros sí habíamos trabajado con algunas personas trans, pero es cierto que con ella fue muy especial, muy bonito. Yo me sentí realmente partícipe de todo ese camino, porque viví toda esa transición desde el principio. No hay que olvidar que antes que otras cosas, el pelo te define mucho, lo que hace de este procedimiento uno de los más relevantes», sostiene.
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El doctor Burgos admite que a nivel de la técnica, el injerto capilar es el mismo para las personas trans que para las cis, aunque con el matiz de que el diseño tiene que ser diferente y debe estar más cuidado. «Pero es que además en el caso de Jedet había que pensar que es una paciente que se dedica a la vida pública, lo que implica sesiones de fotos, cámaras… hay que tener esa sensibilidad estética y ese diseño un poco acorde a lo que va a llevar a cabo en su día a día».
La cuestión del diseño y del resultado final es un elemento clave que tiene mucho que ver con lo que otros (el resto de la sociedad) observan. «Una persona cis no necesita tantas cosas como nosotras. Yo a lo mejor no me hubiera puesto este pecho, pero para que la sociedad me lea como mujer, que me lo haya puesto resulta más fácil», asegura Jedet. «Trasladado al pelo, lo más probable es que una persona cis no esté tan pendiente de si el nacimiento es más cuadrado, más en pico… Nosotras sí necesitamos esa ayuda extra, tocar algunos puntos de forma más concreta para que nos veamos más femeninas, porque nuestra base no es la misma. No partimos de 'soy una mujer cis a la que se me han aclarado varias zonas'. No, soy una mujer trans que viene de un lugar diferente. Tienes que acomodar mi casa de otra manera», afirma tajante.
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Sobre esto Antonio agrega algún elemento más: «Ellas hacen un camino súper valiente, es precisamente ese momento en el que ellas deciden ir para adelante. Y es ahí justo cuando necesitan sentirse muy comprendidas».
Jedet sonríe y afirma con la cabeza. «Yo con él me entendí mucho, hasta el punto de que me voy a hacer otro injerto, pero no porque el primero esté mal hecho. He ido cambiando mi cara, y creo que en esta etapa de mi vida, para ser más dulce, quiero estar más redondeada a nivel del nacimiento capilar. Antes, por ejemplo, era al revés. Quería dar una apariencia más exuberante, más exótica, más agresiva. Yo confío en Antonio y sé cómo trabaja, así que si no pudiera hacerlo con él, preferiría que no me tocara otra persona».
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La situación de las mujeres y los hombres trans ya no es la que era. Aunque lejos de una situación ideal, la obtención de mayores derechos en España ha sido un camino lento, aunque inexorable, desde el año 2007. Sin embargo, una crítica común es cómo la sociedad les obliga a estar continuamente hablando sobre su proceso. «Yo lo que tengo claro es que las cosas que ya he dicho cuarenta veces ya no las contesto. En este caso –el injerto capilar– nunca había hablado sobre ello y no lo volveré a hacer. Y lo he hecho porque entiendo que soy un referente para muchas hermanas trans, y es importante que yo les pueda ir guiando un poco en ciertas cosas. Me siento como en la obligación de hacerlo, aunque nadie me haya forzado a ello», explica.
Y dentro de esos consejos, Jedet insiste en que lo primero que haría ella es ahorrar. «Así se puede tener la posibilidad de que te hagan las cosas en un buen sitio, y no después gastar más dinero para que te arreglen el primer destrozo», matiza. «Y luego, claro, elegir los sitios en los que somos bien recibidas y bien acompañadas. Muchas de mis hermanas ni siquiera tienen familias que las apoyan. Imagínate que vas al médico y que encima te tratan fatal. Y, por último, hay que ser paciente, aunque sea difícil».
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«También está el tema de las expectativas», interrumpe el doctor Burgos. «Eso es muy importante, no vender nunca la moto. Hay que decir claramente a la persona qué es lo que se puede hacer y lo que no. Hay veces que vienen con una idea que no es factible a nivel de técnica. Aun así, se trata de llegar a un punto de entendimiento dentro de lo que es posible hacer».
Precisamente, una realidad muy alejada de la que durante muchos años se han estado enfrentando las personas trans, especialmente en el caso de las mujeres, cuya 'validación' siempre parece un poco más difícil de alcanzar. Este proceso de transición, en todo su significado, deriva en muchas ocasiones en resultados médicos no deseados, pero también en los humanos. Supuestos expertos que no hablan a las personas trans en su género sentido, que aceptan realizar un tratamiento olvidando en algunos casos que el humanismo forma una parte indivisible de la medicina.
Noticia Patrocinada
Fotografías y edición Edu Gómez
Lugar Estudio Mitá
Producción Lourdes Sánchez y Unai Somoza
Formato Alba Martín Campos
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